miércoles, 30 de enero de 2013

LA CORRUPCIÓN EN LA POLÍTICA: APROXIMACIÓN SOCIOLÓGICA










Hablamos de corrupción en el ámbito político cuando se utiliza el poder público en beneficio privado por parte de quienes lo ostentan, una situación frecuente pero no exclusiva de las autocracias no democráticas ya que también en los estados democráticos se recurre a prácticas enviciadas como un modo habitual de enriquecerse quienes actúan al amparo de la impunidad conferida por un estatus o cargo público. Cuando esto se da con reiteración, la sociedad que lo sufre tiende a fragmentarse en una minoría de ricos y una mayoría de pobres por la consecuente depauperación de la clases medias.



Instauración de la corrupción

Una vez la ciudadanía se acostumbra a las praxis corruptas de sus dirigentes y las asume como un fenómeno consustancial e inevitable, surge una sensación de desprotección, una tendencia al individualismo y un escepticismo que aboca en una falta de compromiso social por parte de los ciudadanos.

Consideremos que, desde una perspectiva social, los miembros de una colectividad tejen una red de expectativas recíprocas cuyo buen funcionamiento depende de la confianza que cada cual deposita en que los demás hagan lo que de ellos se espera. Pero cuando esto falla –sobre todo porque los dirigentes anteponen su ambición al interés colectivo– surgen crisis de desconfianza en la población y falta de credibilidad en el estamento político.


Individualismo fatalista, presentismo y cultura de la inmediatez

Es en este contexto cuando se manifiesta el llamado síndrome del individualismo fatalista consistente en una tendencia del ciudadano a priorizar sus aspiraciones individuales por encima de sus deberes colectivos, así como el fatalismo de sentirse abocado a un destino que haría inútil cualquier tipo de queja u oposición.

Conforme la corrupción va extendiendo sus tentáculos, además del individualismo surge el fenómeno del presentismo como promotor de actuaciones individuales en la creencia de que solo el presente importa mientras el pasado y el futuro pasan a ser irrelevantes. Es un fenómeno vinculado a la cultura de la inmediatez que busca placer en el presente y merced al cual el individuo aspira a alcanzar, en menos tiempo y con poco esfuerzo, metas cada vez más altas.


Un cóctel explosivo

Las perspectivas empeoran si al presentismo y a la inmediatez se asocian con situaciones como una crisis económica galopante, tasas de desempleo en crecimiento imparable, la tendencia de los miembros de la sociedad consumista a acceder a todo lo que se publicita en los medios, la propensión a contraer créditos difíciles de asumir, el conformismo ante un estatus de eternos adolescentes por parte de millones de jóvenes con dependencia parental incluso en la treintena o la proclividad a consumir remedios que proporcionen ‘gratificaciones inmediatas’ como ciertas drogas o el alcohol, sustancias cuyo uso suele asociarse con la frustración, la falta de expectativas laborales y la desconfianza en el sistema social al que se pertenece.

Cuando estos ingredientes se mezclan en una coctelera y quien la agita es un barman corrupto, el resultado es un trago amargo y difícil de asimilar sin sufrir las consecuencias.


Abstenerse de votar por desencanto

Hay una cadena ‘causa-efecto’ que se ve activada al ponerse en marcha la corrupción en el sistema que origina el desencanto de unos ciudadanos que reaccionarán adoptando posturas individualistas, presentistas y consecuentemente con una apatía participativa en las cuestiones sociales. Paulatinamente se instaurará un abúlico ostracismo que frenará el ímpetu cooperante del individuo y una de las consecuencias será la alta tasa de abstención cada vez que se convoquen elecciones.

Transformación sociocultural y recuperación del control de las instituciones

La lucha contra las prácticas corruptas debe siempre asociarse a un plan de transformación sociocultural dirigido a prevenir (o combatir si ya se ha instaurado) la creencia fatalista de que la corrupción es inevitable e imposible de vencer.

Otro puntal es la lucha contra el inmovilismo de una sociedad resignada, a través de actuaciones encaminadas a recuperar el control de las instituciones y ofrecérselo –por cauces democráticos– a unos gobernantes honestos que estén sometidos a las leyes como cualquier otro ciudadano y que actúen como servidores electos y no como oligarcas.

Colofón

Los ciudadanos no comprometidos con sus obligaciones participativas deben ser consecuentes ante la incoherencia de que una minoría (quienes acuden a las urnas) decida quien debe gobernar durante cuatro años mientras ellos guardan un silencio abstencionista y asumen la corrupción como algo inevitable contribuyendo de este modo a una progresiva auto-desintegración  la sociedad.


Alberto Soler Montagud






miércoles, 23 de enero de 2013

EL FUTURO DEL PP ESTÁ EN MANOS DE BÁRCENAS Y NO DE LOS AUDITORES







Un serio problema de estrategia se le presenta a Mariano Rajoy si quiere salir bien parado del affaire de los veintidós millones que, presuntamente, Luis Bárcenas puso en Suiza a buen recaudo, o los también presuntos sobresueldos que habría pagado en negro a altos cargos del PP durante años. Pues, si perjudicial sería para Rajoy  que se confirmara su conocimiento de estos manejos, peor sería quedar como un 'presidente lelo' ante cuyas narices se repartieron sobres con dinero mientras él defendía la honorabilidad del repartidor movido por algo más que preservar su presunción de inocencia. 


El careto de los populares es todo un poema

El ambiente en la sede de los populares es todo un poema a juzgar por los caretos de sus prepotentes altos cargos. No hace falta ser buen observador para darse cuenta de que, quienes siempre comparecen ante los medios oliendo a perfume caro, con porte altivo, sonrisas falsas, mentones alzados y cejas ceñudas que expresan el desdén que sienten al creerse por encima del bien y el mal, parecen ahora una legión zombis cabizbajos y circunspectos que con meditabundos gestos ponen en evidencia la desazón que sienten en sus entrañas.


Rubalcaba debería aprender de Pepa Bueno

Un buen ejemplo lo tuvimos en el lenguaje no verbal que la señora Cospedal mostró el lunes 21 de enero durante la rueda de prensa matinal que siguió a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP, celebrada poco después de que la periodista Pepa Bueno la sometiera a un tercer grado ‘de libro’ en una entrevista que pasará a la historia del periodismo y de la que el señor Rubalcaba debería aprender para saber cómo y qué se debe preguntar y exigir al Gobierno en la contundente operación de acoso y derribo (al estilo Zaplana-Acebes, por ejemplo) que debería poner en marcha cuanto antes y en beneficio de todos los españoles.


La farsa de las auditorías

En un intento de decir “somos-un-partido-honrado-y-a-demócratas-no-nos-gana-ni-Dios”, ese mismo lunes de barcenitis galopante, Mariano Rajoy anunció que se harían dos auditorías –una interna y otra externa– para esclarecer si hubo sobresueldos en el PP y/o irregularidades contables.

Pero, como a esta alturas, quien esto escribe se ha vuelto más escéptico que el griego Pirrón de Elis (por principios y tal vez en defensa propia) no pude evitar una maliciosa sonrisa que rematé con una estruendosa carcajada. Porque hacer una auditoría (o dos, o tres, que más da) para descubrir si hubo un delito contable según lo que pongan en unos inmaculados libros que estarán más maquillados que la momia de Lenin, es una pantomima que promueve la hilaridad.

¿A quien se le ocurre pensar que alguien del PP, por muy cretino que sea, entregará a los auditores los libros de la ‘contabilidad B’, si es que estos existen? Por favor, seamos sensatos.

Esto es una comedia y el resultado de las auditorias podría redactarse ahora mismo sin necesidad de llevarlas a cabo. 

Es imposible que, de existir fraude, el modo de ponerla en evidencia sea una paródica auditoria, pues la dirección del partido no facilitará el acceso a ninguna contabilidad que previamente no haya sido revisada y blanqueada a conciencia.

Como dijo mi apreciado Antonio Miguel Carmona, con muy buen tino, en el especial de ‘Al rojo vivo’ del pasado sábado por la noche  “esto no es tarea para auditores sino un trabajo para Eliot Ness”. 
Y llevaba más razón que un santo.


Colofón
La salvación y la honorabilidad del Partido Popular no depende de las auditorías anunciadas sino de lo larga y lo venenosa que llegue a ser la lengua de Luis Bárcenas así como de las negociaciones y los pactos a las que el PP llegue con él, un ladino personaje que siempre se jactó de “grabar todas las conversaciones, tanto lo de dentro como lo de fuera del partido” así como de llevar durante décadas una escrupulosa contabilidad de la que, es de suponer, guardará libros y apuntes a buen recaudo.
Y esto no ha hecho más que comenzar.


Alberto Soler Montagud

sábado, 19 de enero de 2013

LA TIBIA RESPUESTA DE RUBALCABA ANTE EL CASO BÁRCENAS






La gota que colma ese vaso llamado desencanto que los políticos –de uno y otro color– se empeñan en llenar cada día, pudo ser la noticia que ayer destapó los veintidós millones de euros que Luis Bárcenas guardó a buen recaudo en Suiza así como los sobresueldos que, presuntamente, pago en negro a varios altos miembros del partido.


Nadie en el PP ‘conoce’ a Bárcenas

La reacción del PP ha sido de consternación, caras serias, una consigna de ‘no me consta’ repetida por unos y otros como un mantra (ay esos asesores, cuan rápido trabajan y que poco originales son) y un distanciamiento con el que durante años fuera el responsable de las finanzas del partido y de quien ahora reniegan como Pedro hiciera con Jesucristo. Para los altos cargos del PP, Bárcenas dejó de existir hace tiempo –que cinismo– muy a pesar de que el ex tesorero mantenga, al menos hasta ayer, una especie de despacho en Génova 13 y entre y salga en la sede de los populares tantas veces como le apetezca.


Putrefacción en cadena

Ayer fue lo de Bárcenas. Anteayer el ático marbellí de Ignacio González. Un día antes la éticamente cuestionable relación de Juan José Güemes con la empresa que se ha quedado con los análisis clínicos que él privatizó siendo consejero de Sanidad. Todo ello aderezado con la entrada de Esperanza Aguirre en la empresa privada o el incomprensible indulto a un kamikaze homicida y la falta de una explicación convincente por parte de Gallardón.


Rubalcaba no se inmuta

No hace falta ser un lince para saber que, dado el mal momento que atraviesa el partido en el Gobierno, se debería haber activado una enérgica reacción por parte del principal partido de la oposición. Una ocasión que un tibio y comedido Rubalcaba no ha sabido –no ha podido, o no ha querido– aprovechar limitándose a comparecer ante los medios en una rueda de prensa convocada con  y en la que no admitió preguntas que cualquiera en su situación habría disfrutado respondiendo.

La ausencia de una reacción comme il faut por parte del secretario general socialista ante la situación de extrema gravedad que afecta al PP y a la credibilidad de los ciudadanos los políticos quienes depositaron su confianza a través de las urnas, es incomprensible, es inexplicable y ha sido cuestionada desde distintas federaciones socialistas que ayer se pronunciaron con críticas muy duras al PP que contrastaban con la tibia indiferencia de Alfredo Pérez Rubalcaba.


Preguntas sin respuesta

¿Por qué no ha reaccionado Rubalcaba con la energía que lo habría hecho cualquier  otro político en su lugar?

¿Por qué se ha limitado a pedir "explicaciones", y como mucho,  la dimisión del ministro de Hacienda “'si se demuestra que el señor Bárcenas utilizó la amnistía fiscal para blanquear dinero negro del PP”?

¿Por qué el señor Rubalcaba no ha entrado en sintonía con los miles de manifestantes que ayer se manifestaron ante las sedes del PP de varias ciudades españolas y expresaron su protesta por los escándalos que enmugrecen un panorama político revestido de una grasienta pátina de corrupción?

Si la tibieza de Rubalcaba respondiera a un acto de ineptitud, la rechazaría de pleno. 
Si fuera una estrategia, no la compartiría de ningún modo. 
Pero si fuera la consecuencia de un cómplice pacto de silencio –como algunos maledicientes insinúan y a quienes me resisto a creer–, cabría pensar que la gota que ha colmado ese vaso llamado desencanto que mencionaba al principio de este artículo, no es solo la que el señor Bárcenas ha vertido a través de su inmensa fortuna en Suiza.



Alberto Soler Montagud

jueves, 17 de enero de 2013

CIERRE DE URGENCIAS NOCTURNAS EN LA COMUNIDAD VALENCIANA








El conseller de Sanidad de la Comunidad Valenciana, Manuel Llombart, señaló ayer la posibilidad de que se cierren ciertos puntos de urgencias de atención primaria que sean frecuentados por un ‘escaso’ número de pacientes, lo que los convertiría en poco rentables. El conseller matizó que estas medidas se tomaría siempre que se contara con un hospital ‘cercano’ y entendiendo como tal que el hospital estuviera a menos de una hora de desplazamiento, aunque en ningún momento se paró a analizar las consecuencias de retrasar una hora la primera atención médica en situaciones de urgencia vital.


La sanidad valenciana se ‘hermana’ con  la castellanomanchega.

Como en Castilla la Mancha, asistimos en la Comunidad Valenciana a un nuevo ejemplo de anteposición de los criterios económicos sobre el derecho a una sanidad pública, todo ello en un marco de precariedad y con las arcas de las administraciones vacías como consecuencia de una mal llamada crisis (en realidad una estafa) y la mala gestión que en un pasado muy reciente se ha aliado con corrupción y despilfarro.


Podría aumentar el riego de mortalidad en ciertas patologías urgentes

De llevarse a cabo esta medida, sufrir un infarto en una zona rural con 'baja frecuentación' en el servicio de urgencias (y susceptible por tanto de cierre desde la última hora de la tarde hasta la mañana del día siguiente) implicaría no recibir la asistencia inmediata preceptiva en los momentos más críticos de la emergencia, una situación que se agravaría considerablemente si concurriera una parada cardiorespiratoria. Y este es solo uno de los muchos ejemplos de patologías agudas en las que las que la instauración de un tratamiento urgente precoz es vital para minimizar el riesgo de muerte.


Privatizar la sanidad, caiga quien caiga

No hace falta ser economista, médico y ni siquiera tener muchas luces para concluir que la privatización de la sanidad pública no es mas que un negocio que prioriza la rentabilidad de los inversores que hayan conseguido las concesiones muy por encima del derecho a una asistencia médica universal y gratuita por parte de los ciudadanos

Muy por el contrario, el modelo de la sanidad pública es ‘social’ en su esencia hasta el extremo de asumir 'pérdidas' y ser 'no rentable' en algunas de sus prestaciones (poner una prótesis de cadera a un anciano mayor de 80 años), a cambio de asegurar el derecho universal a la salud en el contexto de un estado de bienestar.

Que cada cual saque sus propias conclusiones. Esto no ha hecho nada mas que empezar y avanzará como una epidemia si no se toman las medidas adecuadas para frenarlo.





martes, 15 de enero de 2013

AGUIRRE, DE PRESIDENTA A ‘CAZATALENTOS’






Desde tiempos inmemoriales, disponer de los 'contactos' adecuados y de una 'información' ventajosa en el momento oportuno ha sido el mejor modo de detentar un ‘poder’ que solo ciertas personas y ciertos grupos consiguen en base a un intercambio de 'valores' y de ‘favores’ que les permiten instalarse en la cumbre. A colación de esta reflexión cabría preguntarse si la empresa que acaba de fichar a Esperanza Aguirre como ‘cazatalentos’ no será la verdadera beneficiada al incorporar a su staff a una mujer de incontables contactos atesorados tras decenios dedicados a la política activa. Que esto sea o no ético es algo que intentaremos analizar a continuación.


Con su salto a la empresa privada, queda en tela de juicio si Esperanza Aguirre fue honesta cuando, compungida y con lágrimas, anunció su retirada de la política en septiembre pasado argumentando motivos “personales y familiares” (y subrepticiamente motivos de salud: “ustedes saben que tengo una enfermedad seria, grave”) como la causa de su 'difícil decisión'. También queda en el aire la sospecha de si su renuncia a la presidencia de la comunidad autónoma madrileña no fue más que el principio de un plan pergeñado para huir de la debacle que se cernía sobre Madrid (que poco después se vería inmersa en escándalos y huelgas en la sanidad pública, el Metro y Telemadrid) traspasando no solo poderes sino también una herencia envenenada a Ignacio González, o al menos una herencia más censurable que la que el PP lamenta haber recibido de Zapatero.


La secuencia  de los hechos

El pasado mes de septiembre, Esperanza Aguirre sorprendió a propios y extraños anunciando su renuncia a la presidencia de la Comunidad de Madrid, una decisión que dijo tomar por "motivos personales vividos recientemente" y porque “quiero estar más cerca de los míos, pues soy funcionaria del Estado y siempre pensé que la política era una actividad temporal”. 

Apenas dos semanas después, a principios de octubre de 2012 , la señora Aguirre cumplía ‘su sueño’ de ser de nuevo funcionaria y empezaba a ‘trabajar’ en el cuerpo de Técnicos de Información y Turismo como asesora de la Secretaria de Estado de Turismo, Isabel Borrego, quien, fiel a la endogamia político-familiar que con tanta frecuencia se da entre los populares’, era y es la esposa del diputado Vicente Martínez Pujalte.

Sin embargo, y cuando apenas han trascurridos tres meses de su reincorporación funcionarial, Esperanza Aguirre sorprende de nuevo al respetable al pedir la excedencia como funcionaria para trabajar como ‘asesora’ en la empresa de cazatalentos Seeliger y Conde, la misma que aparece en las investigadores del Caso Noos dado que Iñaki Urdangarin participó en uno de sus consejos asesores realizando una labor por la que Luis Conde, director de la empresa, ha declarado a la SER quedó "muy contento".


Posible incompatibilidad ética

Seamos claros y hablemos sin ambages: la señora Aguirre nunca se ha retirado de la política (como anunció en septiembre de 2012) porque tras su lagrimógena renuncia a la presidencia de la Comunidad no dejó de ser –y sigue siendo– la presidenta del Partido Popular madrileño, motivo por el que surge el debate de la compatibilidad entre este cargo (y sobre todo de su ex cargo como presidenta autonómica) y su trabajo en una empresa privada.

Aguirre no solo ha defendido esta compatibilidad sino se siente apoyada y arropada por el PP. Así por ejemplo, Eduardo Zaplana, en una entrevista para la COPE, ha dicho que Aguirre, "no tiene ningún tipo de incompatibilidad" y que su trabajo en una empresa privada, hay que verlo con "naturalidad" y "normalidad". También a Ignacio González, presidente de la Comunidad de Madrid, le parece "razonable" que su antecesora haya fichado por la empresa privada porque son "muchas las ventajas" por haberla contratado, una ambigua opinión, la de González, y muy poco de fiar  desde el momento en que primero vio "muy bien" que Güemes (yerno de Carlos Fabra y exconsejero de sanidad madrileño) fichara por Unilabs y ahora considera que su dimisión es "razonable".


Reflexión final

Cuando la firma Seeliger y Conde dice que Aguirre ha sido contratada como asesora “tanto por su visión global, como por su capacidad de liderazgo, de generar entusiasmo y de transmitir confianza, permitiéndole esto último ser altamente respetada en el mundo empresarial", debemos colegir que una empresa privada quiere aprovecharse de la experiencia, los contactos y el respeto que la señora Aguirre adquirió desempeñando su actividad política, entre muchos más cargos, como ministra y como presidenta de una comunidad autónoma.


Colofón


Todo apunta a que Esperanza Aguirre se dejó asesorar –muy bien por cierto y probablemente por ella misma– cuando abandonó la presidencia de Madrid para quitarse un muerto de encima que ahora se tiene que comer Ignacio González, crudo y con patatas.

Luego, Aguirre hizo un paréntesis táctico con su breve reincorporación a la función pública y ya por último (quien sabe si todo estaba previsto desde el principio) ha acabado haciendo lo que un político hábil (y sobre todo neoliberal) sabe hacer perfectamente: entrar por la puerta giratoria que lleva alternativamente de lo público (a veces para privatizarlo) a lo privado (a veces para beneficiarse de la privatización) como sucede con esas puertas que dan vueltas a la entrada de los hoteles de cinco estrellas, vigiladas por porteros vestidos de almirante y por las que solo cierta élite puede entrar y salir.


Alberto Soler Montagud

lunes, 7 de enero de 2013

HERMIDA SOBREACTUA ANTE UN REY EN JAQUE







A raíz de la entrevista televisiva realizada por Jesús Hermida al rey Juan Carlos con motivo de su 75 aniversario, el hasta ahora respetado y admirado, periodista coronó con un broche, y no precisamente de oro, su larga y exitosa carrera profesional. A los hechos me remito y videos hay que lo demuestran: Hermida se dedicó a jalear al rey dándole como ganador de una partida de ajedrez en la que tanto su familia, como sus cacerías, su baja aceptación popular y su delicada salud, lo mantienen en un contínuo jaque.


Una elección desacertada

Si bien por currículum y por experiencia, Hermida era el candidato ideal para la entrevista (que él mismo solicitó), su estilo engolado, sobreactuado y esperpéntico demostraron que no era capaz de actuar con el respeto que por protocolo merecía el entrevistado  sin  incurrir en una empalagosa servidumbre.
Es de sobra conocida la proclividad del señor Hermida al derroche de gestos afectados y vacua palabrería tanto si el entrevistado es un astronauta, un premio Nobel o una tonadillera. Fue por ello que su elección como entrevistador en esta ocasión no haya sido acertada habida cuenta de la rancia pleitesía que en todo momento prodigó y que contrastaba con la mala educación (para muchos ‘campechanía’) del rey al tutearle mientras el veterano presentador se deshacía en reverenciosos cabezazos de asentimiento y sumisión.


Entrevista pactada y censurada

Fue una lástima que Jesús Hermida dejara de lado temas y omitiera preguntas que hubieran hecho las delicias de cualquier buen periodista y a los televidentes habrían encantado. Pues, aunque haya un protocolo de tratamiento establecido para los jefes de estado, éste puede ser respetado aunque se formulen preguntas como: "Majestad, cuando usted reprendió a Don Iñaki Urdangarín y le pidió que dejara sus negocios ¿por qué no lo denunció, señor, en un juzgado en lugar de recomendarle viajar al extranjero?”, o: “¿Qué opina Vuestra Majestad de que la institución monárquica haya descendido tanto en aceptación popular?” y ya por último: “¿Es usted partidario, señor, de la política de recortes que están sufriendo los españoles?”


¿Mejor con otro entrevistador?

Está claro que si Hermida no le hizo al rey éstas ni otras preguntas digamos ‘comprometidas’, fue porque no se lo permitieron, como tampoco se lo habrían permitido a otros periodistas como Iñaki Gabilondo o Ana Pastor por poner dos ejemplos. Sin embargo, la diferencia entre el primero y los otros dos podríamos hallarla en que un periodista ‘de verdad’ nunca se habría mostrado servil a pesar de las limitaciones impuestas por el guión, no habría pronunciado ocho veces la palabra “señor” y trece veces “majestad” en solo veinte preguntas como hizo Jesús Hermida e incluso puede que no hubieran aceptado hacer la entrevista si la censura previa hubiera sido tan férrea.

Colofón patético
No me cabe la menor duda de que el señor Hermida, cegado por el honor que se le confería al ofrecerle tan ansiada entrevista, no fue consciente del ridículo que hacía cuando tan solo interpretaba ‘su’ papel y abusaba de la mímica y esa retórica por la que es de sobra conocido, gestos verbales y no verbales que convirtió en una sumisión tan servil que podrían hacer pensar que un viejo periodista estaba tan necesitado de reconocimiento que aspiraba a culminar su carrera con un titulo nobiliario.  

Alberto Soler Montagud



sábado, 5 de enero de 2013

CONCIERTO DE AÑO NUEVO 2013: MÁS DE LO MISMO






El pasado uno de enero, mientras disfrutaba de una bella nevada y del inmenso paisaje que percibía a través de un amplio ventanal orientado al lado sur de la cordillera pirenaica, había otra ventana (esta de cincuenta pulgadas y en alta definición) que retransmitía el tradicional concierto de Año Nuevo que, en esta ocasión, se le había encomendado a la batuta de Franz Welser-Möst, un director que, por motivos onomásticos como luego veremos, quiso que sonaran algunos pasajes musicales de Richard Wagner y de Giuseppe Verdi junto a los alegres valses de la familia Strauss.

El maestro austríaco, actual director general de la Ópera de Viena y también director de la Orquesta de Cleveland, dirigía por segunda este tradicional concierto y lo hacía con solo dos años de diferencia tras su debut en el certamen de 2011.

A pesar de mi predisposición nada entusiasta, debo reconocer que le presté al concierto bastante más atención de la que a priori presumía, y no por una animadversión hacia el mismo sino por haber perdido casi todo mi interés por un evento musical que concibo más como acto social (por cuyas entradas se llegan a pagar cifras astronómicas por parte de excéntricos japoneses y de millonarios de cualquier parte del orbe) y en el que los espectadores aguardan con ansiedad infantil tanto tradicional broma prefabricada del director de turno y la dirección de palmas mientras suena la Marcha Radetzky.

Nada más lejos de mi intención que hacer una crítica o un análisis musical de lo que el uno de enero sonó en la Sala de la Musikverein de Viena (entre otras cosas porque no sé hacer critica musical y porque no es este mi objetivo el escribir esta crónica), pero sí que quisiera destacar la ‘habilidad’ de los maestros de la Filarmónica de Viena al saber arreglárselas ‘solitos’ con los pentagramas straussianos sin que el director se ‘entrometiera’ en su concienzudo trabajo. Concretamente, fue durante la interpretación de 'El Carnaval de Venecia' que la orquesta sonó muy, pero que muy bien, sin necesidad de que Welser-Möst la dirigiera mientras agasajaba a los instrumentistas y ejercía de maestro de ceremonias repartiendo juguetes entre los músicos y ‘autocoronándose’ con un gorro de cocinero con el que, grotescamente tocado, acabó ‘dirigiendo’ a la orquesta con la ayuda de un cucharón de palo a modo de batuta; un gesto simpático que hizo las delicias de los incondicionales de este 'divertido' concierto a juzgar por los gestos de satisfacción de unos ‘melómanos’ con rasgos orientales a los que la realizadora de la retransmisión televisiva dedicó varios planos.


Llamó también mi atención que, por la coincidencia de 2013 con el bicentenario del nacimiento de Wagner y de Verdi, se homenajeara a estos dos músicos interpretándose en el concierto –forzadamente y casi con calzador– unos fragmentos operísticos de ambos compositores. Y no es que me pareciera mal este gesto, mas bien al contrario siendo que cualquier innovación es siempre bienvenida a un acto tan rancio como este, pero recordé de pronto que los conciertos penúltimo y antepenúltimo de Año Nuevo coincidieron con el primer centenario del fallecimiento y el 150 aniversario del nacimiento de quien fuera director de la Ópera de Viena entre 1897 a 1907: Gustav Mahler, sin que a nadie se le ocurriera hacer un homenaje ni incluir, por ejemplo, el vals del scherzo de su Sinfonía Titán, un pasaje que no habría desentonado con la línea straussiana de estos tradicionales conciertos y cuya escucha nos transporta a los bulliciosos salones de baile de la Viena de finales del siglo XIX.


En resumidas cuentas, podríamos concluir que el de 2013 ha sido un concierto más, un concierto que nada nuevo o de interés ha aportado al panorama de la llamada música clásica o música culta como a los mas clasistas les gusta llamarla. Al menos nada que no se hubiera escuchado, de modo idéntico o similar, en ocasiones anteriores.


Y bien que me duele la apatía que siento y que ahora exteriorizo al rememorar una celebración que, cuando era niño, me entusiasmaba por ser el referente de unas frías y esperadas mañanas de cada uno de enero, unas mañanas de resaca de turrón, de campanadas y también de uvas. Unas mañanas ambientadas por un concierto de valses y luego aderezadas con unos saltos de esquí vistos en el UHF incluso durante la comida familiar, todo ello en blanco y negro aunque también con el inmenso color de quien no había perdido aun su inocencia, al menos no toda. 

Pero muchas veces sucede que, conforme avanzamos en el tiempo,  nuestros criterios se modifican y nos permiten cuestionar viejas tradiciones así como ofrecer nuestra opinión sincera ante eventos que un día nos agradaron y que, por su inamovible y reiterada monotonía se acaban convirtiendo en un rutina prescindible.

Espero con curiosidad el Concierto del uno de enero de 2014 para cuya dirección ha sido invitado un músico, humanista, pianista y director de orquesta a quien admiro profundamente: Daniel Barenboim. Algo me dice que el concierto de 2014 deleitará mis sentidos y colmará mis expectativas de un modo distinto al de este año. Un año que deseo sea muy feliz y esperanzador para quienes hayan tenido la paciencia de llegar hasta este último renglón de esta humilde y sincera crónica, y también para el resto de la humanidad.


Alberto Soler Montagud