viernes, 26 de agosto de 2016

“CRAZY” HISTORIA DE UNA CANCIÓN (Willie Nelson - Patsy Cline)



En su juventud, a los veintiocho años, cuando aun no era famoso, Willie Nelson compuso una canción dedicada a la soledad a la que inicialmente puso por título ‘Stupid’ para luego cambiarlo por ‘Crazy’ (‘loco’) al comprobar que resultaba menos agresivo y provocador.

Su intención inicial fue que le grabara el tema el cantante de country Billy Walker, pero este la rechazó al encontrarla demasiado blanda (“una canción para chicas”) por lo que Nelson le ofreció la composición (junto a varias canciones más) a Larry Butler quien también le dio un no por respuesta muy a pesar de que el sólo le pedía la módica cantidad de diez dólares por tema.

Desencantado, Willie Nelson coincidió en un bar con Charlie Dick, el marido de la exitosa cantante de country Patsy Cline y le entregó una cinta con la maqueta que él mismo había hecho de su canción, grabación por la que Patsy no mostró demasiado entusiasmo hasta que el productor Owen Bradley hizo unos arreglos adecuados para adaptarla a la voz y al estilo de la cantante. No obstante, el destino quiso que Patsy Cline llegara a odiar ‘Crazy’ debido al deplorable estado anímico en que se vio sumida tras pasar un mes ingresada en un hospital despuéss sufrir un accidente de automóvil en el que murió su acompañante.

En agosto de 1961, Patsy, aun no recuperada del todo, acudió con muletas al estudio de grabación para grabar ‘Crazy’, pero le fue imposible finalizar el trabajo debido a las molestias que sentía, un intenso dolor en el tórax que le impedía llegar a las notas mas altas. El resultado fue que sólo pudo grabarse el acompañamiento instrumental pero no la voz hasta que pasados unos días, Cline regresó al estudio y tras una larga sesión consiguió completar la grabación de lo que acabaría convirtiéndose uno de sus temas más emblemáticos.




https://www.youtube.com/watch?v=LG-mJfK7HUI



Animado por el éxito de su composición, también Willie Nelson hizo su propia versión un año después y partir de entonces, la carrera del compositor fue fulgurante mientras que Patsy Cline no tuvo tanta suerte ya que en 1963, estando en lo más alto de su carrera, murió al estrellarse su avioneta cuando contaba tan sólo 30 años de edad.

A Patsy Cline le corresponde el mérito de ser una de las artistas que hicieron que el country se volviera más accesible para el público en general, más allá de los incondicionales del género. Por su parte, Willie Nelson se convirtió en uno de los artistas más reconocidos del la música country y aun hoy sigue siéndolo, y a pesar de su avanzada edad acaba de lanzar —en febrero de 2016— acaba de lanzar nuevo disco (Summertime: Willie Nelson Sings Gershwin) en el que versiona grandes clásicos de George e Ira Gershwin tras serle condecorado el pasado año el premio Library of Congress Gershwin Prize for Popular Song, siendo el primer intérprete Country en conseguirlo por parte del congreso de Estados Unidos.






 







Letra traducida de
Crazy

Loca,
estoy loca por sentirme tan sola.

Estoy loca,
loca por sentirme tan triste.
Sabía que me amarías siempre
y cuando tú quisieras.

Y luego algún día
me dejarías por alguien nuevo.

¿Preocuparme?
¿Por qué me permito preocuparme?
Me pregunto ¿qué diablos he hecho?

¡Oh!, loca
por pensar que mi amor podría retenerte.
Estoy loca de intentarlo
y loca de llorar
Y estoy loca por amarte a ti.




domingo, 14 de agosto de 2016

LA PSICODELIA Y LOS BRINCOS





LA PSICODELIA EN LA PRODUCCIÓN DE LOS BRINCOS A TRAVÉS DE LA CANCIÓN “LA FUENTE”






"La Fuente", una canción a reconsiderar

En la producción de todos los grupos y compositores hay siempre alguna o varias canciones, que, por cualquier motivo, pasan desapercibidas, bien por ser la cara B de un éxito importante, bien por quedar encubiertas y agazapadas entre la variedad de temas que configuran un disco de larga duración o bien por falta de una producción adecuada que en su momento propiciara su presencia en los programas radiofónicos musicales.

Un ejemplo de ello lo encontramos en un excelente tema de grupo Los Brincos que hoy he escuchado después de llevar muchos años sin hacerlo, redescubriendo sorpresiva y agradablemente una serie de matices que en su día me pasaron desapercibidos o bien fui incapaz de percibir como ahora lo he hecho. La canción en cuestión llevaba —lleva, pues está más viva que nunca– por título La fuente y fue compuesta por Miguel Morales con la colaboración en la letra de Manolo González. La compañía discográfica la ubicó en la cara B del exitoso ¡Oh, mamá!, último número uno del grupo antes de su disolución y que sin duda eclipsó a la canción objeto de esta pequeña crónica.


La letra

Ya de por si, la letra de La Fuente (escrita por el brinco Manolo González, bajista del grupo), nos aproxima a una escena onírica —y en cierto modo naif— donde la realidad parece distorsionada e iluminada por un arco iris de infinitos colores que la modificara hasta dejarla tal cual la percibiría un niño que desde su ingenuidad y «huyendo de la gente» —¿o tal vez del sufrimiento, del dolor, de la enfermedad?— comienza a jugar al lado de una fuente hasta que las mágicas notas procedentes del interior de un violín le hacen caer en un profundo sueño —¿quizás la muerte o el tránsito a otro plano existencial?— facilitando así su acceso a un mundo donde, como en un cuento, entabla contacto con seres fantásticos como Wendy, El Capitán Garfio o La Bella Durmiente, con quienes juega durante tanto tiempo que transcurren muchos, muchísimos años —¿tal vez una Eternidad?— , de tal modo que el niño que accede a ese mundo tal ideal, ya nunca más regresa a la realidad («no vuelve de la fuente, no vuelve de la fuente…» como dice el final de la canción).



Una mañana,
Huyendo de la gente,
Un niño juega
Al lado de una fuente.

Algo le llama,
Es un violín que suena.
Cuando lo encuentra
Queda dormido y sueña.

Todo es como un cuento
Al oír
Lo que suena dentro
Del violín.

Wendy sonríe
Y del niño se esconde
Y Garfio sale
De no se sabe dónde.

Todo es como un cuento
Al oír
Lo que suena dentro
Del violín.

Pasan los años,
No vuelve de la fuente.
Está soñando
Con la Bella Durmiente.

No vuelve de la fuente.

No vuelve de la fuente.

No vuelve de la fuente.






La música

La letra de La Fuente, de temática metafórica y reminiscencias mitológicas, se presta a tantas interpretaciones como sea capaz de elaborar la sensibilidad y la imaginación de quienes accedan a ella y penetren en su misterio. Pero nada de ello habría sido posible sin la preciosa música compuesta por el artífice de esta obra sublime del pop psicodélico español, el entonces jovencísimo Miguel Morales —la compuso en 1969, con sólo diecinueve años— quien tal vez sin darse cuenta, estaba aportando a la historia de la música contemporánea una pieza sublime que hoy, casi cincuenta años después, sigue propiciando en quien la escucha la proyección del mundo interior de su psique, con el efecto de distorsionar la percepción de la realidad (como le sucede al niño protagonista) y permitir que se manifieste «lo que revela la mente» o «lo que manifiesta el alma», tal y como lo expresaba en 1957 el psiquiatra británico Humphry Osmond al introducir el término psicodelia y asentarlo más allá de su connivencia con los efectos de ciertas sustancias alucinógenas.

Desde finales de los cincuenta, y sobre todo en la década de los sesenta, la psicodelia se convirtió en en un fenómeno contracultural o underground que pretendía reproducir las alteraciones de la sensibilidad producidas por las drogas alucinógenas con la finalidad de quebrantar los límites impuestos por la realidad y la consciencia de la misma tal cual es vivida y experienciada. El objetivo perseguido por la psicodelia era que el individuo consiguiera alcanzar ciertos aspectos o niveles perceptivos de la mente hasta entonces desconocidos, alterando y conduciendo la conciencia hacia sensaciones similares al sueño, así como también al éxtasis religiosos e incluso a la psicosis. 

Aunque los arreglos musicales de La Fuente puedan parecer ampulosos o tal vez ambiciosos en una primera escucha, al adentrarse en la obra se desvanece esta sensación por lo necesarios que resultan para acompañar a la sensual melodía en el sinuoso e hipnotizante cauce con el que consigue crear un aura onírica equiparable al sueño que experimenta el niño de la historia tras ser atrapado por el mágico mundo de La Fuente.

Desde una perspectiva estilística, no es difícil encontrar en la música de La Fuente —siempre desde la subjetividad y el criterio de quien escribe este artículo– ciertos puntos de conexión con la tendencia musical impresionista que surgió en Francia a finales del siglo XIX, un estilo que tanto en lo musical como en lo pictórico, se puso de manifiesto con la idea de expresar la inspiración del artista de un modo insinuado en el que, por ejemplo, se perciben sólo manchas al contemplar de cerca un cuadro y conforme se aleja el observador van tomando forma las figuras. Recordemos que Claude Debussy es el compositor impresionista por excelencia, creador de una de las músicas más poderosas y originales de la historia, melodías y ambientes seductores y sugestionantes que nos transportan a espacios más propios de la mitología o de los sueños, tan cual sucede en La Fuente o en Lucy in the sky with diamonds, por poner dos ejemplos de la psicodelia de los años sesenta que tanto se emparenta con el impresionismo.

Que nadie vea un velado intento por mi parte de equiparar La Fuente, de Miguel Morales, con obras de músicos impresionistas como Debussy, Ravel o Satie. Sería absurdo, entre otras muchas razones por tratarse de épocas, estilos, contexto sociocultural y técnicas musicales completamente distintas. El único objetivo de este artículo es dejar constancias de la calidad musical de una obra que en su día me pasó desapercibida en muchos aspectos y que hoy he redescubierto. También ha sido mi intención ensalzar, una vez más, la calidad de la música pop y rock que se hizo en España en la década de los años sesenta, con unos resultados que, en el caso de Los Brincos, nos permite equiparar al grupo en muchas de sus producciones con los más grandes que entonces triunfaban allende nuestras fronteras, mérito que hoy, recién cumplido el cincuentenario de su fundación, es de justicia ensalzar.






Alberto Soler Montagud
Médico y escritor