jueves, 25 de febrero de 2016

Estoy harto de que los adeptos a Podemos toleren tan mal las críticas








Estoy harto de que los adeptos a Podemos toleren tan mal las críticas

Por ser objetivo y por decir las cosas como las entiendo y no como algunos me las quieren hacer ver, sobre todo, desde que escribo artículos de opinión, me he acostumbrado a recibir críticas de algunos militantes y simpatizantes del PP, del PSOE, de Ciudadanos y de otras muchas formaciones, reproches a veces exaltados pero sin nunca llegar a la furibunda intransigencia de quienes dejan de estar de acuerdo conmigo tras descubrir que no soy de los suyos (en realidad, nunca he sido de nadie), algo que sucede cuando manifiesto mis discrepancias con Podemos y pongo en evidencia lo que muchos prosélitos del partido morado también perciben, pero silencian por su fidelidad a unos postulados que les hacen ser extremadamente sensibles a las reprobaciones e incapaces para ejercer una sana autocrítica.

En un momento determinado, me di cuenta de que escribía con libertad cuando expresaba mis opiniones sobre cualquier formación política, pero andaba con sumo cuidado –casi al límite de la autocensura­– al opinar de Podemos. El motivo no era otro que el de no herir la sensibilidad de ciertos amigos y conocidos. Fui entonces consciente de que estaba siendo víctima de una situación absurda, máxime cuando he desarrollado una democrática habilidad para escuchar  las opiniones ajenas con respeto, siempre que éstas no rebasen la línea que separa a las ideologías del fanatismo o el derecho a la libre expresión del insulto.






¿Será capaz de hacer autocrítica algún simpatizante de Podemos?

Esta es la pregunta que, retóricamente, me autoformulé en unas reflexiones que publiqué hace un par de días a colación del apoyo a la naviera Navantia por parte de José María González 'Kichi', alcalde de Cádiz, para que se construya en los astilleros gaditanos cinco corbetas de guerra destinadas al ejército de Arabia Saudí.

Escribí mis reflexiones tras leer unas declaraciones  de Kichi que parecían justificar cualquier cosa con tal de que se crearan puestos de trabajo para los gaditanos:

 «Por si alguien tenía alguna duda, este equipo de Gobierno da su apoyo a cualquier iniciativa que aumente la carga de trabajo en los astilleros de la Bahía de Cádiz”».

Añadía Kichi después, quien sabe si para acallar su conciencia:

«Sería conveniente, no obstante, que España instase a Arabia Saudí a que respete los Derechos Humanos»

Encontré contradictoria la postura del alcalde de Cádiz y manifesté mi convicción de que Kichi habría estado en contra, si la alcaldesa hubiera sido Teófila Martínez, de que el ayuntamiento diera su visto bueno a una transacción comercial con un país que, como sucede con Arabia Saudí, favorece el terrorismo, fomenta el retraso social y, con toda seguridad, empleará las corbetas para ejercer el control de una de las zonas más doloridas del orbe. Prueba de ello es que durante la campaña de las últimas elecciones municipales y autonómicas, siendo Kichi el candidato de Podemos, criticó el sistema económico basado en la industria armamentística, y denunció que el PP y el PSOE llevaran años impulsándolo.

¿Qué tiene esto que ver con la poca predisposición de Podemos para la autocrítica?

Intentaré explicarlo. Aunque en primer lugar, quiero dejar constancia de que muchos de los correligionarios de Kichi han manifestado un gran desacuerdo con su apoyo a la construcción de las cinco corbetas y su venta a un país que, según han denunciado varias ONGs, aplica un bloqueo naval a Yemen que ha provocado una grave crisis humanitaria. De hecho, varios colectivos antimilitaristas afines a Podemos, han manifestado sentirse “decepcionados” e incluso hablan de “traición” y reprochan a José María Gonzáles su doble vara de medir.

Sin embargo, cuando anteayer denuncié personalmente estos hechos en el artículo mencionado más arriba, me encontré con una reacción frenética —incluso iracunda— por parte de algunos simpatizantes de Podemos que me dijeron de todo. Fue esperpéntico que alguien, a quien tengo por una persona inteligente, justificara a Kichi argumentando que «con un paro del 50%, cualquier trabajo es bienvenido ya que la industria de guerra en el mundo forma parte del 65% de la producción industrial, y luchar contra esa injusticia no se hace criticando a un alcalde progresista sino cambiando gobiernos corruptos». Estoy convencido de quien vertió tan desafortunada argumentación habría encabezado un revuelo de críticas si el alcalde reprobado hubiera sido ajeno a Podemos.

¿Por qué son tan sensibles los simpatizantes de Podemos a las opiniones adversas?

¿Por qué coronan las ilustres testas del partido de Pablo Iglesias con una imposible aureola de infalibilidad, sin ser capaces de asumir que la perfección no existe y aun menos en política?

Me consta que no soy el único que se plantea estas cuestiones, pues son ya varias las voces que se han alzado señalando —y denunciando— la hipersensibilidad a las críticas por parte de una formación que, aunque curiosamente naciera criticando a los demás en los platós de televisión, no soporta ser cuestionada, algo que queda mucho más de manifiesto en los adeptos y simpatizantes pertenecientes a las bases que en los políticos quienes, en muchas ocasiones, han demostrado tener cierta capacidad de autocrítica.

Dejaré que sea el lector quien extraiga sus propias conclusiones.


Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

miércoles, 17 de febrero de 2016

"MADRE NUESTRA QUES ESTÁS EN CELO, SANTIFICADO SEA TU COÑO... "






EL AYUNTAMIENTO DE BARCELONA SE RIE DE LOS CRISTIANOS RECITANDO UN POEMA OBSCENO (BURLA DEL PADRENUESTRO)  EN EL 'SALÓ DE CENT' CON LA BENDICIÓN Y APLAUSOS DE LA ALCALDESA ADA COLAU.



Madre nuestra que estas en el celo
sea santificado vuestro coño
la epidural la comadrona


Venga a nosotros vuestra llamada
vuestro amor, vuestra fuerza

Hágase su voluntad en nuestro útero
sobre la tierra


Nuestro día de cada día, denos hoy
y no permitáis que los hijos de puta
aborten el amor, hagan la guerra

Lliberémonos
por los siglos de los siglos.


Vagina...Vamos


Ada Colau bendijo el pasado lunes, con sus aplausos y con su complicidad, un acto presuntamente poético en el que se hizo una burla obscena del cristianismo. Tuvo lugar el Ayuntamiento de Barcelona y estuvo a cargo de la poetisa Dolors Miquel quien leyó, en el Saló de Cent del Ajuntament (en la ceremonia de la entrega de los Premios Ciutat de Barcelona) una 'obra de arte poético' con la que parodiaba el Padrenuestro cristiano. 

Comenzaba con estos versos:

"Madre nuestra que estáis en celo, 
sea santificado vuestro coño, 
la epidural, 
la comadrona ..."

Personalmente abogo con férrea convicción por el laicismo, la separación total iglesia-estado, la eliminación de cualquier prebenda fiscal a todas las confesiones religiosas, pero también defiendo el derecho de cada cual a ser respetado en sus creencias y me opongo a que una presunta poetisa, con la connivencia de una alcaldesa, por muy modernas que sean las dos, se mofen de una creencia que libremente tiene derecho a elegir y profesar cualquier ciudadano.

Insisto que digo esto desde la convicción laica en la que milito. 

Ada Colau debería ser coherente y convocar un certamen poético donde los rapsodas se mofaran también de otras religiones.

¿Se atreve usted, alcaldesa, a reírse de la religión musulmana, por ejemplo, para hacer boca? 
¿Tiene usted valor para hacerlo señora Colau?

¿Le sale del coño?



Podemos bloquea maquiavélicamente el pacto de izquierdas que finge querer.






Durante su comparecencia ante los medios de comunicación del pasado lunes, Pablo Iglesias se esforzó por dar la impresión de que nada mundo le importaba más que llegar a un acuerdo con Pedro Sánchez (“me voy a dejar la piel para lograr un acuerdo con Sánchez”) y se mostró incluso leal (“espero de corazón que Pedro Sánchez sea mi presidente”) durante el acto de presentación del documento con el que pretende negociar con el candidato socialista para formar un Gobierno de coalición (documento que hizo llegar a los líderes de las principales fuerzas políticas, incluido Sánchez, antes de convocar la rueda de prensa).

Sin embargo, y tras una aparente actitud conciliadora, era fácil descubrir en Iglesias una puesta en escena en la que se había estudiado hasta el nudo de la corbata medio suelta que exhibía,  pues si bien su talante y las palabras que empleaba parecían mediadoras y bienintencionadas, su lenguaje no verbal era el de un macho alfa autoritario escoltado por una guardia pretoriana (tal cual ya sucedió en la rueda de prensa que concedió tras su  entrevista con el rey), un negociador severo que exigía para si una súper-vicepresidencia desde la que, además del CNI, el CIS, el BOE y RTVE, pudiera coordinar a policías y jueces contra la corrupción a través de unas atribuciones más propias de un primer ministro que de un número dos del Gobierno.

Escuchando y viendo actuar a Pablo, me reafirmé en la convicción de que su intención era obtener la máxima cuota de poder o, en el peor (o tal vez mejor) de los casos, allanar el terreno para unas nuevas elecciones que, según todos los sondeos, beneficiarían a Podemos. Es decir, sibilinamente, Iglesias mostraba interés por lograr un gobierno del cambio cuando, en realidad, lo que hacía era bloquearlo a base de plantear exigencias imposibles en sus propuestas.

No deberíamos llevarnos a engaño con el juego de tronos que desde el 20-D han puesto en marcha Podemos, PSOE, Ciudadanos y también el Partido Popular a través de  un conato de falsas negociaciones que funcionas más por recados transmitidos en ruedas de prensa o tertulias que no a través de auténticas comisiones de trabajo. Se trata de un juego de poder en el que, aparentemente, todo está en manos de Podemos sin que tengan un interés real por llegar a ningún pacto, algo que ya quedó en evidencia por la soberbia de Pablo Iglesias en su primera rueda de prensa y que también se ha puesto de manifiesto en la de este lunes.

Todo apunta a que Podemos se encuentra en la segunda fase de su implantación como gran partido (la primera fue acabar con Izquierda Unida), una fase en la que es palmaria su obsesión por provocar una división interna en el PSOE para luego machacarlo en unas elecciones anticipadas, y también una fase en la que, de momento, a Podemos le sería indiferente que el PP gobernara de nuevo  o no, cuando lo prioritario para ellos es convertirse en la primera fuerza de la izquierda como en su día lo fuera el PSOE. Luego vendría la tercera fase, es decir, vencer a la derecha o alternarse con ella en el poder si este fuera el caso. Así de sencillo, aunque, en cualquier caso, lo que finalmente ocurra no sólo dependerá de Podemos sino de la capacidad del resto de la izquierda para trabajar unida y, por supuesto, en manos del electorado si de nuevo se le convoca a las urnas.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

viernes, 5 de febrero de 2016

A TI, POLÍTICO CORRUPTO, CON MIS DESEOS DE QUE REFLEXIONES A LA SOMBRA Y ENTRE REJAS





La proliferación de los casos de corrupción en España ha dañado duramente la imagen de la clase política e incrementado la desconfianza de los ciudadanos hacia aquellos que la representan, lo que no deja de ser una injusticia para aquellos políticos honrados, que los hay y muchos. Tanto es así que la última encuesta del CIS, publicada en enero de 2016, pone de manifiesto que tras el paro y las cuestiones económicas, el principal problema para los españoles es la corrupción, los partidos y los políticos en general, asuntos que quedan a mucha distancia de otras preocupaciones como la Sanidad, la Educación o aquellos problemas que en la encuesta son tipificados como de índole social.

Para colmo de males del mucho daño que los políticos corruptos hacen a la sociedad española y también a la imagen de los servidores públicos cuya ética es intachable y su gestión eficaz y eficiente, la guinda de la tarta la acaba de poner la reciente imputación de los 50 concejales, exediles y asesores del PP valenciano que han sidollamados a declarar por blanqueo de capitales, presunto cobro de comisiones y la supuesta financiación ilegal del PP en varias administraciones, una situación que hace que el Partido Popular de Valencia se plantee una refundación que reinvente el partido, limpie su imagen con gente nueva y hasta cambie las siglas que muchos relacionan con la corrupción.

Maticemos que la corrupción en el ámbito político tiene lugar cuando el poder público es utilizado en beneficio privado por quienes lo ostentan, una situación frecuente cuando se abusa de ciertas prácticas enviciadas y se actúa al amparo de la impunidad que a algunos les confiere ciertos estatus, vinculados o no a cargos público.

Es constatable que cuando la corrupción se implanta en una sociedad, ocasiona una la depauperación de la clases medias que la hace tender a reestructurarse en una minoría de ricos y una mayoría de pobres cada vez más manifiesta.


Instauración de la corrupción

Conforme la ciudadanía se va acostumbrando a las praxis corruptas de sus próceres y las asume como algo consustancial e inevitable, surge una sensación de desprotección, una tendencia al individualismo y un escepticismo que abocan en una falta de compromiso social por parte de los gobernados. Esto es debido a que los miembros de cada colectividad tejen una red de expectativas recíprocas, cuyo buen funcionamiento dependerá del grado de confianza de cada cual en que los demás hagan lo que de ellos se espera. Pero cuando esto falla —sobre todo porque los dirigentes anteponen su ambición al interés colectivo– mengua la credibilidad en el estamento político y surge una crisis de desconfianza en la población.

Es en este contexto cuando se manifiesta el síndrome del individualismo fatalista, consistente en una tendencia del ciudadano a priorizar sus aspiraciones individuales por encima de sus deberes colectivos, y también el fatalismo de sentirse abocado a un destino que hace que parezca inútil cualquier tipo de queja o acción de protesta.

Conforme la corrupción va extendiendo sus tentáculos, surge a su vez un presentismo que tiende a promover actuaciones individuales influenciadas por la creencia de que el pasado y el futuro son irrelevantes y la creencia de que sólo el presente importa. Este fenómeno está estrechamente vinculado con la cultura de la inmediatez (búsqueda de placer inmediato en el presente) por el cual el individuo aspira a alcanzar metas cada vez más altas, conseguidas en menos tiempo y con apenas esfuerzo.


Un cóctel explosivo

Las perspectivas empeoran si al presentismo y la inmediatez se asocian factores como la crisis económica, tasas altas de desempleo, tendencia consumista a acceder a todo lo que se publicita en los medios, propensión a contraer créditos difíciles de asumir, conformismo ante un estatus de eternos adolescentes por parte de jóvenes desempleados con dependencia parental incluso en la treintena. Todo empeora si a estos factores se suma la proclividad al consumo de remedios que proporcionen gratificaciones inmediatas, como sucedes con las drogas o el alcohol, unas sustancias cuyo uso se asocia a la frustración, la falta de expectativas laborales y la desconfianza en el sistema social al que se pertenece. Cuando estos ingredientes se mezclan en una coctelera y quien la agita es un barman corrupto, el resultado es un trago amargo y difícil de asimilar sin sufrir las consecuencias.


Dos posibles reacciones: apatía por desencanto o activismo social

Conforme queda instaurada la corrupción en el sistema, se activa una cadena causa-efecto y surge el desencanto de unos ciudadanos que adoptarán posturas individualistas, presentistas y una apatía participativa en las cuestiones sociales, y también un abúlico ostracismo que frenará el ímpetu cooperante del individuo. Una de las consecuencias será una alta tasa de abstención cada vez que se convoquen elecciones, o sea, la apatía abstencionista por desencanto.

En un extremo diametralmente opuesto, la reacción a la corrupción puede materializarse en las antípodas de la apatía a través de movilizaciones ciudadanas encaminadas a implantar nuevos modelos sociales. Es lo que sucedió con el 15-M o movimiento de los indignados surgido a raíz de una manifestación de protesta llevada a cabo el 15 de mayo de 2011 y tras la cual, medio centenar de personas decidieron acampar de forma espontánea en la puerta del Sol de Madrid. Es resto es de sobra conocido y el boom de Podemos y sus partidos satélites, una de sus consecuencias.


Transformación sociocultural y recuperación del control de las instituciones

Ya en el capítulo de las conclusiones podemos inferir que lucha contra las prácticas corruptas debe ir siempre asociada a un plan de transformación sociocultural dirigido a prevenir (o combatir si ya se ha instaurado la mala praxis) la creencia fatalista de que la corrupción es inevitable e imposible de vencer.

Otro puntal en la sistemática de actuación contra la corrupción es la lucha contra el inmovilismo, a través de actuaciones encaminadas a recuperar el control de las instituciones y ofrecérselo –por cauces democráticos– a unos gobernantes honestos que estén sometidos a las leyes como cualquier otro ciudadano y que actúen como servidores electos y no como oligarcas despóticos, caciquiles, nepotistas y aferrados al poder y al dinero.

Igualmente, los ciudadanos que, bien por desencanto o bien por impotencia, opten por resignarse y no se sientan comprometidos con sus obligaciones participativas, deberán recapacitar y considerar que la batalla contra las injusticias sociales (como la corrupción) sólo se vencerá en la medida en que sean conscientes de que al asumir la corrupción como algo inevitable, están contribuyendo a perpetuarla y a una progresiva desintegración  la sociedad.

Finalizaré estas reflexiones con la referencia a un artículo publicado por Baltasar Garzón en 2010 en El País en el que el juez sostenía la necesidad de "liderazgos valientes y decididos" para superar la indiferencia popular hacia la corrupción y abogaba por combatir la idea de que el esquema de partidos políticos precisa de una cierta dosis de ella, señalando además lo que consideraba como la clave para investigar y castigar a los corruptos: "Un poder judicial fuerte, independiente e inamovible".