miércoles, 26 de febrero de 2014

Mariano Rajoy y el Capitán Pescanova





Incluso con agua al cuello, intentan convencernos de que
en España, la economía va bien…
al menos para unos pocos.


El mar –la mar–  siempre cautiva por su inmensidad, por su desatada fuerza y por los recónditos misterios que esconde en sus profundidades. A lo largo de la historia, el ser humano ha considerado la mar como un reto y su conocimiento una incógnita al intentar obtener respuestas a cuestiones que abarcan desde la entelequia filosófica de cómo es posible la existencia de algo tan inmenso hasta el planteamiento biológico de cómo será posible la vida bajo las aguas sin recibir la luz del sol ni poder respirar oxígeno. 
Igualmente han interesado a la humanidad ciertas cuestiones prácticas como son la técnica y el arte que permiten orientarse y desplazarse flotando en su superficie.

Pero además de sondear en las entrañas de su conocimiento, el hombre se ha servido también del mar como fuente de inspiración artística (literatura, música, pintura, cine…) y, sorprendentemente, también como recurso utilizado por ciertos políticos para hacerse entender o, a veces, para hacernos reír intentándonos convences de sus absurdas mentiras que hacen pasar por verdades.

En mayo de 2010, Francisco Camps sorprendió a propios y extraños al afirmar que "toda España sabe que soy honrado, desde Finisterre hasta el cabo de Gata", aseveración hecha sin duda como homenaje y cita al ilustre Pepe da Rosa y una inspirada canción donde el rapsoda y músico entonó estos bien rimados versos: 

Del cabo de Gata 
al de Finisterre 
Hay que ver la gente
como está con jota erre

Transcurridos casi cuatro años, en el debate del estado de la nación celebrado el 25 de febrero de 2014, otro político del Partido Popular, esta vez don Mariano Rajoy, recurría de nuevo a referencias  geográficas marítimas al declarar con triunfalismo, que “... hemos atravesado el Cabo de Hornos”.






Habida cuenta de la tendencia de los populares a las metáforas marineras, cabría preguntarse que atlas consultarán y con que nuevas inspiraciones piensan sorprendernos los políticos de la derecha nacional con miras a la inminente campaña electoral que el próximo año decidirá un nuevo (o quizás el mismo) presidente de gobierno

¿Tal vez propondrán como candidato a la presidencia de gobierno en 2015 al intrépido Capitán Pescanova?

¿Tal vez anunciarán  que " lamentablemente, España se hunde como el Titanic", tras la nefasta gestión del partido de la gaviota (ave marina por cierto) que sólo ha beneficiado a los bolsillos de quienes no necesitan de ese estado de bienestar que poco a poco han ido destruyendo?


Por Dios, que triste tropa la de estos próceres de la patria.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor



sábado, 22 de febrero de 2014

Pillan a Francisco Granados con el carrito de la gomina







"SI ME EXPULSAN DEL PARTIDO, 
ALGUNO ME VA A ENCONTRAR"


Tras ser descubierta su cuenta en Suiza y el "abandono" que le han dispensado sus compañeros del PP madrileño, Francisco Granados ha reconocido sentirse molesto y ha declarado que “si me expulsan del partido, me van a encontrar” lo que, bien pensado, sería positivo y beneficioso si supone que, por fin, alguien se atreva a cantar las verdades del barquero en vez de emitir   falsarios gorgoritos  como hacen los populares cuando son pillados con las manos en la masa. 

Es público y notorio que los políticos de la mamandurria (mamandurria de mamar un sueldo inmerecido)  se apoyan los unos a los otros, sean o no de la misma cuerda, como una banda de aprovechados que son, adictos a un escaño –no importa si azul, rojo o mediopensionista–  por pura querencia al poder y al hábito de vivir del cuento, a ser posible con el sudor del de enfrente.

En Valencia disponemos de un amplio muestrario de políticos mamandurrieros al sufrir desde hace veinte años un impune desfalco de los populares rematado por la ineficaz oposición del PSPV-PSOE,  un partido que ante la inminentes primarias que vienen (sólo quedan tres semanas) apuesta desde la sede de Blanquerías por los de siempre, es decir, por Ximo Puig y su equipo, en contraposición de Toni Gaspar, un joven valor que aporta una renovada ilusión al luchar contra el estancamiento del socialismo valenciano y el conformismo de quienes aspiran a vivir eternamente de la política con del apoyo de militantes fieles a un ideal y que se sienten orgullosos de poseer un carnet sin considerar cuantos otros lo guardan en su cartera junto a la acreditación de un club de golf o una sociedad elitista de acceso restringido.

En un feudo, el hispano, donde nadie deja su puesto por mas que le insulten ("sillón de mis entretelas, mi despachito oficial…" cantaba Aute en Forgessound, y luego Rosa León), el renuncio de Francisco Granados podría dar mucho juego si, como es de prever, le siguen dando las espalda sus compañeros de partido. Un feroz ataque por parte de la cúpula madrileña al exalcalde de Valdemoro (además de senador, diputado, tertuliano y muchos mas menesteres) tal vez  animara a Granados a cantar la Traviata, la misma que aun no ha cantado Luis Bárcenas quizás por miedo a presuntas amenazas a su familia y motivo por el que el extesorero se muestra enfadado pero tira de la manta sólo lo justo mientras sus excompañeros de partido (a quienes tilda de sobresuelderos, cohechistas y presuntistas) se hacen los ofendidos.

Ya veremos en que queda el asunto de Granados y sus rizados cabellos untados de gomina. Si bien es cierto que el tema promete, quien esto escribe y firma se muestra mitad agorero y mitad realista al apostar que al final pasará lo de siempre, es decir, nada.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

lunes, 10 de febrero de 2014

¿Es ético que haya políticos ricos ?





 Aznar se construye un chalet de 1,4 millones de euros en Marbella. 
Algunas fuentes aseguran que la operación se habría cerrado en una 
cantidad cercana a los dos millones de euros



La pasada semana llamó mi atención la noticia de que José María Aznar y su esposa hubieran adquirido una mansión de lujo (dos millones de euros) en una de las zonas más exclusivas de Marbella y también  que fuera la tercera vivienda de alto standing que el expresidente adquiría desde que dejó la Moncloa.

Tras una breve reflexión concluí que no era la compra de una millonaria residencia lo que disparaba mis alarmas sino la improcedencia de que el comprador fuera un hombre público que en su día fue elegido presidente  de  gobierno y que hoy vive (al igual que sucede con Felipe González)  rodeado de lujos sin que nadie pueda asegurar si habría podido acceder a ellos de no haberse dedicado a la política.

No pretendo plantear un malicioso silogismo dirigido a concluir que Aznar se enriqueció ilícitamente gracias a la política, Dios me libre, sino sólo sugerir que, por ética, no se debería permitir a nadie que detente cargos políticos y que gestione dinero público, hacer alarde de unas riquezas a las que no tenía acceso antes de dedicarse a la res publica.

Del mismo modo, me planteo la improcedencia de que quienes posean una gran fortuna puedan acceder a la política, más aun si su riqueza procede de una actividad sobre la que el político puede ejercer poder. Sumemos a esto lo difícil que debe ser  para quien no sufre privaciones gestionar solidariamente una crisis como la que afecta a millones de españoles y empatizar adecuadamente con su pobreza y necesidades.

No se trata de negarle a nadie el derecho a ser rico ni tampoco oponerse a que cualquier ciudadano pueda ejercer un cargo público si es democráticamente elegido, pero sí que cuestiono éticamente el contrasentido de que quienes siendo ricos y teniendo las necesidades más básicas cubiertas, puedan ponerse en la piel de aquellos que carecen de recursos  y adoptar medidas en beneficio de la mayoría aunque les perjudique impositiva y fiscalmente en sus ingresos y patrimonio.


Así, es fácil entender por qué la mayoría de la ciudadanía contempla con recelo a quienes dicen actuar en beneficio de la colectividad mientras viven en la opulencia. Mas cuando suele tratarse de individuos de talante arrogante y prepotente que actúan como si estuvieran por encima del bien y del mal y hasta del resto de los mortales a quienes parecen despreciar aunque sus riquezas se nutran del esfuerzo de los más desfavorecidos.

Como dato curioso, constataré la ausencia de "gestos de generosidad" ante la crisis económica por parte de los millonarios españoles en contraste con los de otros países, como Francia o EEUU, que no hace mucho pidieron una mayor presión fiscal sobre sus fortunas como contribución para paliar la crisis. Es pues comprensible que la ciudadanía se escandalice al ver como hay políticos millonarios (o que actúan al dictado de las grandes fortunas) que les imponen políticas de ajuste y recortes de salarios y de prestaciones sociales en base a unas disposiciones que a ellos no les afectan sino que, incluso, les benefician.


Alberto Soler Montagud
Médico y escritor