lunes, 20 de octubre de 2014

Carta abierta a Mariano Rajoy







Seré breve señor presidente, no por respetar su preciado tiempo sino por no perder un solo segundo del mío, al menos ningún segundo más del los estrictamente necesarios para exponerle una cuestión que me preocupa y repercute en la ciudadanía. Me gustaría, señor Rajoy, que ante el último escándalo de corrupción y estafa que le ha estallado en las narices a usted y a los contribuyentes (me refiero a las tarjetas black), actuara como lo haría un  presidente de talla de esos que transmiten seguridad, en vez de incomodarnos con sus pasmadas ausencias, dedicarse a leer con apática retórica lo que otros le escriben y repetir los mantras que sus asesores le embuten a modo de consignas partidistas más que gubernamentales.

Le censuro, señor Rajoy, la esquiva actitud que usted y su gobierno han adoptado ante el escandaloso caso de las tarjetas opacas de Caja Madrid, y en especial al trato preferente que le están otorgando al militante del Partido Popular, señor Rodrigo Rato; por ello, como ciudadano que paga sus impuestos, le exijo que se defina ante esta nueva inmoralidad que nos encumbra una vez más en el podio de la corrupción convirtiéndonos en un hazmerreír y el país que mas impunidad confiere a quienes malversan el dinero público en toda la Europa democrática.

Soy consciente de su gran dificultad para actuar con rapidez y energía en los casos que requieren tomar decisiones contundentes, por ello me he tomado la licencia de sugerirle dos opciones que le pueden ayudar a afrontar la realidad y manifestar sin ambages cual es su postura ante el escándalo protagonizado por el exministro Rato, a quien el juez Fernando Andreu le ha impuesto una fianza millonaria en euros, tanto a él como a su compinche Miguel Blesa.

La primera opción que le ofrezco es bien sencilla; se la están pidiendo a gritos incluso desde dentro y de su partido y se trata de expulsar al señor Rato del PP, una acción que le conferiría una imagen de autoridad presidencial que le vendría muy bien siendo que su aceptación popular es paupérrima.

La segunda opción es más delicada aunque tal vez le sea más fácil de tomar, pues ya ha recurrido a ella con los apoyos incondicionales que históricamente viene ofreciendo a nefastos personajes como Jaume Matas, Carlos Fabra o recientemente a Luís Bárcenas. Sólo tendría que enviar desde su smartphone  un mensaje al señor Rato diciéndole: 

"Resiste Rodrigo, sé fuerte. Estoy a tu lado y al lado de Blesa. Nada es fácil y hacemos lo que podemos. Mañana os llamaré. Un abrazo". 

Esta simple acción sería un acto de coherencia que le haría ganar puntos si, como colofón al mismo, renunciara usted a la presidencia de Gobierno y decidía convocar elecciones generales con la consiguiente disolución de las Cortes.

Piénselo bien señor Rajoy. Con esta última actuación se convertiría usted en el segundo presidente de la democracia que dimite en pleno ejercicio de sus funciones. ¿Quién le dice que tras su valiente gesta, el futuro no le deparara el mismo reconocimiento que con el tiempo ha convertido en mito a Adolfo Suárez? 
Insisto, piénselo seriamente don Mariano, pues tal acción podría darle color a su gris trayectoria y reservarle un lugar de honor en las enciclopedias del futuro. Además, considere que una retirada a tiempo para ejercer como funcionario en la plaza de registrador de la propiedad de Santa Pola de la que es usted excedente, sería un bálsamo que aliviaría el inmenso estrés que sin duda debe haber acumulado.

Con la congruencia que me caracteriza, me despido de usted sin desearle parabienes aunque, eso sí, con la esperanza de que disfrute el resto de sus días la misma suerte a la que usted y su gobierno han condenado a millones de votantes que creyeron sus mentiras electorales.

Atentamente.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

martes, 14 de octubre de 2014

Ébola: diferencias en la actitud de los gobiernos de EEUU y España





Dejaré claro previamente que prefiero mil veces la sanidad española antes que la de los EEUU,  una predilección desapasionada que expongo con el conocimiento que me confiere mi condición de médico y la circunstancia de  conocer bien ambos modelos sanitarios. Pero no es de sanidad ni tampoco de ponderar la cualificación de los profesionales sanitarios  de ambos países de lo que trata este artículo, sino de la actitud, calidad humana, competencia y profesionalidad de los políticos norteamericanos en comparación con la de muchos de los españoles en lo que al modo de abordar el problema del ébola ha quedado de manifiesto, así como su respeto y consideración por los trabajadores sanitarios a quienes en EEUU se les ha tratado, al menos en este caso, como héroes mientras en España se le ha llamado mentirosa e inepta a una auxiliar de enfermería infectada sin que nadie haya asumido responsabilidades por ello, haya tenido la dignidad de dimitir o se le haya cesado sin más contemplaciones.

En el titular hago referencia a las diferencias en la actitud ante el ébola por parte de la administración Obama en comparación a la del gobierno de Rajoy, pero citaré sólo dos diferencias aunque hay muchas más que en su momento revisaré.

Apenas concluida la lectura en la web de la NBC News de una información sobre un profesional sanitario contagiado de ébola en Dallas (Texas, EEUU) tras haber atendido a Eric Duncan, primer fallecido en Norteamérica por el mortífero virus, me llamó la atención que las autoridades sanitarias estadounidenses mostraran un respeto exquisito por el sanitario a quien describieron como un héroe y cuyo anonimato preservaron en cumplimiento del deseo de la familia. Recordemos que el enfermero americano es el segundo caso mundial de ébola contraído fuera de África y que el primero fue el de la auxiliar de enfermería española Teresa Romero.


Dice un fragmento del artículo:

“… that health care worker is a heroic person who provided care to Mr. Duncan” (cuya traducción al español es: “..este trabajador sanitario es una persona heroica que proporcionó sus cuidados al [fallecido] señor Duncan”).


Que nadie vea una falta de respeto por mi parte, pero tras leer el artículo de la NBC News, mi subconsciente me envió un sarcástico mensaje sugiriéndome que la traducción del fragmento por parte de nuestros gobernantes podría haber sido:

“… este trabajador sanitario se tocó la cara con la mano, torpe y puede que intencionadamente para infectarse y perjudicar así al partido en el gobierno”.


La segunda diferencia que quiero resaltar entre la actitud de los gobiernos de EEUU y España guarda relación con la mascota de Nina Pham, una enfermera de veintiséis años ingresada en el Texas Health Presbyterian Hospital de Dallas tras haber contraído la infección del ébola como consecuencia de su actividad profesional. Al igual que la auxiliar de enfermería española, Nina era propietaria de un perro que estuvo con ella durante su periodo de incubación; ante tal eventualidad, la decisión de las autoridades estadounidenses fue poner en cuarentena al animal y no sacrificarlo como se ha hecho en España con Excalibur, la mascota de Teresa Romero.

Desde una perspectiva médico-epidemiológica, la decisión de aislar en cuarentena al animal para estudiarlo mediante analíticas y una evaluación diaria de su estado clínico y constantes vitales, posiblemente aporte a la comunidad científica una valiosa información sobre el papel que desempeñan los perros en la cadena de transmisión del virus del ébola así como que actitud adoptar ante una situación similar. Claro, que otra opción sería matar a cualquier ser vivo no humano que haya convivido con un sospechoso de padecer la enfermedad de Ébola y seguir viviendo en la ignorancia cientifica.

Como médico, y también como defensor del derecho de los animales a no ser maltratados, comparto el criterio estadounidense de no haber matado al animal, una solución precipitada (muerto el perro, se acabó el problema que nos supone no saber que hacer con él) que adoptaronnuestras autoridades políticas cuando el tema del ébola aun estaba bajo la jurisdicción de la inepta ministra Ana Mato y no de un comité de expertos como ahora sucede.

Una vez más, Spain is different.


Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

miércoles, 8 de octubre de 2014

El virus Ébola, el tren Alvia y el metro de Valencia






Teresa Romero, la auxiliar de enfermería infectada con el virus Ébola, me recuerda al maquinista superviviente del accidente del Alvia descarrilado en 2013 en Santiago de Compostela, y también al que resultó muerto en el accidente de metro de la Línea 1 de Valencia en 2006. El motivo es obvio, pues presiento que la tendencia institucional será de nuevo atribuir la culpa de los hechos a la negligencia de un trabajador en pleno desarrollo de sus funciones. Sin embargo, recordemos que en ambos accidentes ferroviarios, hubo advertencias previas de riesgo de siniestro y denuncias de incidencias subsanables que fueron desoídas. Del mismo modo, el personal sanitario de Madrid que atendió a los sacerdotes infectados por Ébola, ha censurado que sólo se les diera un rápido cursillo de cuarenta minutos con instrucciones para el uso del vestuario de protección.

Dije entonces (me remito al siniestro del Alvia de 2013) que, independientemente de un error humano y de que el maquinista reconociera su parte de culpa por una distracción, inherente a la condición falible del ser humano, un accidente de tal magnitud nunca obedece a una sola causa sino a una concatenación de muchas de ellas. Sin embargo, a las autoridades responsables les resultó beneficioso que el maquinista, en estado de shock, se autoinculpara como consecuencia de su estado conmocional, e hicieron lo imposible por descargar responsabilidades –indirecta aunque sibilinamente– sobre él (como sucediera con el que conducía el convoy de Metrovalencia en 2006, en aquél caso fallecido, lo que sirvió, valga la expresión, para que fuera fácil cargarle al muerto las culpas) cuando en realidad, tal atribución causal  debe ir siempre precedida de un análisis exhaustivo sin criminalizarciones apriorísticas.

Cualquier acontecimiento trágico como los tres aquí reseñados (dos ferroviarios y uno de salud pública) coinciden en su carácter multifactorial y en que la primera reacción institucional suele ser disfrazar de palabrería vacua la incompetencia de las autoridades y atribuir toda la responsabilidad a quienes  protagonizan –más por obligación más que por devoción– un guión que no han escrito.

En el caso de la mujer la infectada por el  virus Ébola, una auxiliar clínica que apenas si recibió información de como actuar ante un paciente contaminado, a las autoridades sanitarias les ha venido de perillas que, estando tan aturdida como lo estaba el maquinista del Alvia, Teresa Romero haya declarado que “tal vez se tocara el rostro con los guantes mientras se quitaba el traje”, unas declaraciones que nunca debería haber hecho a la prensa (¿por qué se le ha permitido hablar en su estado por radio y televisión? ¿acaso se le ha instigado a hacerlo?), una asunción de culpa que en ningún modo debería eclipsar una responsabilidad que sólo es inherente a las autoridades sanitarias, mas todavía cuando, presuntamente, ha habido irregularidades en un asunto cuya idoneidad de actuación quedó cuestionada con el polémico traslado del padre Pajares en el mes de agosto pasado. 

En este sentido, no obstante, resulta tranquilizador que la Fiscalía de Madrid haya abierto diligencias con la intención de depurar responsabilidades según citan fuentes fiscales.

No quisiera finalizar sin lamentar la nefasta gestión de esta crisis por parte del Ministerio de Sanidad, así como la vergonzosa comparecencia en rueda de prensa de la ministra Ana Mato que pasará a los anales de la incompetencia por mostrarse como una inepta que no se enteraba de nada, limitándose a tirar balones fuera y a eludir responsabilidades que sólo a ella le competían.




Alberto Soler Montagud
Médico y escritor



viernes, 3 de octubre de 2014

Mónica Oriol desprecia a las trabajadoras embarazadas




MÓNICA ORIOL
PRESIDENTA DEL CÍRCULO DE EMPRESARIOS 
INSULTA Y DESPRECIA A LAS 
MUJERES TRABAJADORAS 
SUSCEPTIBLES DE QUEDAR EMBARAZADAS



Concretamente, la señora –presunta señora en lo sucesivo– Mónica Oriol, ha arremetido hoy contra las mujeres de entre 25 y 45 años con unas declaraciones que este mediodía las he visto varias veces, tanto en 'Al rojo vivo' de La Sexta como en los telediarios de un par de cadenas televisivas; me he fijado bien, y la indigna presidenta del Círculo de Empresarios ha demostrado tenerlos cuadrados ya que no ha pestañeado ni movido un sólo músculo facial mientras despreciaba a las mujeres trabajadoras potencialmente embarazadas.

Nuestro país (la España cuyo nombre pronuncian con la boca llena de ardor patriótico los próceres de la derechona), se ha convertido en algo tan casposo, singular y paradójico que puede suceder que, precisamente una mujer, se erija como el paradigma del mas recalcitrante machismo liberal sin que, apenas dicho lo dicho, nadie le haya forzado a dimitir ni aun menos a disculparse.

Con fervor iracundo, justo y racional donde los haya, exijo la inmediata dimisión de la presunta –señora–  Mónica Oriol, sobre todo porque que reincidente y la misma descerebrada que, no hace mucho, criticó que el salario mínimo "te obligue a pagar un sueldo a jóvenes aunque no valgan nada" y se lamentó de que "haya que darles un dinero que no producen" razón por la que  sostuvo que sería necesario "dar a gente desigual un trato desigual", es decir, defendió un salario-mínimo-basura-putrefacta para quienes, al parecer, ella considera una chusma no preparada.


Pequeños detalles como éste, y también hoy se haya confirmado que Carlos Fabra no entrará, por ahora, en la cárcel, hacen que me sienta más patriota de Marte que de Españistán.
Por si creéis que os acabo de gastar una broma, aquí está el enlace a la noticia de marras en EL PAÍS de hoy.