sábado, 19 de septiembre de 2015

Miquel Iceta, un hombre sin complejos




No es mi intención entrar en ideologías ni debatir sobre el independentismo catalán, sino sólo dejar constancia del buen rollo que me transmite Miquel Iceta, un político del que nunca había oído hablar y que, de pronto, a raíz de un arrebato bailongo difundido por todas las cadenas de televisión, he tenido a bien incorporar en mi carpeta de simpáticos sin complejos. 

Tengo claro que el bueno de Iceta ni siquiera baila bien, pero le reconozco la capacidad de emocionarse como esos niños que cuando suena una música marchosa, saltan a la pista y, sin miedo ni vergüenza, se emocionan y consiguen transmitir su emoción sin importarles si están haciendo o no el ridículo.

Siempre he creído que dejarse llevar por un impulso es un buen modo de alcanzar metas que a otros les parecerían imposibles o improcedentes. 

Soy consciente de que ser impulsivo lleva implícito el riesgo de equivocarse con frecuencia y de dar pasos en falso que luego habrá que rectificar, pero también se debería considerar que el éxito y la felicidad nunca se alcanzan con pasividad ni tampoco con un exceso de prudencia. 


La vida es demasiado corta y quien no sea capaz de vivirla y de arriesgarse, aunque frecuentemente se equivoque, difícilmente avanzará hacia la consecución de sus metas.

viernes, 18 de septiembre de 2015

La cuestionable estética del alcalde de Ferrol






Los protagonistas de la fotografía que ilustra este artículo son los comandantes de dos fragatas pertenecientes a la armada de sendos países integrados en la OTAN, el canadiense Pascal Belhumeur y el noruego Odd Erling, así como el alcalde de la ciudad de Ferrol, Jorge Suárez, quien los invitó a una recepción protocolaria a la que ambos marinos acudieron vestidos con el traje de gala preceptivo según el protocolo, mientras que el primer edil (militante de un partido afín a Podemos) recibía a los militares ataviado con un desvencijado pantalón vaquero, una arrugada camisa dejada caer por fuera y una descuidada barba de varios días que dejaban constancia de su mala educación o al menos de su desprecio por las mínimas normas de protocolo.

Podría darse el caso de que el señor Suárez actuara con ignorancia protocolaria o bien que la elección de su indumentaria obedeciera a  una provocación voluntaria en contra de los convencionalismos de un modelo social que rechaza, no obstante, en cualquiera de los dos supuestos, el desaliñado edil habría incurrido en una falta  de estética y puede que también de respeto a los representantes de dos estados soberanos.

La desarrapada imagen del alcalde dio lugar a una reacción de disconformidad en los círculos castrenses así como de indignación por parte de algunos representantes del ayuntamiento ferrolano, por considerar que su aspecto ofendía al buen gusto y la dignidad de los altos representantes de dos países aliados. Pero no fue sólo la indumentaria del alcalde lo que generó malestar en el ámbito militar, sino también que en su discurso manifestara que  «el negocio de la guerra, en función de los intereses económicos, deberá sustituirse por el desarme», una consigna ideológica con la que puede que incluso esté de acuerdo al escribir este artículo, pero que fue proferida en un lugar inadecuado, ante personas inadecuadas y en un momento nada oportuno para lanzar una soflama política. 

Cuantas tablas, cuanta cultura y cuanta estética institucional les falta a muchos políticos de los recién llegados partidos emergentes, unas formaciones que no acaban de encajar en los engranajes de las instituciones y que caen en bochornosas incongruencias como invitar y recibir a dos representantes de la OTAN (organización contra la que hasta ahora se había manifestado Jorge Suárez), y aprovechar el acto para soltar un mitin vestido con ropa de andar por casa.

Como despedida, quisiera matizar, a título de anécdota y también de incongruencia, que en el ayuntamiento de Cádiz (con un gobierno de idéntica orientación política al de Ferrol), se da la inexplicable circunstancia de que el señor Kichi —alcalde de la corporación— aunque acuda vestido a los actos oficiales de la misma  guisa que Jorge Suárez, no tiene inconveniente en ponerse un  traje cuando celebra bodas civiles "por respeto a los contrayentes". Y yo me pregunto donde marcarán, quienes así actúan, la línea que separa el respeto de la zafiedad

Valga éste último párrafo para dejar constancia de que, independientemente de las opiniones formales y estéticas vertidas en este escrito,  no le confiero a la indumentaria más valor que el que me merecen las ideas o las convicciones, únicas características por las que valoro éticamente a un ser humano, pero una cosa es la ética y otra la estética, la indumentaria y el saber cómo, cuando y donde ponerse determinadas prendas de vestir para no chocar con las normas ni provocar situaciones incómodas e innecesarias.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

domingo, 13 de septiembre de 2015

Petra Laszlo: perfil psicopatológico de un comportamiento execrable








La brutal agresión a varios migrantes sirios por parte de la camarógrafa húngara Petra Laszlo abre de nuevo el debate sobre la existencia de la maldad como una tendencia natural inherente a ciertos individuos cuya ausencia de moral, bondad, caridad o afecto natural por su entorno y los seres humanos en general, se plasma en deleznables actos voluntarios sin que haya un trastorno psicológico que los justifique como algunos pretenden argumentar.

Aun no repuestos del impacto de las dramáticas imágenes del cuerpo sin vida del niño Aylán Kurdi yaciendo boca abajo en una playa turca en su intento de huir con su familia del infierno bélico que dejaban atrás en Siria, los informativos nos sorprendieron la semana pasada con el acto de violencia de una reportera al poner la zancadilla a un migrante sirio, que corría con su hijo en brazos, para hacerle caer al suelo, luego dar patadas a una niña y lanzar a su vez certeros golpes contra una multitud de sirios que intentaban atravesar la frontera entre Serbia y Hungría.

Apenas supe de la noticia, escribí un comentario en una red social censurando la nefasta actuación de la periodista húngara (operadora de cámara al servicio de una cadena de televisión vinculada a la extrema derecha) y me llamó la atención que una mujer me respondiera en el acto, indignada y justificando que Petra Laszlo actuaba «desde su libertad y condicionada por un miedo personal mal gestionado», curiosamente los mismos argumentos que días después utilizaría la agresora tras unas jornadas de silencio  en las que debió ser asesorada sobre como excusarse de su violenta actuación.






«Lamento lo sucedido. La cámara estaba rodando, cientos de inmigrantes rompieron el cordón policial, uno de ellos corrió hacia mí y me asusté».

«Ocurrió algo dentro de mí. Simplemente pensé que me estaban atacando y que tenía que protegerme. Tuve un ataque de pánico y es difícil acertar con las decisiones cuando la gente es presa del pánico».

 «No soy una cámara racista sin corazón que patea niños. Y no merezco esta caza de brujas contra mí, ni la difamación ni las amenazas de muerte. Soy una madre soltera en paro con hijos pequeños que tomó una decisión errónea ».
«Siento sinceramente lo ocurrido (...) prácticamente estoy en un estado de shock por lo que hice y por lo que están haciendo conmigo»

Tras una primera lectura de estas citas, y después de haber visionado detenidamente los videos donde Petra Laszlo da rienda suelta a sus instintos mientras baila una satánica danza al son del odio xenófobo que, presuntamente, bullía en sus entrañas, resulta difícil creer que ésta mujer actuara por miedo cuando en ningún momento se le ve realizar movimientos de defensa sino más bien propinar certeras patadas de ataque muy bien coordinadas, al tiempo que manejaba su aparatosa cámara.

Las excusas de Laszlo me recordaron a los alegatos esgrimidos durante los juicios de Nuremberg cuando los inculpados por el genocidio nazi y sus defensores pretendieron convencer al jurado de que ninguno de los acusados había actuado con maldad («no era consciente de lo que hacía», «no ejercía control mental sobre mis actos» «sólo obedecía órdenes» «estoy conmocionado, en estado de shock»…) a fin de obtener un veredicto de no culpa que finalmente no consiguieron ya que los tribunales desestimaron muchas de estas alegaciones reconociendo, tácitamente, la existencia de maldad intrínseca en los acusados.

Petra Laszlo y quienes a partir de ahora la defiendan desde posturas ideológicas xenófobas y extremistas, intentarán convencernos de que su salvaje exhibición de patadas y zancadillas no fue más que una muestra de miedo y una reacción de supervivencia por parte de una mujer que atravesaba una situación límite y que al sentirse en peligro decidió defenderse.

Es frecuente escuchar, cuando alguien comete un acto violento de gran repercusión, que el ejecutor del mismo estaba fuera de sí –enajenada, loco– tal vez como un intento exculpatorio de la condición humana a quien se quiere dejar al margen de la comisión de actos delictivos voluntarios, sin tener en cuenta que al igual que existe el bien (inclinación natural a ejecutar buenas acciones, a ser comprensivo con el entorno y con los demás) y nadie recurre a ningún trastorno mental justificarlo o explicarlo, también existe el mal como una realidad  per se que no tiene por qué ser la consecuencia de una patología psiquiátrica.

Sin embargo, es frecuente que ante una exhibición de maldad, se tienda a disculpar a quien la comete argumentando, por ejemplo, que quien perpetró un asesinato múltiple lo hizo porque  estaba enfermo mentalmente; es un error muy frecuente no tener en cuenta que un criminal puede actuar sabiendo lo que hace, y hacerlo sólo en base a su maldad y no porque padezca un trastorno psíquico.

Según se desprende de su lenguaje corporal, es altamente probable que al agredir a los migrantes sirios, Petra Laszlo actuara desde su libertad, con voluntariedad y no condicionada por una enajenación mental transitoria, ni tampoco como consecuencia de un brote psicótico (su contacto con la realidad parecía intacto y coherente)  o como respuesta a una crisis de pánico ya que en estos casos lo habitual es la inhibición de quien la sufre y la adopción de conductas de huida más que de ataque. Resulta muy significativo que la agresora solo manifestara su conducta violenta contra el grupo de migrantes y no sobre el resto de personas presentes en la región fronteriza; dicho de otro modo, todo apunta a que esta mujer era consciente de lo que hacía y plenamente responsable de sus actos. Tal vez lo único cierto de sus declaraciones al justificarse, sea que tras su manifestación de agresividad se encontraba en estado de shock, algo comprensible por la repercusión internacional mediática que ha tenido su arrebato de violencia; pero  consideremos que estar en shock cuando alguien es señalado por el dedo acusador de todo el mundo puede ser una consecuencia, pero nunca una causa de lo que previamente se ha hecho.

En cualquier caso, la última palabra sobre la culpabilidad o la inocencia de Petra Laszlo dependerá de lo que en su momento dictamine el tribunal que la juzgue (si es que progresan las acciones legales que la oposición húngara ha anunciado que presentará contra ella) por haber actuado con tanto odio y belicosidad en contra de un grupo de personas desvalidas que no la atacaron y sólo huían de una guerra y una muerte casi segura en pos de su ansiada libertad.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

miércoles, 2 de septiembre de 2015

CARLOS HERRERA DEBUTA EN LA COPE CON PADRINOS DE LUJO






A lo largo del verano hemos asistido a una campaña de gran expectación creada ante el inminente aterrizaje en la COPE de Carlos Herrera, estrella radiofónica que tras once años de presencia diaria en las mañanas de Onda Cero, ha decidido volver a la emisora de los obispos donde ya dirigió –entre 1992 y 1995– el segundo tramo de La Mañana que entonces presentaba Antonio Herrero.

En relación a esta noticia es oportuno recordar que a mediados del pasado mes de julio, en el informativo Los desayunos de TVE,  Carlos Herrera fue invitado para promocionar su nuevo programa en la cadena COPE a través de una entrevista de media hora de duración, otro despropósito de una televisión pública que desde que gobierna el PP, es proclive a beneficiar a sus propios intereses y a los de sus amigos (consideremos que la COPE va dirigida a una audiencia que coincide con el perfil de los votantes del partido de la gaviota).

Hoy, 1 de septiembre de 2015, a las seis de la mañana, ha tenido lugar el reencuentro de Herrera con su audiencia desde que el pasado marzo anunciara su despedida de la emisora del Grupo Planeta donde, al parecer, por su talante conservador, se debería sentir incómodo cada vez que otro medio del grupo –La Sexta– criticaba la política conservadora neoliberal de los populares y, lo que es peor, se erigía como abanderada del PSOE, Podemos y sus partidos afines. Tampoco debe haber ayudado mucho al bienestar de Herrera que en las tardes de Onda Cero, Julia Otero y sus colaboradores cosechen un gran éxito de audiencia con una postura progresista que contrasta con el conservadurismo de las mañanas.

Aun era de noche cuando he escuchado la entrada triunfal de Herrera en Cope y he comprobado como el evento era vivido a todo lo grande –sorpresas incluidas– no ya por los invitados de lujo que se han sumado a los parabienes sino por la vocación más política que nunca que Herrera ha puesto de manifiesto en su declaración de intenciones plasmadas en un incisivo editorial de más de diez minutos de duración.

El ambiente triunfal que se percibía y el hecho de que Carlos Herrera se haya incorporado a la emisora de la Conferencia Episcopal a sólo tres meses de las próximas elecciones generales, es algo que me ha hecho reflexionar acerca de unas motivaciones que intuyo y que tal vez el tiempo se encargue de poner en claro.

Pero vayamos con la primera sorpresa. Pasadas las ocho de la mañana, un exultante Carlos Herrera ha anunciado que estaba a punto de entrar en directo un importante oyente que se quería sumar al estreno del nuevo programa. Ha sido entonces cuando el Rey Juan Carlos I ha intervenido telefónicamente para ser entrevistado y agradecer a Herrera que le hubiera llamado en lo que era «un día tan importante para él». Afectuosamente, el Rey emérito le ha manifestado al periodista «Te deseo lo mejor junto a todo tu equipo en la nueva etapa que hoy empiezas en la COPE» y ha asegurado ser un  «fiel seguidor de la radio» que «no podía faltar aquí, porque has estado a mi lado en circunstancias difíciles que yo nunca olvidaré y siempre tendrás mi eterno agradecimiento». Si tenemos en cuenta que Don Juan Carlos llevaba más de un año sin aparecer en los medios, su participación en el estreno de Herrera en la Cope adquiere una significativa trascendencia que podría contemplarse más allá de una simple manifestación de afecto hacia un periodista amigo. Si bien Juan Carlos I, para que nadie se sintiera discriminado por su deferencia hacia Carlos Herrera, ha hecho extensiva su felicitación a «todos los profesionales de la radio que muchos de ellos empiezan hoy sus programas», también es cierto que sólo ha acudido al de Herrera.

Vayamos con la segunda sorpresa. Aun no repuesta la audiencia tras la intervención del Juan Carlos I, Carlos Herrera se ha marcado un nuevo puntazo al tener como invitado a alguien que quería estar a su lado en tan importante día; nada más y nada menos que el mismo José María Aznar que llevaba varios meses sin conceder entrevistas. En contraste con la participación del Rey emérito que ha sido fundamentalmente entrañable, la del expresidente de Gobierno ha sido de un marcado contenido político. Llegado a este punto, no está de más reseñar que hace ya muchos años, José María Aznar estuvo también al lado de Herrera cuando éste inició su andadura en la COPE siendo Aznar líder de la oposición.

Tras estas dos intervenciones, que podríamos considerar de lujo y hasta insólita una de ellas, Carlos Herrera ha querido incorporar al líder de la oposición, Pedro Sánchez quien ha intervenido en directo desde Perú para desear éxito al periodista. Carlos Herrera ha dado muestras de su habilidad ya que, en cierto modo, la presencia de este tercer invitado ha contribuido a aportar cierto equilibrio de pluralidad que no ha pasado desapercibido.


Colofón

Una percepción subliminal ha hecho que quien esto escribe tras asistir al arranque de Herrera en Cope, haya tenido la sensación de que Carlos Herrera,  con su invitación a Juan Carlos I quería dejar bien claro su talante monárquico; con la intervención de José María Aznar, Herrera ha querido contar con la presencia del partido que gobierna, pero no a través de la corriente marianista sino con un notable representante del sector más crítico frente la actual cúpula del PP ; y ya por último, con Pedro Sánchez, Herrera no sólo ha querido que estuviera presente en su debut el líder del principal partido de la oposición sino, en cierto modo, ha reforzado el bipartidismo que desde hace años se ha instalado nuestra democracia en forma de una monarquía parlamentaria con dos grandes partidos que cíclicamente se alternan en el poder.

Es por ello que, en mi modesta opinión, Carlos Herrera ha dado el pistoletazo de salida a una personal campaña electoral –la suya– que desde la emisora de los obispos, piensa llevar a cabo durante tres meses que prometen ser intensos en contenido. También, a su manera, Herrera  ha perfilado el sesgo ideológico que desde la COPE piensa difundir para incentivar el voto conservador de su audiencia y afianzar un bipartidismo sin injerencias de sucedáneos ni emergentes.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor.