martes, 25 de noviembre de 2014

Psicopatología del Pequeño Nicolás







Francisco Nicolás Gómez Iglesias dejó de ser Fran, un anónimo veinteañero, para convertirse en El pequeño Nicolás, apodo creado por los medios e inspirado en el personaje homónimo del guionista francés René Goscinny más conocido por sus personajes Astérix y Lucky Luke. Sin embargo, nada tiene que ver Le Petit Nicolas (un niño travieso de seis años miembro de una familia francesa de clase media en la década de los cincuenta) con el personaje que súbitamente ha acaparado la atención mediática española por unas declaraciones fronterizas entre los delirios y el esperpento.

Son muchos quienes especulan con que  el individuo en cuestión sufra un severo trastorno de personalidad cuando Fran asegura haber “colaborado” con el Centro Nacional de Inteligencia (CNI), hablado por teléfono con el rey Don Juan Carlos (“claro que tengo su móvil”), haber mantenido contactos con la Casa Real y realizado gestiones para exculpar a la Infanta Cristina por “el proceso judicial en que está metida” (“Con Cristina me reuní en una ocasión.  Me dio un beso y las gracias“), así como por hacer ostentación de una galería fotográfica y una descomunal agenda de amistades y contactos con políticos y empresarios.

Como profesional de la salud, podría aventurarme y hacer un diagnostico clínico del pequeño Fran, pero no lo haré por carecer de datos suficientes para emitir un juicio. No obstante sí que aprecio en nuestro hombre una serie de rasgos compatibles con lo que Charles W. Dithrich Describió como “pseudologia fantástica”, un síndrome que describe a ciertos mentirosos patológicos que, a partir de situaciones reales, las transforman tergiversando lo que los demás llegan a percibir. Es algo frecuente en quienes crean falsos perfiles en las redes sociales para ofrecer opiniones que son incapaces de asumir desde su verdadera identidad. No obstante, en el caso del pequeño Nicolás, además de crear falsas identidades, nos encontramos también con una presunta megalomanía asociada a un narcisismo y un complejo de inferioridad.

Según Dithrich, las mentiras siempre son intencionales aunque también pueden manifestarse como respuestas automáticas, compulsivas e involuntarias que llegan a creer quienes las profieren. Así, quien sufre una pseudología fantástica investiría de realidad sus fantasías dramatizando y magnificando unos pequeños retazos de verdad que hinchan y hacen creíbles.

Un excelente caldo de cultivo para explicar lo sucedido con el fenómeno Nicolás (y otros tantos nicolases como deben pulular por los mentideros sociopolíticos financieros y empresariales) es lo habitual que se vuelto la mentira en nuestro entramado social, una práctica que, junto a la corrupción, se ejerce con más impunidad cuanto mayor es el poder que se detenta y promueve reacciones de rechazo por parte de una ciudadanía que, por lo general, las espera y hasta las perdona siempre que se les permita mentir y defraudar a pequeña escala y con garantías de que no serán pillados en sus ridículos delitos.

Pero, volviendo al tema de este artículo, no quisiera concluirlo sin afirmar que nunca pondría la mano en el fuego afirmando que Francisco Nicolás Gómez Iglesias sufre una pseudología fantástica asociada a una megalomanía con rasgos de personalidad narcisista, entre otras cosas porque mi capacidad de asombro no conoce límites y porque, hoy por hoy, soy incapaz de negar que Le Petit Nicolás tutee y llame “jose” al expresidentes Aznar, haya asesorado a Soraya Sáez de Santamaría en el asiento de atrás de su coche oficial o sea un espía charlie del CNI  por mas que los expertos digan que el término “charlie” no existe en el argot de los servicios de inteligencia.



Alberto Soler Montagud

Médico y escritor


miércoles, 12 de noviembre de 2014

¿Desaparecerá Izquierda Unida?



 Las tres vías de IU en Madrid



El pasado viernes, día 7 de, leí en la prensa una noticia cuyo titular resumía la actual situación de uno de los principales partidos políticos de ámbito estatal: «Izquierda Unida escenifica su división ante el auge de Podemos». No negaré que me entristeció constatar la situación que atraviesa IU a pesar de que no soy comunista, nunca lo he sido y hace varias décadas que aparqué mis simpatías juveniles por el marxismo.


Con la irrupción de Podemos como respuesta a la insostenible situación a la que nos ha abocado el nefasto bipartidismo, el barómetro del CIS del mes de octubre ha dejado constancia de que el castigo de los ciudadanos no se ha limitado a penalizar severamente al PP y al PSOE, como era preceptivo, sino también ha repercutido, y de que modo, en el único partido que, tal vez, ha conseguido sobrevivir con ciertas cotas de dignidad más allá (salvo excepciones, que siempre las hay) de la descomposición que a golpe de corruptelas ha desestructurado nuestro sistema democrático. Me refiero a Izquierda Unida, un islote casi virgen –insisto en que salvo excepciones– en medio del lodazal en que se ha convertido la praxis política.

Izquierda Unida, a la vista del último barómetro del CIS, es el partido más injustamente perjudicado por las consecuencias de la crisis y la corrupción, al corresponderle pagar las culpas de otros y ver como un buen porcentaje de sus votantes han creído en las tentadoras promesas de Podemos.


Es así como el histórico comunismo español, el mismo que en la transición se convirtió a la democracia, corre ahora el riesgo de desaparecer, después de tantas concesiones como el PC ha hecho a la democracia española. Todo ello, claro está, si las tendencias se confirman e Izquierda Unida acaba siendo fagocitada por un partido recién nacido, con interesantes propuestas y también bastantes probabilidades de que su éxito sea efímero o sus logros se queden en la utopía de un sueño de verano. O no. 

Hoy por hoy es una incógnita predecir que sucederá cuando Podemos se dé de bruces con la cruda realidad de la práctica política, esa realidad inherente al arte de gobernar con la que tarde o temprano deberán verse las caras y responder con hechos a las expectativas que están creando en su ya millonario electorado.

Mientras tanto, leo en el artículo de marras que la mitad de los líderes de IU en Madrid apuestan por integrarse con Ganemos (Tania Sánchez está en el grupo de los críticos que defiende el integrismo con la plataforma) mientras la otra mitad se reparte entre el oficialismo (próximos a Ángel Pérez y al coordinador regional, Eddy Sánchez) y una tercera vía (sindicalistas de CCOO y miembros del PCE) que no son partidarios de que IU se diluya (y desaparezca) en plataformas de nueva creación.

El tiempo hablará por nosotros y por ellos. También el tiempo decidirá si Izquierda Unida tiende o no a la desaparición.



Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

sábado, 8 de noviembre de 2014

¿Pablo Iglesias partidario del derecho a portar armas?







Hace unos días me encontré en Internet con un video del programa televisivo La Tuerka, donde el líder de Podemos defendía sin tapujos el derecho de los ciudadanos a la tenencia de armas como una de las bases de la democracia. No negaré que me quedé estupefacto.
Según Pablo Iglesias, que un ciudadano estadounidense, padre de familia, blanco y protestante dispare su arma reglamentaria contra un negro que intenta entrar en su casa, o que unos “adolescentes pajilleros y frustrados” provoquen una matanza en su colegio, no son mas que unos síntomas de que la sociedad norteamericana está enferma, pero no es culpa ni consecuencia del “derecho de un ciudadano a estar armado, derecho que es una de las bases de la democracia”.

Dice también Iglesias en su discurso:

“Un pueblo desarmado puede ser sometido a la esclavitud en cualquier momento”. 
“Si algo sabían los patriotas americanos que expulsaron a los ingleses es que la democracia es incompatible con el monopolio de la violencia por parte del Estado. La democracia es tal si el poder [las armas, la violencia] está repartido y si la base del poder es la violencia, el pueblo no puede delegar el fundamento de la soberanía".


Escuché hasta tres veces el monólogo para estar seguro de que ninguno de los entrecomillados que reproduzco estaba fuera de contexto, ni siquiera cuando Iglesias defiende que gracias al beneficio de la tenencia de armas, “en algunos barrios de California, los Panteras Negras, amparándose en la Constitución americana, pudieron defender a sus comunidades patrullando armados los barrios”.

No es mi intención sembrar cizaña, ni atribuirle a Podemos –como algunos dicen en la red social donde encontré el video– la intención de armar a unas hipotéticas milicias populares. Sin embargo, y sin ánimo de fomentar miedo alguno a éste nuevo partido –como hace la derechona, la derecha e incluso la socialdemocracia– me he sentido en la obligación de analizar el contenido de este video porque abomino cualquier reivindicación a portar armas y porque considero que armar a la ciudadanía es una auténtica barbaridad y una de las causas que, a lo largo de la historia, ha propiciado actos de pistolerismos guerracivilistas.

Quienes me leen habitualmente, saben que comulgo con muchas de las tesis de Podemos, pero también que me mantengo en un cauto y prudente compás de espera hasta llegar a definirme acerca de éste partido y decidir si sería capaz de darles o no mi voto, pues aunque muchos de su planteamientos me seduzcan, también tengo muchas lagunas que no consigo rellenar lo suficiente para confiar plenamente en ellos.

Cuando al final del monólogo, Pablo Iglesias dice que “un pueblo desarmado puede ser sometido a la esclavitud en cualquier momento”, experimento la sensación que no deben ir por ahí los tiros , o al menos no ciertos tiros.
Creo que el señor Iglesias debería meditar más sus palabras o expresar mejor algunas de sus ideas.


Alberto Soler Montagud
Médico y escritor