domingo, 24 de octubre de 2010

SEGÚN UNA ENCUESTA PUBLICADA POR EL DIARIO "PÚBLICO", EL PP SE BENEFICIARÍA DE UNA ABSTENCION DE CASTIGO DE LOS VOTANTES DEL PSOE


Envié este artículo a la redacción de "El Plural" el pasado miércoles 13 de octubre y aunque

no llegara a publicarse

en la sección en la que habitualmente colaboro, he decidido colgarlo en

La Infinita Espiral para dejar constancia de mi opinión.




Urge que Zapatero ponga en marcha un cambio de estrategia durante el periodo que aun le queda de legislatura.

Son muchos quienes, decepcionados por el reciente modo de gobernar del PSOE, se sienten impelidos a retirarle su voto muy a pesar de que les aterre la idea de que el PP acceda a la Moncloa. Es la nuestra una situación que difícilmente podría imaginarse en otros países donde la alternancia en el poder se contempla como algo natural y en los que la ciudadanía se decepciona cuando el partido al que han votado pierde las elecciones pero nunca experimentan miedo alguno si las ganan los que hasta entonces ejercían la oposición.


Partido de Presuntos

Un gran porcentaje de ciudadanos que votaron al Partido Socialista en los últimos comicios se sienten en la necesidad de “castigar” al PSOE, bien ejerciendo su derecho a la abstención o bien desplazando su voto mas hacia la izquierda al evaluar como negativa la gestión del Gobierno de Zapatero ante una crisis inicialmente negada a golpe de eufemismos (léase "desaceleración" o "crecimiento negativo") y ante la que se adoptaron medidas incomprensiblemente tardías en comparación con las de nuestros socios comunitarios. Sin embargo, también es un hecho que, a esos mismos votantes que hoy castigarían al PSOE, les aterra la expectativa de que el PP (un Partido de Presuntos al que sus siglas le vienen como anillo al dedo) llegue a gobernar, y lo haga además con el nefasto talante que han exhibido al ejercer una oposición tan agorera como negativa y carente de iniciativas y propuestas.


Las encuestas castigan al PSOE

Según una encuesta publicada el pasado lunes [por el lunes 11 de octubre de 2012] por el diario Público, el PSOE habría perdido la confianza del electorado hasta el extremo de que, de celebrarse hoy elecciones generales, los socialistas no alcanzarían mas que el 30% de los votos mientras que los populares lograrían un amplio 42,8%. Si a esto le sumamos que Zapatero se ha convertido en el político peor valorado, y que Rosa Díez es quien obtiene la mejor valoración individual (un dato a considerar siendo que UPyD se nutre de los votos de ese amplio sector que fluctúa de la derecha a la izquierda sin fidelizarse con ninguno de los dos partidos mayoritarios) podríamos concluir que el PSOE necesita hacer un serio y urgente análisis de sus expectativas de cara a las elecciones de 2012.


Trasvase de votos desde el PSOE al abstencionismo

Un análisis pormenorizado de cifras y porcentajes nos lleva a la conclusion de que los malos resultados obtenidos por los socialistas en la mencionada encuesta no reflejan un trasvase de votos del PSOE al PP. Tampoco el descenso de la confianza que Zapatero inspira en los encuestados conlleva mejoría alguna en los resultados obtenidos por los populares, pues el PP no consigue escalar puestos ni batir sus propios récords sino, mas bien, se limita a resistir en su posicionamiento mientras el PSOE se desliza en una caída libre tan peligrosa como justificada. Dicho de otro modo: Rajoy no gana votos y es el PSOE quien pierde por el abstencionismo y por el sector de esos indecisos que a año y medio de las elecciones aun no saben a quien votar.


Zapatero en horas bajas

Nunca el líder de los socialistas había sido tan cuestionado como lo es ahora, no solo por la ciudadanía en general sino, y esto es mas grave, en el seno de su propio partido. Si en el apartado anterior consideraba justificado el descenso en caída libre del PSOE en su valoración por parte del electorado, lo hacía en base al desgaste natural que originan por seis años consecutivos en el poder y en como ha quedado "tocada" la imagen del líder socialista por la crisis financiera y por la reciente huelga general. Hace unos días, el presidente de Castilla la Mancha, José María Barreda, exigió a Zapatero un “cambio de rumbo” al considerar que su mala gestión podría ocasionarle una “catástrofe electoral” en su comunidad autónoma. Aunque mas tarde Barreda rectificara, el mal ya estaba hecho por haber dejado constancia de una disidencia interna que cuestiona tanto la figura de Zapatero como la conveniencia de que sea el candidato idóneo en las elecciones generales de 2012.


La crisis le pasa factura al Gobierno

Hay un sector de la ciudadanía que no hace mucho decía ser zapaterista y que hoy desconfía del líder socialista por su empecinamiento en aplicar unas medidas de ajustes tan severas como impopulares que han sido interpretadas como impropias de un gobierno que se considera progresista y mas acordes con los postulados conservadores. Sin embargo, es de justicia admitir que estas medidas han sido justificadas, nada arbitrarias y realmente necesarias para afrontar una crisis que no solo afecta a España y que, dicho sea de paso, no fue Zapatero quien la ocasionó, muy en contra de lo que proclaman a los cuatro vientos los medios de la derecha extrema neoconservadora y ultramontana.

Es obvio que, el mero hecho de mantenerse en la línea de actuación actual, le seguirá restando popularidad al presidente de Gobierno hasta que le llegue el momento de los ansiados brotes verdes materializados en unos indicadores macroeconómicos que justifiquen la idoneidad de las severas medidas aplicadas en su momento.

Consideremos también que si, por un casual, Zapatero diera marcha atrás en la línea de medidas que ha adoptado, solo por contentar al electorado de cara a las elecciones y como respuesta la presión a la que está sometido, no solo pondría en peligro de quiebra a la economía nacional sino dañaria aun mas su credibilidad como un político que se ha visto en la tesitura de tomar decisiones difíciles en momentos mas que conflictivos.


Que no se repita en España lo que sucede en Valencia

Por la tolerancia que desde siempre han exhibido los prebostes de Génova con los casos de corrupción que asolan a la Comunidad Valenciana, es comprensible el miedo que muchos tienen a que el PP de Rajoy pueda ganar las elecciones, sobre todo por si en algún momento cayeran en la tentación de aplicar en el resto de España la pauta que desde hace quince años caracteriza al PP valenciano, un partido que ha acabado siendo un club de presuntos que actúan de un modo impropio a lo que cabría esperar de unos líderes éticos y modélicos.

Es de muchos conocido que la Comunidad Valenciana se ha convertido en un kafkiano paraíso que mantiene en su Gobierno a una serie de imputados por diversos y graves delitos, entre ellos a su honorable presidente de la Comunidad y a dos de sus tres presidentes de las Diputaciones Provinciales y a su vez presidentes del PP en Castellón y Alicante. Y si esto ocurre, es en gran medida por la tradicional y masiva abstención de los votantes de izquierdas valencianos que, legislatura tras legislatura, castigan al PSOE sin pararse a reflexionar que con su postura, mantienen en el poder a individuos como Camps y a otros de similar catadura.


La abstención como “castigo masoquista”

Si a nivel nacional ocurriera lo mismo que en la Comunidad Valenciana y el desencanto condujera a los votantes del PSOE a una abstención masiva como castigo al Gobierno de Zapatero, este “castigo” equivaldría a un ejercicio de “masoquismo” que revertiría en contra de unos abstencionistas que, bajo ningún concepto, desean ver a Mariano Rajoy en la Moncloa.


Ver pasar el cadáver del enemigo

Ahora que el Gobierno está mas debilitado que nunca, se impone un "golpe de timón", un cambio de rumbo efectivo que haga ver a la ciudadanía que verdaderamente se está haciendo algo mas que mantenerse de brazos cruzados a la espera de que surjan milagros, una postura pasiva y expectante que ha adoptado el Partido Popular al no hacer mas que oponerse y censurar sin mesura y sin ofrecer programas ni alternativas mientras aguarda a ver pasar el cadáver de su enemigo para ocupar su lugar de inmediato.


Un golpe de timón

El Gobierno socialista está en la obligación de que se note que se está trabajando con una sistemática basada en un conocimiento de las necesidades, dirigida a unos objetivos adecuados a los recursos reales disponibles, y todo ello en base a una metodología diseñada por verdaderos expertos a la hora de aplicar medidas en cada situación en concreto.

Sin duda, una muestra de eficacia y eficiencia por parte del Gobierno tendría que llevar implícito un cambio radical en su estrategia así como un esfuerzo por empatizar con la ciudadanía, una potenciación del diálogo social y apostar por poner al frente de los puestos de mayor envergadura a los políticos mejor preparados (sean o no del PSOE, estén o no en activo) y que sean capaces de aportar su experiencia en las competencias en las que despuntaron en sus anteriores cargos.


Medidas de emergencia sugeridas por un columnista decepcionado

1- Si la reforma laboral, el azote del paro y las medidas anti-crisis han promovido una huelga general. ¿Por qué no designar a un sindicalista bien preparado, dispuesto a negociar y a aportar soluciones para que ocupe un cargo de responsabilidad en el ministerio de trabajo?

2- ¿Por qué no dar el brazo a torcer y reducir de una vez por todas algunos ministerios que podrían funcionar como meras secretarías generales?

3- ¿Por qué no echar mano de aquellos políticos “jubilados” que cuentan en su haber con la suficiente experiencia en el arte de gobernar en momentos difíciles y que conserven una imagen que daría consistencia y credibilidad a un nuevo gabinete en el que nadie debería quedar excluido a priori?

4- ¿Por qué no dar un giro a la izquierda y solicitar la ayuda de políticos que, aunque no tengan carné del PSOE, hayan demostrado su valía en gobiernos autonómicos o en alcaldías en las que su gestión haya sido intachable y eficiente?


COLOFÓN

Apuesto por la necesidad de una reforma rotunda y urgente del gabinete ministerial en la que prime la pluralidad, la cohesión, la aglutinación de las distintas familias socialistas y la inclusión de ministros y subsecretarios procedentes de otras formaciones. Solo así se podría sacar un beneficioso provecho al escaso año y medio que aun queda para las próximas elecciones generales.