lunes, 29 de julio de 2013

EL ACCIDENTE DE GALICIA REABRE VIEJAS HERIDAS EN VALENCIA







A última hora de la tarde del pasado miércoles 24 de julio, tras conocer la noticia de un trágico accidente ferroviario en Galicia, sentí una gran conmoción e, involuntariamente, rememoré el día 7 de julio de 2006 cuando un convoy de la línea uno del metro de Valencia descarriló en la curva de un túnel con un saldo de más de cuarenta muertos y otros tantos heridos graves. Dos hechos luctuosos (uno estaba sucediendo, el otro aun me dolía)  se fundieron en mi mente conforme los medios de comunicación informaban desde Galicia, y yo percibía la sensibles diferencias de cobertura y difusión que los hacían parecer tan distintos.

¿Por qué el accidente de Valencia no alcanzó siquiera la mitad de cobertura mediática de lo que contemplábamos en la pantalla del televisor los teleespectadores de casi todo el mundo?, emergió de mi subconsciente como una duda espontánea y cierta rabia por la discriminación a las víctimas de Valencia.

De pronto, tuve la sensación de que la luz diurna que alumbraba la escena del accidente de Galicia, que todo sucediera al aire libre en una zona poblada y la inmediata colaboraciónn ciudadana desde el minuto cero, contribuyeron a que todo fuera distinto (dentro de una macabra similitud) si se comparaba con el accidente de Valencia.

Aun no sé por qué, pensé en lo improbable que sería que nadie tuviera momento la sangre fría de escamotear pruebas o hacer desaparecer un libro de incidencias –por poner un ejemplo– con la intención de maquillar los resultados de una ulterior investigación.

Me resultó chocante que, pese al drama que se representaba ante mis ojos, todo lo percibiera de un modo tan claro y diáfano. Y pensé cuan distinto habría sido si el accidente se hubiera producido en un corredor subterráneo, circunstancia que en Valencia, en 2006, dificultó que el acceso de ayuda al punto cero fuera tan rápido como se habría querido y propició que la oscuridad del túnel se aliara, siempre presuntamente, con las siniestras intenciones de quienes tenían prisa porque todo pasara y se olvidara cuanto antes.

Aunque no sea este el momento de hacer comparaciones sino sólo de estar al lado de las víctimas de Galicia y de sus familiares, no puedo evitar pensar que lo que ellos sufren ahora es un dolor que en Valencia aun es lacerante porque la herida de nuestro accidente no se ha cerrado por mucho que el carpetazo de un simulacro de comisión de investigación diera por concluido el asunto.

Por mas que intento centrarme sólo en el drama de Galicia, me resulta difícil no ver las diferencias que saltan a la vista y preguntarme cuantos muertos hacen falta para que una tragedia se convierta en noticia internacional. O también, si esa relevancia no está en función del cómputo de cadáveres sino del mezquino afán de algunos por mantener oculta una verdad que les perjudique o incluso, que eclipse el ambiente de júbilo que se espera en una ciudad que ha invertido millones de euros para recibir al Papa.


Conclusiones finales

1-Independientemente de que el maquinista del tren siniestrado en Galicia, Francisco José Garzón, llegara a reconocer su parte de culpa por una distracción inherente a la condición falible del ser humano, debería considerarse que un accidente de esta magnitud nunca obedece a una sola causa sino a una concatenación de muchas de ellas.

2-Es este un asunto demasiado serio como para emitir juicios gratuitos y permitir que se nos vaya de las manos. Todo el mundo está opinando y ya hay medios que apuntan que una baliza que cuesta 14.000 euros podría haber evitado el descarrilamiento, lo cual, puede ser cierto, pero tal vez sea especular con lo que sólo una investigación puede esclarecer.

3- Sin ánimo de justificar a nadie ni faltar al inmenso respeto que merecen las víctimas y sus familiares, es necesario un análisis exhaustivo que descubra las causas sin criminalizar apriorísticamente a nadie; que contemple el carácter multifactorial de este tipo de tragedias, que delimite todas las responsabilidades y ya por último que sirva de lección aprendida y ejemplo a seguir para la prevención de accidentes futuros.

4- Por la empatía y la buena disposición que percibo por parte de las autoridades autonómicas y estatales (que es justo reconocer), presiento que en Galicia sabrán tratar y recordar con respeto a sus víctimas, no se ocultará información ni se engañará a los ciudadanos en lo referente a este accidente. Al menos, ese es mi deseo para que, pasados unos años, no sean necesario promover manifestaciones para saber que ocurrió el 24 de julio de 2013 ni tampoco exigir que se depuren responsabilidades.

5- Quiero manifestar mi inmenso respeto, condolencia y solidaridad con las víctimas del accidente ferroviario de Santiago de Compostela y sus familiares.





Alberto Soler Montagud
Médico y escritor

miércoles, 24 de julio de 2013

REPRODUCCIÓN ASISTIDA, LESBIANAS Y MUJERES SOLTERAS







La polémica está servida. Tras filtrarse el borrador de un proyecto por el que el Ministerio de Sanidad pretende modificar la regulación de los tratamientos de reproducción asistida (TRA), las reacciones de protesta no se han hecho esperar al saberse que la sanidad pública sólo financiará estas técnicas a las "parejas integradas por un hombre y una mujer" en las que concurra un patología de infertilidad. Quedarían excluidas de acceso a las TRA (con cargo a la red sanitaria de utilización pública) las parejas de lesbianas, mujeres heterosexuales sin pareja y quienes previamente se hubieran sometido a una esterilización voluntaria.


Reacciones de protesta

Son muchos quienes han percibido en esta disposición una ataque del Partido Popular contra los modelos de familia que no se ajusten al que ellos promulgan. Sin embargo, resulta llamativo que este mismo protocolo se esté ya aplicando desde 2011 en la sanidad catalana sin suscitar polémicas, mientras que la sola filtración de un borrador a nivel estatal  ha desencadenado críticas feroces contra el ministerio de Ana Mato con acusaciones del tipo “el PP quiere obligar a las lesbianas a que mantengan relaciones sexuales con hombres si quieren concebir o a las mujeres heterosexuales con deseo de fundar una familia monoparental a que busquen pareja si quieren ser madres”.

Mientras tanto, fuentes del Ministerio de Sanidad niegan motivos ideológicos y consideran la medida como una nueva “priorización” para atender a “criterios estrictamente terapéuticos”.



Que decía hasta ahora la ley sobre las TRA

La normativa aun vigente, establece que la  sanidad pública financiará las TRA cuando haya un diagnóstico de esterilidad o una indicación clínica establecida. Es este segundo criterio el que ha servido a algunas comunidades autónomas (Andalucía, País Vasco, Baleares y ciertos hospitales de Madrid) para atender la demanda de TRA por parte de mujeres solas o parejas de lesbianas que no cumplieran el requisito de padecer patología de esterilidad.


Un protocolo que agradará a los más conservadores

Es de todos conocida que la derecha promulga como único y natural el modelo de familia cristiana-católica que defienden con tanta vehemencia como la que muestra contra el aborto o los matrimonios entre personas del mismo sexo.

También es un hecho que, en menos de dos años y al amparo de una mayoría absoluta, los populares están imponiendo –a fuerza de decretos– su ideología (enseñanza de religión, privatización de la sanidad) y un modelo socioeconómico de sesgo católico y neoliberal.

Sin embargo, y muy a pesar de que ideológicamente beneficie a la derecha, el nuevo protocolo de las TRA debería ser contemplado de en todos sus matices.


No son sólo motivos ideológicos.

Partamos de que éste nuevo protocolo no niega a ninguna mujer su derecho a acceder a las técnicas de  reproducción asistida (faltaría mas) sino sólo restringe su gratuidad para aquellas que estén enfermas, es decir, que sean estériles.

Por ello, independientemente de que esta medida beneficie a los idearios más conservadores, y habida cuenta de la precaria situación socioeconómica que atravesamos, deberíamos valorar este tema mas como una cuestión social y no sólo desde una perspectiva ideológica.


El sistema nacional de salud nunca lo ha cubierto “todo”

Ni las intervenciones con láser para corregir la agudeza visual, ni la ortodoncia, ni los empastes dentales, ni determinadas intervenciones estéticas han sido cubiertas con cargo la seguridad social, y la ciudadanía lo ha asumido como algo inherente al protocolo de financiación vigente en cada momento. Es por ello que , por ejemplo, muchos ancianos con una pensión mínima que quieran ejercer su derecho a masticar, deben pagar al dentista y al protesista.

Reflexionar si, ahora que no hay dinero público para mantener un  sistema sanitario en quiebra, es buen momento para escandalizarse porque alguien que se esterilizó voluntariamente, cambie de opinión al tener nueva pareja, quiera tener un hijo y pida que paguemos su tratamiento entre todos. O también que una mujer soltera quiera tener un hijo sin relación sexual previa, o que una pareja de lesbianas que deseen descendencia, exijan que el sistema público de salud se haga cargo de las TRA a las que vayan a someterse.


No es un tema de salud sino un asunto social

Incluso añadiría que, si se decidiera que las arcas públicas asumieran este gasto (como ahora ocurre en algunas autonomías), nunca debería ser con cargo a los presupuestos del Ministerio de Sanidad (o de las consejerías de sanidad autonómicas), pues estas TRA no se les aplicaría a mujeres enfermas sino sanas y no estériles.

Debería ser la Secretaría de Estado Servicios Sociales e Igualdad  quien asumiera el coste de estas intervenciones, pero en ningún caso quitando un solo céntimo a los presupuestos de la sanidad pública.

Debería ser la Secretaría de Estado Servicios Sociales e Igualdad  quien, a la hora de priorizar gastos, decidiera si se tendría que recortar de los comedores colectivos (por ejemplo, y perdón por la demagogia) donde acuden las madres solteras con sus hijos (es un hecho la pobreza que nos afecta), y con el beneficio de estos recortes sufragar las TRA  solicitadas por futuras madres solteras a las que no se quiere discriminar

Seamos sensatos. Y seamos serios.
No nos abandonemos a la vehemencia cuando se impone ser racional.
Si no hay enfermedad, las TRA son un asunto social que debería resolver el organismo público competente sin menoscabo de los presupuestos de la sanidad.


Reflexión final

No es mi intención negarle a nadie ningún derecho. Sólo cuestiono si es éste un buen momento para, con la excusa de la necesidad de hacer recortes, dejarse manipular por quienes quieren imponer sus ideas ultraconservadoras, o bien, para que otros exalten a la opinión pública con demagogias y bajo el pretexto de defender a ciertos colectivos.

Habría que contextualizar las reivindicaciones y ponerlas en sintonía con la realidad socioeconómica, considerar que la administración pública no es una ONG con una ubres pletóricas y siempre dispuestas a satisfacer lo que pidan todos y en todo momento.


Colofón

Soy consciente de que mi opinión suscitará polémica, y lo asumo. La he elaborado tras una meditada reflexión tal y como en su día hice al pronunciarme a favor del matrimonio homosexual o también cuando defendí la legislación que en 2006  o me permitió ser unos de los primeros médicos españoles que emitió un certificado con el diagnóstico de disforia de género (transexualidad) y permitió a uno de mis pacientes llevar formalizar los trámites administrativos de cambio de identidad así como los protocolos médicos de reasignación de sexo.


Alberto Soler Montagud




miércoles, 10 de julio de 2013

CARTA ABIERTA A MARIANO RAJOY





Aquí no hay brotes verdes que valgan ni luz al final del túnel, mientras la parsimonia y la templanza (pachorra e ineptitud en realidad) de quien preside el Gobierno de España, nos mantengan en esa oscura gruta que no avanza hacia afuera sino hacia abajo, donde todo son tinieblas.



Señor Presidente:


Como no quiero ser descortés, al escribir esta carta no pondré mi empeño en manifestar el respeto que usted me inspira sino el que protocolariamente le corresponde por ser el presidente de Gobierno del país donde nací, donde vivo y donde pago –con subjetiva sensación de expolio– unos impuestos que hacen justicia a la etimología del verbo imponer (impuesto es su participio) en lo que a castigar, sancionar, obligar y escarmentar respecta.

He decidido escribirle debido a la situación de descontrol que padecemos tras perder un rumbo que no se si algún día tuvimos, al menos siendo usted presidente. No me andaré con rodeos y voy a pedirle de entrada (tómelo como un consejo, por favor) que dimita y convoque elecciones anticipadas, no sin antes promulgar un decreto ley (algo que, al menos, me consta que sabe hacer por la mayoría absoluta que detenta) en beneficio de la democracia y de los españoles. 

Redundaré en este decreto al final de mi escrito, pero antes, quiero decirle que sus promesas electorales han sido un fiasco para quienes le creyeron, votaron y ahora sufren la exasperante pasividad con que gobierna. La política económica de su equipo, señor Rajoy, no ha dado resultados satisfactorios. El paro ha alcanzado unas cotas altamente alarmantes y aunque sus ministros den muestras de un inapropiado optimismo, las medidas de austeridad que nos han impuesto, han devenido en fracaso.

No van a surgir brotes verdes ni veremos luz ninguna al final del túnel, mientras su parsimonia y templanza (pachorra e ineptitud en realidad) nos mantengan en esa oscura gruta que avanza hacia abajo, donde todo son tinieblas, y no hacia un exterior pletórico de luz y de esperanza.




Para mas inri, señor presidente, estamos sufriendo las consecuencias de una pertinaz corrupción que ha hecho de España el hazmerreír del mundo y ha convertido al PP en una panda de presuntos con siglas, para escarnio de los honrados votantes, militantes y políticos del partido de la gaviota (que  los hay y, me consta, son mayoría) que están hartos de que usted no ataje de cuajo tan vergonzosa lacra en la que, para colmo de males, un ex secretario y unos impertinente papeles, le involucran como presunto receptor de sobresueldos.

No nos engañemos presidente, la hora ha llegado y Luis Bárcenas –dueño y señor de su destino– ha decido cargar contra usted y contra el que fuera su partido. Todos sabíamos que ese señor, ex secretario y ex gerente del PP, era una bomba de relojería que se activaría apenas pasara un par de noches en la cárcel. Y así ha sido. La estrategia de Bárcenas ha dado un cambio tan rotundo tras su ingreso en Soto del Real, que incluso sus propios abogados han renunciado a defenderlo.

Una fiera enjaulada es capaz de hacer cualquier cosa, cualquier barbaridad, sobre todo si está rabiosa. Por eso entiendo que esté muerto de miedo, señor Rajoy, desde que El Mundo publicara ese par de folios de los originales de unos documentos cuya existencia su partido siempre negó. También me imagino cómo y de qué magnitud habrá sido su pavor al escuchar a Miguel Durán decir que “Bárcenas se ha ratificado en todas las acusaciones y tiene suficiente información para hacer caer al Gobierno actual”.

Sin embargo, erre que erre, se mantiene usted en sus trece y en ese pacto de silencio que ha hecho consigo mismo y sólo Dios sabe con quien más y por qué.

¿Por qué se calla, señor Rajoy?

¿Por qué no da la cara y se defiende en lugar de guardar silencio mientras otros (como Carlos Floriano) le excusan al amparo de paranoicas insidias y confabulaciones contra su persona y su partido?

¿Por qué no nos ofrece, señor presidente, una explicación que justifique la aparición de su nombre, y el de muchos altos cargos del PP, en los papeles de Bárcenas como presuntos perceptores de sobresueldos? Clama al cielo una aclaración por su parte, en lugar de mantenerse agazapado con un cobarde silencio.  


Son mayoría los militantes y políticos honrados del PP que hoy sienten vergüenza, porque son gente decente que nunca ha recibido un sobre lleno de dinero y no quieren, por generalizaciones gratuitas, ser incluidos en un grupo al que no pertenecen.

Los votantes engañados y los que no le votaron se lo piden. Igualmente la oposición e incluso algunos militantes emblemáticos de su propio partido como Esperanza Aguirre que acaba de manifestar que “si ha habido irregularidades en la financiación, tendremos que reconocerlo, explicarlas y pedir perdón a los ciudadanos, [porque] ser los primeros en hablar claro nos dará una ventaja moral y es muy importante que nos adelantemos a la justicia”.

Es incomprensible que se siga haciendo el loco, señor Rajoy, porque no lo está y sólo tiene miedo.

Del mismo modo,  me parece una burla que el PP continúe, como si nada ocurriera, con el trámite de una Ley de Transparencia que ahora cobra un especial sentido, cuando miembros del PSOE, Izquierda Plural y el Grupo Mixto han renunciado a acudir a una reunión convocada a tal efecto hasta que la Diputación Permanente decida si va a pedirle que comparezca, como presidente del Gobierno, para dar explicaciones por el caso Bárcenas.

Que una ley de transparencia dependa del Partido Popular (por ostentar mayoría absoluta)  , es ahora tan grotesco como que un congreso de pirómanos decidiera las medidas a adoptar para evitar incendios forestales provocados.


Al principio de esta carta, cuando le pedía que, al amparo de la mayoría absoluta que le otorgaron las urnas, promulgara un decreto ley de despedida, me refería a un cambio de la actual ley electoral que posibilite unas listas abiertas en las que sea fácil votar a quien se desee, y sobre todo, imposible votar a quien no se quiera dentro de una lista de candidatos. 

Una ley que otorgue el número de diputados que corresponda a cada formación política dependiendo sólo del número de votos obtenidos en todo el Estado y no en la circunscripción en que se hayan emitido. 

Y ya por último, una ley que permita instaurar la modalidad del voto negativo, es decir, que un ciudadano descontento pueda votar contra un candidato del mismo modo que ahora puede hacerlo a su favor.  Considere, señor Rajoy, que con esta medida (el voto negativo)  muchos de los nueve millones de ciudadanos que se abstuvieron de votar en las últimas elecciones, habrían acudido a las urnas si hubieran podido emitir un voto negativo que se le restara (en vez de sumar) a un candidato al que no quisieran ver sentado en un escaño por estar imputado por corrupción o por cualquier otro motivo. Si a tantos votos recibidos a favor les pudiéramos restar tantos votos negativos en contra, el resultado ofrecería un total que, entiendo, no sería de su agrado ni del agrado de ningún partido mayoritario ya que, en ese caso, por poner un ejemplo, usted no habría ganado las elecciones de 2011; al menos no por mayoría absoluta.


Llega el momento de despedirme, señor Rajoy, y quiero hacerlo con el ruego de que no vea connotaciones peyorativas contra su persona en nada de lo que he expuesto en una carta que he escrito desde el hastío y en base a unas profundas convicciones y respeto a los derechos de mis conciudadanos, entre quienes me incluyo.

Atentamente

Alberto Soler Montagud





sábado, 6 de julio de 2013

LOS POLÍTICOS VALENCIANOS SE BAJAN DEMAGÓGICAMENTE EL SUELDO








El Consell de la Comunitat Valenciana y todos sus altos cargos se bajan el sueldo un 2,02%. 


¡Que notición señoras y señores!

Este desorbitado recorte se lo aplican los políticos valencianos porque el PP quiere parecer muy honrado y  auto-castigarse penalizando a los dirigentes electos en una proporción idéntica a su incumplimiento de objetivos. Muy legales ellos, muy justos y muy decentes, pues, recordemos que el Gobierno valenciano había prometido que bajaría el sueldo de sus altos cargos en la misma proporción en que lo hiciera el déficit en el ejercicio de 2012. 

Y lo han hecho. 
Concretamente en un 2,02%.


Una rebaja que no es más que calderilla

Sin embargo, si consideramos que la rebaja de un 2,02% en la nómina de un alto cargo que cobre 4.000 euros (cobran mucho más, pero recurro a esta cantidad sólo como ejemplo) es de 80 euros y unos cuantos céntimos, y que el año pasado, un médico valenciano con una antigüedad de veinte años dejó de percibir 500 euros mensuales correspondientes a la productividad, dos pagas extraodinarias que se esfumaron, la congelación de su sueldo y una pérdida acumulada de poder adquisitivo desde 2008 próxima al 25%, las cosas empiezan a perecernos distintas ¿verdad?

Y aun más.
Si tenemos en cuenta que en cualquier empresa seria, cuando sus gerentes y altos cargos incumplen los objetivos pactados (sea en un 2,02% o sea en el porcentaje que sea) no se les 'premia' reduciéndoles simbólicamente el sueldo con una cantidad que no es mas que demagógica calderilla, sino que van de patitas a la calle, deberíamos llegar a unas conclusiones que para nada ennoblecen a los políticos que han inmolado parte de sus emolumentos.


Que pena de Valencia...

Podríamos concluir que en la Comunidad Valenciana (como en tantas otras)  estamos rodeados de una panda de sinvergüenzas que se ríen de nosotros haciendo cada vez un ruido mas molesto con sus grotescos vociferios, se ríen cada vez con más mofa en sus actitudes y con una esperpéntica, cínica y sádica demagogia que resalta la nula ética que rige sus actuaciones.

Que pena de Valencia.
Que pena de una comunidad donde la mayoría absoluta de unos se impone a la ineptitud de otros. Donde el PP campa a sus anchas y obliga a los ciudadanos al humillante y difícil malabarismo de tener que apretarse el cinturón al mismo tiempo que se bajan los pantalones. Todo ello para que unos prebostes de pelo engominado y sendas prebostas del mas pijo talante, gestionen el pago de unas deudas contraídas por megafaraónicos proyectos, ultra modernos circuitos urbanos, el no vas mas de una Ciudad de las Artes y las Ciencias que empieza a caerse por obra y arte de Calatrava y, o sssea, como diría yo... el no va máss de lo máss

Te lo juro por Snoopy, de veras oye!

Que pena de Valencia!



jueves, 4 de julio de 2013

LOS ERE Y LA JUEZA DEL CARRITO





Que el PSOE arremetiera ayer como lo hizo contra la juez de los ERE me resulta tan familiar y se parece tanto a lo que, por sistema, censuran al PP, que los políticos de ambas formaciones se me antojaron como si fueran esos niños con babero –de los de antes– que juegan al 'y tú más' (o el 'ya no te ajunto') en el patio del colegio, con la única salvedad de que, en asuntos como la corrupción o la justicia, no admito niñerías, ni permito que jueguen conmigo, ni transijo a mirar hacia otro lado más que el lado de la coherencia que, por cierto, es vecina de la decencia y también de la transparencia.



Dijo ayer Elena Valenciano (y tal vez llevara razón, no se la negaré, pero tampoco voy a otorgársela porque no es esa la 'razón' que ahora cuestiono) que le parece 'chocante' que el auto de la juez Mercedes Ayala coincida con el anuncio de las primarias andaluzas.



Vale, acepto 'chocante' como calificativo e incluso como animal de compañía si así lo desea la señora Valenciano, pero dejo constancia de que mas 'chocante' me resulta que a los jueces se les esté 'juzgando' y cuestionando (y hasta fulminando como ocurrió con Garzón) en función de cual sea el partido político que emita un 'juicio' u opinión sobre ellos (o ellas), y que formaciones políticas queden perjudicados (o beneficiados) por sus decisiones. Y que conste que la juez Ayala no es santo de mi devoción, pero tampoco los es de mi anti-devoción. La contemplo con respeto y sólo como una juez a la que no ataco ni defiendo, porque nada me impele a hacerlo, al menos por ahora.

Por cierto, como los lectores más avezados habrán adivinado hace varias líneas, este largo preámbulo viene a cuento todo de que en la cúpula socialista haya caído como un jarro de agua fría la imputación de la ex ministra Magdalena Álvarez (un joya a la hora de crear perlas de hemeroteca que me hizo reír con ganas –de buen rollo– a golpe de frases y despropósitos célebres). Y lo entiendo, pero no comparto que, en lugar de confiar en la justicia y de respetar una decisión judicial (que, a priori, debería contemplarse como imparcial), las declaraciones de ayer por parte de muchos prebostes socialistas fueran casi idénticas a las que les censuran a los políticos del PP cuando defienden la presunta honestidad de sus militantes imputados por corrupción.


Seamos serios, por favor.


Incluso si fuera cierto que la jueza del carrito (como la llama hoy Antonio Gala) no actua adecuadamente o lo hace con torpeza y en perjuicio del PSOE, habría formas y formas de cuestionarla, pero no deberían parecerse ni en sueños al talante conspiratorio-paranoico que exhibe el PP  ('todos los jueces de la Gürtel van contra nosotros menos los jueces amigos") al corear los mantras que les redactan los Marhuendas y demás ideólogos de guardia.


Bastantes votos ha perdido ya el PSOE como para que se les vea un plumero que, de tenerlo, no les convendría exhibir.



Lo pido desde mi imparcialidad y desde la alergia que siempre he tenido a poseer un carnet de militancia política alguna, circunstancia que me confiere la independencia suficiente para no tener que guardar fidelidad a nada y a nadie mas que a la razón, el sentido común y a la ética.

Como despedida, quisiera suscribir las palabras de Antonio Miguel Carmona cuando, hace un par de días, se manifestó a favor de una "máxima transparencia en relación a los ERE"; "aunque sólo sea por la importancia de dar ejemplo", añadiría un servidor.
 

Alberto Soler Montagud

PS. 

Por cierto, y a título de curiosidad, ruego que si alguien lo sabe, me informe de cuantos papeles lleva la juez Mercedes Ayala cada día a su trabajo (y ya puestos, cuantos pesarán, más o menos) para que necesite arrastrarlos en un troller camino de los juzgados.


lunes, 1 de julio de 2013

LA INDEPENDENCIA DE CATALUÑA ES POSIBLE (perspectiva de un valenciano)





Cuando aun resuena el clamor de las casi 90.000 personas que el pasado sábado acudieron al Camp Nou a celebrar el ‘Concert per la Llibertad’ en el que, además de música y poesía, hubo reivindicaciones independentistas para Cataluña, en la Comunidad Valenciana muchos defensores de las esencias autóctonas siguen velando sus armas por el miedo paranoico a una invasión de las hordas catalanas o, en esta coyuntura, a un efecto contagio que diera lugar a reivindicaciones similares en el Levante feliz.
Centrándonos en Cataluña y dejando los delirios para el diván, quiero manifestar mi escepticismo respecto a ciertos aspectos del proceso de independencia de Cataluña que percibo con un tufillo oportunista (incluso en el acto del sábado) por lo delicado de la situación de crisis y de corrupción que azota tanto a Cataluña como al resto de España. Afirmación esta que no es óbice para mi reivindicación del derecho a que los catalanes decidan su futuro mediante una consulta popular como en su día hicieran los ciudadanos de Quebec o de Escocia.

Consideremos que la crisis económica ha sido (y es) un caldo de cultivo que ha soliviantado a muchos catalanes haciéndoles creer que manifestarse por la independencia equivale a protestar contra una crisis que no existiría si Cataluña fuera un país independiente, lo que es un craso error.

No negaré que soy portador de rasgos independentistas en mis preferencias, pero cierta bipolaridad hace que se decante mi balanza hacia el independentismo tanto como hacia la sensatez y considerarlo como una utopía no tan fácil de plasmar en realidad (aquí te pillo aquí te mato) como nos quieren vender algunos políticos independentistas que utilizan la segregación de Cataluña como moneda de cambio para unos espurios intereses y maquillaje de una realidad de la que quieren distraer a nacionalistas bienintencionados.

Llevar a buen puerto el independentismo catalán no es tarea de dos días ni debería hacérselo creer a nadie de tal modo. Aunque la independencia sea posible, los pasos a dar son muchos y el primero, lógicamente, es una consulta popular (a los catalanes y no a todo el Estado) que si diera como resultado un sí, haría necesaria una reforma constitucional siendo que la Constitución no contempla que una fracción geográfica y cultural  pueda erigirse como país independiente en España. Las leyes son claras, restrictivas y obsoletas al respecto y clama al cielo un aggiornamento de las mismas al que –está anunciado– habría una oposición rotunda. Sería a partir de entonces cuando el proceso de independencia se podría eternizar ante la necesidad de muchas y arduas negociaciones para evitar medidas radicales que a nadie beneficiarían.

Cada vez que tengo ocasión, intento hacer ver a mis amigos contrarios al independentismo catalán, que segregación y ruptura no tienen por qué ser sinónimos; y les pongo como ejemplo países como Alemania, EEUU o Suiza.

Igualmente, insisto a mis amigos catalanes independentistas a ultranza en la necesidad de que nadie juegue con sus ilusiones. Que sean sensatos y racionales en el viaje a la Itaca de su ansiada independencia. Que los impulsos emocionales no les impidan contemplar un mundo real que deberán afrontar con la razón y con un sentido práctico además de con los sentimientos, pues este y no otro es el modo pacífico de convertir la utopía de hoy en la realidad de un mañana en que Cataluña sea verdaderamente un país, un Pais Petit como canta Lluís Lach.

Nota: he dudado seriamente si poner o no interrogantes al titular de este artículo. Finalmente he optado por no hacerlo.


Alberto Soler Montagud