Dejaré claro previamente que prefiero
mil veces la sanidad española antes que la de los EEUU, una predilección desapasionada que
expongo con el conocimiento que me confiere mi condición de médico y la
circunstancia de conocer bien
ambos modelos sanitarios. Pero no es de sanidad ni tampoco de ponderar la
cualificación de los profesionales sanitarios de ambos países de lo que trata este artículo, sino de la
actitud, calidad humana, competencia y profesionalidad de los políticos
norteamericanos en comparación con la de muchos de los españoles en lo que al
modo de abordar el problema del ébola ha quedado de manifiesto, así como su
respeto y consideración por los trabajadores sanitarios a quienes en EEUU se
les ha tratado, al menos en este caso, como héroes mientras en España se le ha
llamado mentirosa e inepta a una auxiliar de enfermería infectada sin que nadie
haya asumido responsabilidades por ello, haya tenido la dignidad de dimitir o
se le haya cesado sin más contemplaciones.
En
el titular hago referencia a las diferencias en la actitud ante el ébola por
parte de la administración Obama en comparación a la del gobierno de Rajoy, pero
citaré sólo dos diferencias aunque hay muchas más que en su momento revisaré.
Apenas
concluida la lectura en la web de la NBC
News de una información sobre un profesional sanitario contagiado de ébola
en Dallas (Texas, EEUU) tras haber atendido a Eric Duncan, primer fallecido en Norteamérica por el mortífero
virus, me llamó la atención que las autoridades sanitarias estadounidenses mostraran
un respeto exquisito por el sanitario a quien describieron como un héroe y cuyo
anonimato preservaron en cumplimiento del deseo de la familia. Recordemos que
el enfermero americano es el segundo caso mundial de ébola contraído fuera de
África y que el primero fue el de la auxiliar de enfermería española Teresa Romero.
Dice
un fragmento del artículo:
“… that health care worker is a heroic
person who provided care to Mr. Duncan” (cuya traducción al
español es: “..este trabajador sanitario
es una persona heroica que proporcionó sus cuidados al [fallecido] señor
Duncan”).
Que
nadie vea una falta de respeto por mi parte, pero tras leer el artículo de la NBC News, mi subconsciente me envió un
sarcástico mensaje sugiriéndome que la traducción del fragmento por parte de
nuestros gobernantes podría haber sido:
“… este trabajador sanitario se tocó la
cara con la mano, torpe y puede que intencionadamente para infectarse y perjudicar
así al partido en el gobierno”.
La segunda diferencia que quiero resaltar entre
la actitud de los gobiernos de EEUU y España guarda relación con la mascota de Nina Pham, una enfermera de veintiséis
años ingresada en el Texas Health Presbyterian Hospital de Dallas tras haber contraído
la infección del ébola como consecuencia de su actividad profesional. Al igual
que la auxiliar de enfermería española, Nina era propietaria de un perro que
estuvo con ella durante su periodo de incubación; ante tal eventualidad, la
decisión de las autoridades estadounidenses fue poner en cuarentena al animal y
no sacrificarlo como se ha hecho en España con Excalibur, la mascota de Teresa
Romero.
Desde una perspectiva médico-epidemiológica, la
decisión de aislar en cuarentena al animal para estudiarlo mediante analíticas
y una evaluación diaria de su estado clínico y constantes vitales, posiblemente
aporte a la comunidad científica una valiosa información sobre el papel que
desempeñan los perros en la cadena de transmisión del virus del ébola así como
que actitud adoptar ante una situación similar. Claro, que otra opción sería
matar a cualquier ser vivo no humano que haya convivido con un sospechoso de
padecer la enfermedad de Ébola y seguir viviendo en la ignorancia cientifica.
Como
médico, y también como defensor del derecho de los animales a no ser
maltratados, comparto el criterio estadounidense de no haber matado al animal,
una solución precipitada (muerto el perro, se acabó el problema que nos supone
no saber que hacer con él) que adoptaronnuestras autoridades políticas cuando el
tema del ébola aun estaba bajo la jurisdicción de la inepta ministra Ana Mato y no de un comité de expertos
como ahora sucede.
Una
vez más, Spain is different.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
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