Un serio problema de estrategia se
le presenta a Mariano Rajoy si quiere salir bien parado del affaire de los
veintidós millones que, presuntamente, Luis Bárcenas puso en Suiza a buen
recaudo, o los también presuntos
sobresueldos que habría pagado en negro a altos cargos del PP durante años.
Pues, si perjudicial sería para Rajoy que se confirmara su conocimiento de estos
manejos, peor sería quedar como un 'presidente lelo' ante cuyas narices se
repartieron sobres con dinero mientras él defendía la honorabilidad del repartidor movido por algo más que preservar su presunción de inocencia.
El careto de los populares es todo un poema
El ambiente en
la sede de los populares es todo un poema a juzgar por los caretos de sus prepotentes altos cargos. No hace
falta ser buen observador para darse cuenta de que, quienes siempre comparecen ante los medios oliendo a perfume caro, con porte altivo, sonrisas falsas,
mentones alzados y cejas ceñudas que expresan el desdén que sienten al creerse
por encima del bien y el mal, parecen ahora una legión zombis cabizbajos y circunspectos
que con meditabundos gestos ponen en evidencia la desazón que sienten en sus
entrañas.
Rubalcaba debería
aprender de Pepa Bueno
Un buen ejemplo lo tuvimos en el lenguaje no
verbal que la señora Cospedal mostró el lunes 21 de enero durante la rueda de
prensa matinal que siguió a la reunión del Comité Ejecutivo Nacional del PP,
celebrada poco después de que la periodista Pepa Bueno la sometiera a un tercer
grado ‘de libro’ en una entrevista que pasará a la historia del
periodismo y de la que el señor Rubalcaba debería aprender para saber cómo y qué se debe preguntar y exigir al Gobierno en la contundente
operación de acoso y derribo (al estilo Zaplana-Acebes, por ejemplo) que debería poner en marcha cuanto antes y en
beneficio de todos los españoles.
La farsa de las
auditorías
En un intento de decir “somos-un-partido-honrado-y-a-demócratas-no-nos-gana-ni-Dios”, ese mismo lunes de barcenitis galopante, Mariano Rajoy anunció que se harían dos auditorías –una interna y
otra externa– para esclarecer si hubo sobresueldos en el PP y/o irregularidades
contables.
Pero, como a esta alturas, quien esto escribe se ha vuelto más escéptico
que el griego Pirrón de Elis (por
principios y tal vez en defensa propia) no pude evitar una maliciosa sonrisa que
rematé con una estruendosa carcajada. Porque hacer una auditoría (o dos, o
tres, que más da) para descubrir si hubo un delito contable según lo que pongan en unos inmaculados libros que estarán más maquillados que la momia de Lenin, es una pantomima
que promueve la hilaridad.
¿A
quien se le ocurre pensar que alguien del PP, por muy cretino que sea, entregará
a los auditores los libros de la ‘contabilidad B’, si es que estos existen? Por
favor, seamos sensatos.
Esto es
una comedia y el resultado de las auditorias podría redactarse ahora mismo sin
necesidad de llevarlas a cabo.
Es imposible que, de existir fraude, el modo de ponerla en evidencia sea una paródica auditoria, pues la dirección del
partido no facilitará el acceso a ninguna contabilidad que previamente no haya
sido revisada y blanqueada a conciencia.
Como
dijo mi apreciado Antonio Miguel Carmona, con muy buen tino, en el especial de
‘Al rojo vivo’ del pasado sábado por la noche “esto no es tarea para auditores sino un trabajo para Eliot
Ness”.
Y
llevaba más razón que un santo.
Colofón
La salvación y la
honorabilidad del Partido Popular no depende de las auditorías anunciadas sino de lo larga y lo venenosa que llegue a ser la lengua de
Luis Bárcenas así como de las negociaciones y los pactos a
las que el PP llegue con él, un ladino personaje que siempre
se jactó de “grabar todas las conversaciones, tanto lo de dentro como lo de
fuera del partido” así como de llevar durante décadas una escrupulosa
contabilidad de la que, es de suponer, guardará libros y apuntes a buen recaudo.
Y
esto no ha hecho más que comenzar.
Alberto Soler Montagud
No hay comentarios:
Publicar un comentario