viernes, 12 de junio de 2015

Mònica Oltra y Ximo Puig: Love Story






Estoy plenamente desencantado, hasta el extremo de ponerme a escribir en mi iPhone muy a pesar de que odio teclear con un dedo en una pantalla minúscula donde siempre pierdo la visión global del texto y acabo cometiendo errores garrafales de composición, sintácticos y ortográficos.

Pero mi enfado, mi decepción y mi desencanto han llegado a un límite que las trifulcas entre el PSPV y Compromís han hecho que rebase.

Tras la empecinada obcecación de Mònica Oltra quien, de la noche a la mañana, ha pasado de ser la valiente chica que a todos cae bien a golpe de camisetas, para convertirse en una caprichosa que súbitamente dice querer ser presidenta y lo plantea sin argumentos convincentes, sin ser el candidato más votado de la izquierda y proclamándolo en todas las tertulias televisivas que quieran escucharla.

Tras la alerta de ayer por la tarde, cuando todo parecía perdido de cara a un pacto que afianzara el tripartito que tácitamente eligieron los valencianos en las urnas.

Tras el susto de ayer por la noche cuando los hastiados valencianos casi nos resignábamos a tener una Generalitat presidida por Ximo Puig con la ayuda de Ciudadanos y la abstención de los populares que, como carroñeros, acudían a reclamar su ración de lo que fuera quien sabe si alentados por un mediador desesperado.

Después de todo esto, hoy jueves -¡oh sorpresa!-, como si nada hubiera sucedido, nos hemos encontrado con que Puig, Oltra y Montiel (PSPV, Compromís y Podemos), se han abrazado con fraternidad tripartita como si nunca hubieran discrepado ni roto negociación alguna. Como si nunca hubieran dado un disgusto de muerte a su electorado. Los tres han firmado el acuerdo programático para un futuro gobierno de izquierdas en la Generalitat, así sin más y como si nada, sonrisa va y sonrisa viene por parte de quienes han empezado a fallar a sus votantes demasiado pronto y a jugar con sus ilusiones obcecados en la tarea de adjudicarse cada uno de los tres su parcela de poder y de efímera gloria.

Aun consternado, me pregunto si valió la pena el soponcio de la tarde y de la noche de ayer miércoles.

También hoy por la mañana ha tenido lugar una entrañable sesión constitutiva de las Cortes Valencianas que ha ido como la seda  (algo impensable por las alarmas que se dispararon ayer) tras la cual Ximo Puig ha declarado:

"Creo sinceramente que estos días después de las elecciones no han sido los mejores días que hemos tenido".

"Es verdad que suspendimos las negociaciones, es verdad que nunca se han roto definitivamente, y es verdad también que hay muchos actores que hay que respetar".

¿Respetar dice usted?

Don Ximo, con todo respeto le digo que se le ha olvidado añadir que "también es verdad" que sus rifirrafes con Mònica Oltra  han tenido en vilo a miles y miles de valencianos que ayer casi tiran la toalla, víctimas de un triste desencanto, al ver que no había pacto tripartirto o que el PSPV se abrazaba a Ciudadanos con la bendición del PP ya que el mismísimo Alberto Fabra le tiraba a usted los tejos.

Ignoro cual será la siguiente entrega de este vodevil en clave de una canción del dúo Pimpinela que usted y la señora Oltra están interpretando con arreglos orquestales de ese mudo de los hermanos Marx (con perdón) que está siendo el señor Montiel, representante de Podemos.

Sepan los tres que me tienen más que decepcionado y, al menos por hoy, permítanme decirles voy a pasar de ustedes y que mañana –si se portan bien en lo que aun queda de pactos– será otro día.

Con su permiso, apago el iPhone y voy a seguir trabajando.




Alberto Soler Montagud

Médico y escritor

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