Hace
un par de días mientras leía en prensa tu artículo de la sección “Cabeza de
ratón”–que nunca me pierdo– no tenía ni idea de que era tu última columna de
opinión, dedicada en esa ocasión a denunciar a la oligarquía rica europea en su
asfixia programada contra los pobres griegos, pobres de solemnidad en tantos
aspectos, y a ese chocolate del loro que es la deuda helena para
Alemania y sus socios .
Querido
Moncho, me encantó como te mostraste sarcástico, cruel e inteligente, una vez
más, en tu póstumo artículo que acertadamente titulaste “La peineta griega”.
Que gusto me dio leer cómo supiste lanzar un puñetazo directo
al altanero orgullo de los poderosos, justo donde más les duele. Extraigo
un fragmento: “...es una provocación intolerable, proteger a los
parados, pagarles la luz a los insolventes y subir el salario mínimo mientras
los acreedores sufren tremendas penalidades pensando que nunca van a cobrar lo
que les deben porque los griegos derrochadores e irresponsables se van a gastar
lo que no es suyo en los pobres ¿habrase visto tamaña ofensa?”.
Sábado
21 de marzo de 2015; quien te lo iba a decir –y quien nos lo iba a decir– que
mientras disfrutabas de unos días de asueto con tu mujer en
Canarias, un puñetero infarto te arrebataría la vida de cuajo a la injusta edad
(siempre es injusta la edad que el destino depara para la muerte de cada cual
salvo contadas excepciones) de 65 años. Nos
has dejado consternados conforme nos íbamos enterando de que habías subido por
última vez a tu Seiscientos –¡adelante
hombre del 600!– y hacer tuya la carretera nacional más larga,
esa que conduce a la eternidad donde pervivirás en la memoria de quienes
siempre te recordaremos a través de tu legado.
Aquellos
que por edad comparten generación con nosotros entenderán lo que nos tocó vivir
en nuestra personal lucha contra el franquismo y sus últimos, pero no por ello
menos duros, coletazos. Aunque poco al poco, las libertades hcieran
innecesarias las triquiñuelas con que tocaba sortear a las censuras de la
dictadura en la lucha y compromiso con esas libertades que soñábamos hacer
nuestras, tú has mantenido hasta el final esa inteligente sorna a la que has
permanecido fiel incluso cuando ya hace años que no hace falta recurrir a la ironía,
la socarronería, el retintín o la doble intención para engañar a los censores.
Música ("Desde Santurce a Bilbao blues band”…);
Radio (“Sopa de ondas”,
“Calles de Babilonia”…); TV (“Popgrama”…);
Teatro (“Castañuela 70”,
“Castañuela 90”, “Federico”…), Periodismo en prensa escrita así como
un montón de libros publicados en tu faceta de escritor.
Ese es
tu legado.
Descansa
en paz Moncho, aunque mi deseo sería que nos hubieras regalado unos decenios
más de guerra.
Alberto
Soler Montagud
Médico
y escritor
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