Los líderes y militantes de Syriza
se sienten hermanos gemelos de Podemos, aunque lo cierto es que el
partido que, presumiblemente, ganará los inminentes comicios griegos es una coalición
de partidos de izquierdas exactamente igual que sucede con Izquierda Unida
en España, una formación de la que Syriza es un calco tanto ideológico como
organizativo. Sin embargo, los griego reniegan de
la realidad y evidencia de su similitud con IU y aspiran a ser como Podemos
porque lo contemplan como caballo ganador. A tal efecto, leía hace unos días en El País las declaraciones
de un militante de Syriza: “No, no,
no… ¡nos gusta más Podemos porque quien va a ganar [en España] es Podemos, no
IU”. Que curioso que
el programa de IU haya servido de modelo (casi a golpe de fotocopia) a Podemos
y sin embargo que bien deben haber hecho sus deberes en la recién nacida
formación para conseguir lo que han conseguido en apenas unos meses.
Hay que reconocer la excelente
campaña de medios y de movilización popular que han llevado a cabo Pablo
Iglesias y sus compañeros durante el último año, canalizando y
rentabilizando el desencanto de las clases medias y bajas al sustraer los votos
(y casi fagocitar el partido) de IU, hundir (aún más) al PSOE y
propiciar que un considerable porcentaje de votantes de la derecha se decante
por la abstención o proyecte confiar su próximo voto a Ciudadanos o a UPyD.
Hay que felicitar a Pablo Iglesias,
Juan Carlos Monedero, Pablo
Echenique, Carolina
Bescansa, Íñigo Errejón y compañía por lo mucho que han llegado a
conseguir sin gastarse apenas un duro en promocionar su recién creado partido.
Aunque también habría que atribuir parte de su éxito a la incapacidad
demostrada por IU para hacer en España lo mismo que Syriza ha logrado en
Grecia: plasmar una movilización de protesta ciudadana a través de una
coalición de partidos de izquierdas preexistentes y no creando otro de la nada
y de la noche a la mañana.
Igualmente, es un hecho que el PSOE
ha ayudado a Podemos al cederles (por dejadez de funciones) el portaestandarte
de la defensa de los derechos de las clases desprotegidas, confiados como han
vivido hasta ahora los del puño y la rosa, instalados en un cómodo
bipartidismo.
Y puestos a agradecer, sería
injusto no reconocer el gran mérito que el PP ha tenido en la fulgurante
ascensión de un carismático personaje con coleta que, en muy pocos meses, se ha
convertido de desconocido y resultón tertuliano de La Sexta en firme
candidato a la presidencia del Gobierno de España.
El próximo domingo 25 de enero de
2015 hablarán las urnas en Grecia y muchos en España se verán en la tesitura de
poner sus barbas a remojar, o bien reconocer, quien sabe, que un cambio radical
es posible como Podemos preconiza. Y mientras tanto, a una prudente distancia,
la Europa rica contemplará los toros desde la barrera y el poder financiero y
empresarial se mantendrá a la expectativa, como siempre hace.
Tal vez, por ahora, lo único cierto
sea que el bipartidismo está tocado de muerte y que Grecia se ha convertido en
un oráculo, un espejo, o aun mejor en una bola de cristal que anunciará,
reflejará y predecirá el futuro de un país que, según Mariano Rajoy, ha salido
ya de la crisis.
Todo pinta muy raro y quien esto
escribe, cada vez tiene menos claro como acabará una situación que hace años se
les fue de las manos a quienes tenían que resolverla o nunca debieron permitir que
sucediera.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
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