viernes, 22 de febrero de 2013

TONI CANTÓ, Y CANTÓ MUY MAL POR CIERTO





Los animales no tienen derecho a la libertad ni a la vida




De alto riesgo habría que considerar el patinazo que dio el diputado valenciano de UPyD Toni Cantó cuando, en el Congreso de los Diputados, proclamó que los animales “no tienen derecho a la vida ni a la libertad”, una frase polémica que armó gran revuelo en las redes sociales y que, desafortunadamente, no fue una locución aislada sino una más de las perlas de hemeroteca proferidas en aquella intervención que, por méritos propios, entra por la puerta grande en la antología de desatinos proferidos por políticos españoles.



Patinazo de un político novato

Ahora que han transcurridos unos días y se han enfriados los ánimos, he visto y oído con calma la intervención parlamentaria del actor y político, y he tenido la impresión de que Toni Cantó se daba cuenta de su desacertada intervención conforme avanzaba en la exposición de la misma y que, en vez de enmendarla como habría sido lo prudente, optó poner a prueba sus dotes de orador e intentó salir airoso del atolladero con una huida hacia adelante para la que no estaba preparado ni disponía de argumentos. Así fue como, conforme el político novato hablaba, se fue metiendo en un callejón sin salida donde quedó atrapado, empecinado como estaba en no retroceder.








Los animales no tienen derechos

Cantó fue tan atrevido que recurrió a argumentos filosóficos y hasta citó a Fernando Savater como un referente que, presuntamente, legitimaba su manifiesto de que "los animales no tienen derechos, y por tanto tampoco obligaciones".
Algo mejoró la situación cuando el diputado reconoció que los animales eran capaces sufrir y afirmó que "la capacidad de sentir sufrimiento o dolor establece una continuidad entre animales racionales e irracionales". Sin embargo, todo se complicó de nuevo cuando el político embistió y sorprendió al respetable diciendo que “al carecer del libre albedrío y de la capacidad de decisión, no podemos considerar a los animales sujetos éticos capaces de discernir entre el bien y el mal”. 
Ahí es nada! 




Podemos juzgar el corazón de un hombre 
según trata a los animales 
(Immanuel Kant)



Filosofía 'cantoniana' 

De pronto, la filosofía cantoniana (de Cantó) chocó frontalmente con la kantiana (de Kant)  –"Podemos juzgar el corazón de un hombre según trata a los animales" dijo Immanuel Kant–  y con la de aquellos filósofos (o no) que además de respetar los derechos de los animales, defienden los de los seres humanos que “carecen del libre albedrío y capacidad de decisión” –como sucede con ciertos discapacitados psíquicos– o de quienes se mueven por impulsos y, aparentemente, son incapaces de “discernir entre el bien y el mal” como sucede en las etapas precoces de la infancia.
Hubo también frases pretendidamente ingeniosas en las que Cantó hizo juegos de palabras ("Todo contrato implica igualdad entre las partes, con los animales no puede haber contrato, solo trato, aunque todos esperamos que ese trato sea cada vez mejor"), así como otras que las que, explícita y alegremente, negó los derechos de los animales ("El maltrato a los animales no es un atentado ético, no viola ninguna obligación moral para con ellos" "Los animales no tienen derecho a la libertad ni a la vida, ni los toros, ni las vacas, ni los corderos") sin que estuvieran respaldadas en modo alguno por una argumentación ética y filosófica, cuya ausencia las hizo pasar por improvisadas y gratuitas aseveraciones.


Que falta de oratoria la de los políticos

Sin embargo, dejo constancia de que no es mi intención criminalizar al diputado Toni Cantó por lo que dijo (como se ha hecho desde muchos medios), ni tampoco justificarlo aunque estime que lo suyo no fue mas que el patinazo de un político inexperto y no una declaración razonada y argumentada de sus principios éticos con los que el señor Cantó contempla los derechos de los animales.
Y si hago estas matizaciones, es porque  al escribir este artículo solo quiero denunciar el bajo nivel formativo que exhiben nuestros políticos así como la lamentable dialéctica que campa a sus anchas en el Congreso de los Diputados, un lugar que debería ser el Sancta Santorum de la oratoria y que se asemeja más a un patio vecinal donde los argumentos obedecen a consignas y a intereses creados más que a la razón. Un lugar donde la lealtad a los partidos políticos se antepone a los intereses de la ciudadanía. Y eso, a todas luces es intolerable.


Colofón: que fácil es ser político en España

Ser político en España es una tarea fácil, tal vez demasiado fácil. 
No se exige ninguna preparación previa más que estar en una lista y superar el exámen que supone obtener los votos necesarios para acceder a un escaño o puesto público. 

De este modo, sucede que el oficio de político se aprende desde el ruedo al que a veces se lanza un espontáneo para ocupar un cargo público en el que adquirirá experiencia a base de aciertos, pero también de errores que acabarán pagando los administrados. Y hay algo en esto que no me convence.

Entiendo que este colofón no guarde para muchos relación alguna con el tema expuesto al principio del artículo. Probablemente lleven razón.
Pero lo sucedido con el señor Cantó me ha hecho recordar cuan necesitados andamos en este santo país de políticos profesionales, políticos con clase y  oficio, políticos con ese saber estar y saber decir que, en otros tiempos, hizo de las  cámaras y de los parlamentos unas cajas de resonancia donde la oratoria y la elocuencia permitían que insignes estadistas expusieran sus opiniones, ya no solo de un modo claro, atractivo y comprensible (lo que hoy no hace nadie) sino tanbién respetuoso con la opinión de los contrarios y con bases sólidas que fundamenten sus argumentos. 

Pero, claro, esos eran otros tiempos y estos, los nuestros, otros tiempos. Y también otros políticos.


Alberto Soler Montagud

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