lunes, 3 de septiembre de 2012

EL PP HOSTIGA A LAS FAMILIAS MIENTRAS ROUCO CALLA Y OTORGA







Somos muchos los convencidos de que la llamada crisis obedece a una perversión de los criterios éticos y morales de nuestra sociedad tanto o más que a un conflicto económico que sería consecuencia más que causa. Partiendo de esta premisa, sorprende que los representantes de la Iglesia católica no se hayan lanzado aun a la calle  para protestar contra un Gobierno que se está cebando con los débiles y que incumple varios preceptos evangélicos. Retirar la cobertura sanitaria a los inmigrantes, racanear con las dádivas de subsistencia a los parados, negar ayudas a los dependientes o permitir que miles de familias sean desahuciadas, nada de eso parece ser suficiente para que los obispos se lancen a la calle como hizo Rouco Varela cuando el 19 de junio de 2005 se manifestó en Madrid contra el matrimonio gay y contra cualquier modelo de familia distinto al propugnado por la Conferencia Episcopal.


Si Cristo los viera…

Según se desprende de las enseñanzas de Jesús de Nazaret, la Iglesia católica debería estar al permanente servicio de los pobres y no poseer las inmensas riquezas que detenta mientras un solo hijo de Dios sufra privaciones en cualquier rincón del orbe. Sin embargo, los hechos y la historia constatan cuan grande ha sido y es el apego del clero por las riquezas terrenales desde la fundación de esta institución por Pablo de Tarso quien, por cierto, no llegó a conocer a Jesucristo pero, supuestamente en su nombre, supo montar una multinacional con franquicias que extendió desde Filipo a Tesalónica, pasando por Corinto hasta llegar a Roma y así hasta nuestros días. 

Recuerdo que hace años, en un viaje al Vaticano, alguien muy versado en las intrigas y chismes de ese minúsculo estado me informó de que las letras SCV de las matrículas de los coches de este curioso país hacían alusión a “Stato Città del Vaticano”, unas siglas que el ingenio de los romanos identificaba con “Se Cristo Vedesse...(“Si Cristo lo Viera…”), como alusión a la fastuosa vida de muchos altos cargos de la curia. La impresión que me causó contemplar docenas de ejecutivos vestidos con trajes de Armani, maletín de Vuitton asido por unas manos muy cuidadas, zapatos a medida y Rolex de oro en la muñeca, me inspiró la creación de un personaje, Monseñor Di Vallo, que muchos años después aparecería en mi novela "El Legado de un Titán”.


Nada que ver con el Hijo del carpintero

Al contemplar la apática hipocresía que manifiesta la Iglesia católica ante el paro, la pobreza, y hasta el hambre que sufren tantas familias españolas, me es difícil imaginar que hoy en día el auténtico Jesús de Nazaret departiera  con políticos, banqueros y empresarios como hacen los obispos, mientras millones de seres humanos sufren las consecuencias de una crisis provocada por la ineptitud y la ambición de esos prebostes.

¿En que estamento del organigrama católico tendría cabida aquel revolucionario que predicaba el amor al prójimo y a un Dios siempre dispuesto a perdonar y no a enjuiciar como hacen los miembros de la Conferencia Episcopal que parecen más interesados en los asuntos ‘del César’  que en los 'de Dios'?

¿Que opinaría aquél Cristo pobre y solidario de que el Vaticano esté en posesión de la segunda reserva mundial de oro, solo por detrás de los EEUU?









Una Iglesia muy poco cristiana

Considero improbable, y hasta impensable, que el verdadero Jesús de Nazaret se manifestara hoy contra los homosexuales, les condenara en su derecho al amor y negara su privilegio para unirse en matrimonio. 

¿Porqué la Iglesia católica tiende a ‘interpretar’ la realidad y la religión en beneficio de sus intereses e ‘inventa’ un Cristo que actúa como cómplice de unos postulados que, a falta de argumentos, el catolicismo impone como dogmas?

No hay mas que leer los evangelios para colegir que el Jesús que en ellos aparece se encolerizaría 'si viera' (“Se Cristo Vedesse...”) que la misma Iglesia que no hace mucho incitaba a sus fieles a manifestarse contra el aborto guarda ahora un silencio encubridor ante un gobierno que protege a los ricos y que castiga con tributos abusivos a las clases trabajadoras privándoles de derechos básicos y elementales.






Es imposible que determinadas actuaciones, como la participación en una procesión del Corpus de la presidenta de una Comunidad Autónoma, de riguroso luto, con peineta, gesto circunspecto y una devoción que no dudo sintiera, consiguieran que el auténtico Jesucristo se olvidara las tropelías de quienes gobiernan a golpe de medidas que menoscaban el estado de bienestar de los ciudadanos y que castigan a los mismos débiles que Él siempre protegió, con el agravante de beneficiar a los miembros de las clases sociales más privilegiadas.


Permítame cuatro consejos, cardenal Rouco
Estimado señor Rouco Varela: así como la semana pasada le ofrecí un consejo (creo que bueno) a doña Fátima Báñez, hago ahora lo propio con usted como presidente de la Conferencia Episcopal Española al aportarle unas recomendaciones desde mi más sincero respeto y como ayuda para que la crisis económica perjudique lo menos posible a esas clases desprotegidas que son las que tanto amaba Jesús de Nazaret.

(1)

Le sugiero, señor Rouco, que con carácter urgente pida una línea de crédito –preferiblemente a fondo perdido- a la banca del Vaticano y que lo emplee para pagar los impuestos que en justicia le corresponde pagar a la Iglesia católica española. De este modo, nuestro Estado dispondría de más recursos y no tendría que gravar, al menos no tanto, a las empobrecidas familias que ahora sufren las consecuencias de la crisis.
Hágalo aunque solo sea por lo que se dice en el evangelio de Marcos 12 (13-17) acerca de dar “a Dios lo que es de Dios y al César lo que es del César”.

(2)
Pida a los sacerdotes españoles que en sus homilías, denuncien la situación de las familias desahuciadas por los bancos. También la penuria de aquellas que tienen a todos sus miembros en el paro y se les deniega las ayudas básicas. El menoscabo de los ancianos y pensionistas que se ven obligados a repagar por sus medicamentos. La indefensión de los inválidos-dependientes a los que el estado ha retirado la ayuda que percibían.
Recuerde cardenal Rouco lo que dice Jesús en Mateo 25-40:  “…lo que hiciereis con unos de estos pequeños a mí me lo hacéis”. Y no olvide que ‘estos pequeños’ no solo son los niños sino también los pobres, los ancianos, los enfermos y también los dependientes.

 (3)
Sea valiente y organice manifestaciones a favor de los 'sin papeles' que desde el 1 de septiembre dejarán de percibir atención sanitaria y que, usted lo sabe, son tan hijos de Dios como lo son los embriones o las familias que defiende con tanto ahínco. 

De nuevo le remito a la Biblia,
 cardenal Rouco. Recuerde a aquella mujer enferma de hemorragias que primero creyó en Jesús y luego recibió la curación física (Marcos 5, 25-34), o el ciego que sanó físicamente y luego conoció a Jesús como su Señor (Juan 9, 1-38). Si ellos tuvieron derecho a ser sanados sin que Jesús les pidiera una tarjeta sanitaria o les preguntara de que país procedían, exíjale a los gobernantes del PP que hagan lo mismo y mantengan el derecho a una sanidad universal y gratuita.


(4)

Ya por último, señor Rouco, me atrevo a darle un consejo teológico y pedirle que, cuando la Iglesia católica interprete las sagradas escrituras, lo haga con objetividad y sin sesgos que vayan en beneficio de ciertas tesis que tal vez se alejen del verdadero espíritu cristiano. Le pondré solo un ejemplo. Cuando en Marcos 10-14 el evangelista pone en boca de Jesús las palabras: “Dejad que los niños se acerquen a mí”, es fácil intuir lo que el Señor quería decir con aquella exhortación tan limpia y candorosa. No permita pues que ningún hombre de Dios recurra a esa cita como justificación de una incontrolables y sucias pulsiones ni utilice la palabra de Dios en un sentido distinto al estrictamente evangélico.


2 comentarios:

  1. Como ya es costumbre me entusiasman tus articulos, este especialmente, al conocer el prefil de Di vallo y ver la similitud de lo que cuentas.

    Al sr. Varela se le pueden y a mi parecer deben dar todos los consejos que tan sabiamente le expones , pero mucho me temo que los pasará por alto, ya que de todos es sabido que le mueve mas los dividendos que la caridad.

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  2. He leído con interés todo el relato, triste relato diría yo, con el que estoy totalmente de acuerdo y añadiría que a los defensores de la vida también habría que recordarles, entre otras muchas barbaridades, que Pío XI bendijo públicamente los tanques que Alemania envió a España para "librarnos" del comunismo, por lo visto los comunistas no eran personas. (que conste que no soy comunista).
    Lamentablemente estamos en manos de una "dictadura financiera" consentida por los políticos y bendecida por otros como dice la hermana Teresa Forcadas, que nos llevan por donde quieren y les interesa. Confío en que algún día nos despertemos y espero que no sea demasiado tarde. Un cordial saludo.

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