Antes de entrar en materia, no deberíamos olvidar que la penosa
situación económica que atraviesa España no ha sido causada por los ciudadanos que
ahora pagan las consecuencias. Gran parte del mal tiene su origen en la tolerancia
con que los gobiernos han permitido que la banca creara una burbuja de
opulencia que en el último decenio ha atrapado a millones de incautos de las clases
medias y bajas imbuyéndoles una necesidad consumista que el gran capital ha
alentado hasta extenuarlos.
La locura de la opulencia
Con
el comienzo de siglo XXI, gran parte de la población creyó hacer “el negocio de
su vida” al comprar compulsivamente casas y pisos a unos precios que no paraban
de subir. Era una locura de abundancia y excesos en la que se multiplicaron los
créditos y con la que los bancos hicieron fortunas a partir de los intereses y
las comisiones cobradas a quienes se endeudaron con unos inmuebles
engañosamente sobrevalorados.
La crisis que “no afectaba” a España
Tal
era la euforia que, cuando sonaron las primeras voces advirtiendo del peligro
que se vislumbraba, los gobernantes hicieron oídos sordos así como se
prodigaron con unas declaraciones sesgadas por la irresponsabilidad y la
euforia. Dos ejemplos: 1. “La burbuja inmobiliaria no existe […] es un invento
de la oposición que ignora que el sector de la construcción es fundamental para
nuestra economía” (Cristóbal Montoro, 2003). 2. "Nuestro sistema financiero es el más sólido
de la comunidad internacional" (Presidente Zapatero, 2008). Y mientras
tanto, la construcción y el sector financiero ganaban ingentes cantidades de
dinero y aunque los bancos se endeudaran peligrosamente, se les consentía que,
en sus balances, declararan los activos al precio de adquisición y no al valor
real de un mercado que irremediablemente iba a la baja.
Comienzan las intervenciones
La
situación global se volvió tan desastrosa que los países con peor gestión y una
economía más débil (Grecia, Irlanda o Portugal) tuvieron que ser intervenidos. Mientras
tanto, y aunque se transmitió la consigna de que España estaba fuera de
peligro, el temor hizo mella en la ciudadanía, el paro creció hasta límites
alarmantes, el sistema bancario español comenzó a desmoronarse, Europa perdió
confianza en España y no hubo más remedio que aplicar los primeros recortes. Lo
que vino después es de todos sabido.
Indicadores económicos de “alerta roja”
En
este contexto, cuando giramos en el torbellino de unos indicadores económicos
peores cada día que el día anterior, los ciudadanos se sienten defraudados y engañados
como unos niños a quienes sus padres ocultan una cruda realidad. Pero lo
dramático es que, en nuestro caso, los metafóricos “padres” se muestran incompetentes
para asumir esa realidad y para
sacarnos de un agujero donde han permitido que cayéramos. Da la sensación de
que, desde hace tiempo, no se esté haciendo nada útil para que el paro descienda y para que la
economía se recupere; al menos parece que no se haga nada en beneficio de quienes sufren la
crisis mientras se ayuda a quienes la provocaron. Otra faceta que contribuye a generar malestar es que no se esté actuando según las necesidades de España sino obedeciendo las medidas que imponen los líderes económicos de
la comunidad europea.
Mentiras arriesgadas.
Hace
dos semanas Mariano Rajoy prometió
que no habría un rescate para los bancos españoles e incurrió en una nueva mentira que entraba en sintonía con el incumplimiento de tantas promesas
electorales como ha quebrantado el gobierno que preside y que se comporta con los ciudadanos como si fueran borricos con unas enormes tragaderas aptas para engullir sus contumaces falacias.
A continuación resumiremos las últimas tomaduras de pelo con que el Gobierno cree haber engañado, una vez más, al pueblo soberano:
A continuación resumiremos las últimas tomaduras de pelo con que el Gobierno cree haber engañado, una vez más, al pueblo soberano:
- Pedir un rescate para la banca española y negarlo disfrazándolo como un
crédito (según De Guindos, se trata de “un
apoyo financiero que nada tiene nada que ver con un rescate”).
- Hacernos creer que el rescate (“línea de crédito”) solicitado no afectará al déficit público, cuando lo cierto es que
el dinero se otorgará
al FROB, o sea al Estado, que pasará a ser el único responsable de su devolución
- Asegurar que
esta ayuda sólo implicará condiciones para la banca y no para los españoles cuando es un hecho
que varias de las entidades que van a beneficiarse del dinero que se nos ofrece
están nacionalizadas o son públicas (sólo para Bankia, recién nacionalizada, harán
falta mas de 20.000 millones de euros).
- La desfachatez de De Guindos al decir
que el dinero del rescate “ayudará a las familias y a las empresas y
servirá para que vuelva a fluir el crédito, para que crezca la economía
y se cree empleo”.
- La dudosa credibilidad
de Cristóbal Montoro cuando se ha atrevido a asegurar que “no van a venir
los hombres de negro” para controlarnos como ocurre con Irlanda, Portugal o
Grecia.
- Plantear el rescate como una buena noticia, como si a España le acabara
de tocar un premio gordo con el que se zanja la crisis. Mariano Rajoy ha considerado
el “rescate” como un éxito de su política que lo ha convertido en el hazmerreír
la prensa internacional.
Colofón
Como consecuencia de
lo planteado, no es de extrañar que los mercados financieros hayan hecho caso
omiso del rescate de la banca española y que tanto el parqué madrileño como la
prima de riesgo no se hayan recuperado en las primeras sesiones que han seguido
a la “buena nueva” que los populares han
proclamado como un éxito político de Rajoy y del ministro De Guindos.
Si a esto añadimos que
El FMI acaba de dar menos de tres meses de vida al euro si la UE no toma
acciones para fortalecerlo, el panorama no puede ser mas preocupante y desalentador.
Alberto Soler Montagud
Me parece que este blog lo debería leer todo el Mundo, a ver si de una vez se enteran de lo que realmente significa todo esto.
ResponderEliminarExplicado con sencillez y claridad.Me ha gustado mucho.