Introducción
El pasado verano cayó en mis manos la primera novela de la trilogía Millenium de Stieg Larsson. Algo escéptico, aunque aleccionado por las muchas y efusivas recomendaciones que había recibido, comencé a leer el libro bajo el efecto de la repercusión mediática que había convertido a la obra del escritor sueco en un fenómeno social y editorial de esos que, desafortunadamente, no suceden todos los día (aunque quienes me conocen habrán intuido por qué digo “desafortunadamente”, aclararé que estoy hasta los mismísimos de mendigar una miajita de atención por parte de las jodidas editoriales por si alguna se digna a publicarme un tocho de novela que tengo escrita hace ya más de dos años).
Antes que nada quiero puntualizar que la novela negra nunca ha sido un género que haya acaparado especialmente mi atención, por ello será fácil entender que mis conocimientos acerca del género, y mas en concreto del subgénero nórdico, fueran nulos antes de que Stieg Larsson irrumpiera en mi vida.
Surge un serio problema de "adicción"
Apenas habían transcurrido cuatro semanas desde que había comenzado a leer la primera novela de la trilogía de Larsson, y ya había devorado más de dos mil páginas de la serie. Tomar conciencia de ello dio paso al comienzo de un auténtico calvario.
De no saber nada acerca de un género literario me había convertido en un adicto al mismo con el agravante de “necesitar” de ese especial toque nórdico para sentirme a gusto con la lectura de todos las novelas que vinieron a continuación.
Los bollos de canela y el inicio de una preocupante "dependencia psíquica"
Cuando acabé de leer “La reina en el palacio de las corrientes de aire” (la última novela de la trilogía) me embargó una sensación de orfandad que me impulsó a una desesperada búsqueda de nuevos autores suecos para saciar mi voraz apetito por más y más tramas de asesinatos cometidos en pequeñas y frías ciudades donde los policías trabajan en pequeñas comisarías, toman cantidades ingentes de café y lo acompañan, siempre que pueden, con unos suculentos panecillos recién horneados y, si hay suerte, con unos exquisitos bollos de canela.
Casi sin darme cuenta me estaba convirtiendo en ciudadano sueco "de adopción literaria", un sueco de los de toda la vida que renegaba de su genética mediterránea y se miraba al espejo cada vez con mas frecuencia y con la esperanza de verse convertido en un maduro investigador rubio con los ojos ojos azules e investido de unos rasgos cincelados por las frías y largas noches de los inviernos boreales.
Y de pronto conocí a Henning Mankell, y con él descubrí a Kurt Wallander, un hombre común y corriente, inspector de policía de una pequeña ciudad situada al sur de Suecia (Malmö) y protagonista absoluto de una larga saga de nueve novelas que fui leyendo una detrás otra, por orden cronológico y casi de un tirón, al tiempo que tomaba consciencia de que tenía un serio problema al ser incapaz de leer nada que no fuera novela negra sueca.
El por qué del título de este artículo
Por el título que encabeza este artículo tal podría parecer que mi intención fuera la de exponer las razonas por las que me he hecho adicto a este género literario, pero, nada más lejos de la realidad. Lo que en realidad planteo al preguntar "¿por qué me gusta la novela negra sueca?" es una serie de angustiosas cuestiones:
¿Por qué coño me gusta la novela negra sueca?
¿Podría alguien explicármelo?
¿Puede alguien decirme como he sucumbido ante un género que nunca me llamó la atención y que ahora coarta mi libertad?
¿Quién puede ofrecerme un remedio que me posibilite leer “de todo” tal y como antes hacía?
Mi drama continua
Una vez consumí toda la obra de Henning Mankell, me lancé a una nueva búsqueda de narradores suecos especializados en novela negra y así fue como encontré a dos mujeres: Åsa Larsson y luego Camilla Läckberg, de quien termino de leer la cuarta y última de las novelas que por ahora tiene publicadas en España, y ya espero ansioso a que se editen las siguientes.
Considere el lector cuan angustiosa llega a ser ya mi situación cuando he llegado a plantearme ,muy seriamente por cierto, empezar a estudiar sueco (en cierto modo, algo sueco ya me siento como antes he dejado entrever) para no vivir ya más pendiente del ritmo de trabajo de los traductores y las caprichosas preferencias de las editoriales.
Estos últimos días, aún hoy cuando escribo este artículo, no consigo decidirme entre Jan Guillou (un autor más próximo al estilo de Henning Mankell) o seguir con las mujeres y emprender el abordaje de las obras de Liza Marklund e Inger Frimansson.
Realmente estoy desesperado.
Tal vez exista un remedio para el mal que me corroe por dentro
Mi mujer me ha sugerido que, a modo de desintoxicación, empiece a leer la autobiografía de uno de sus autores y formadores favoritos (ella es terapeuta Gestalt), el psiquiatra Carlos Castilla del Pino publicada por Tusquets en dos volúmenes: “Pretérito imperfecto” y “Casa del olivo”, por ver si me ayuda a “quitarme" de esta adicción que tan fuerte me ha enganchado.
Creo que intentaré hacerle caso pues, la verdad, empiezo a sentirme saturado de tanto apellido Svensson, Persson, Hedström o Molin; de ciudades como Malmö, Fjällbacka, Gotemburgo o Estocolmo; de cafés recalentados en las cocinas de tantas comisarías suecas como he llegado conocer; y de las galletas y panecillos recién horneados que suelen obsequiar a los protagonistas de las novelas cada vez que visitan una casa para interrogar a sus moradores.
Pero por encima de todo, lo que tal vez mas necesite sea perder de vista esos exquisitos bollos de canela que indefectiblemente aparecen en todas y las novelas de trama negra sueca que he leído a lo largo del último año.
Necesito volver a ser el que era y, si lo consigo, prometo escribir un nuevo artículo con un análisis literario que explique de verdad “por qué me gusta la novela negra sueca”.
Madre mia..... parece que me estes describiendo!!
ResponderEliminarY en parte me alegro de no ser la única con esta adicción.
Con cada una de las palabras q dices me siento identificada....y esto ya es una locura...se convierte en una forma de vida como tu dices!! jejejejejej
Yo de momento me he leido todas las q dices menos las de Henning Mankell...y esto es como una droga..em cuanto acabo uno..si estoy un dia sin leer..ya tengo mono.
En fin...ya me contaras que tal lo llevas tu....jeje
Un abrazo
me siento identificada, busco en todas la librerías... todavía no leí a Mankel, las demás,todas. Conozco mejor el mapa de Suecia que el de Argentna.. ja..ja.. , una adicción, ultimamente logro "cortarla" con algunas novelas de J.Grisham.que bien que no soy la única. Muy buenos tus comentarios. Gracias
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