¿Combatir la crisis apagando farolas?
Como el gasto en alumbrado de la ciudad de Valencia parece excesivo para los tiempos de crisis que corren, Rita Barberá ha decidido instaurar un plan de ahorro (puro chocolate del loro) consistente apagar una de cada dos farolas, o una de cada tres, o incluso todas las de una acera, como una solución, sin duda correcta, aunque excesivamente tardía, habida cuenta de las múltiples denuncias de la oposición socialista municipal por despilfarro energético y contaminación lumínica de una ciudad que cuenta con una farola por cada nueve habitantes y se precia de ser "la ciudad mejor iluminada de Europa" aunque deba pagar por ello más de siete millones de euros anuales (cifra de 2008) en concepto de consumo eléctrico.
El despilfarrador Camps pide ahora austeridad.
También Francisco Camps parece haber visto la luz que le aguardaba al final de un largo y oscuro túnel lleno de dispendios y de derroches. En su discurso inaugural, con motivo de los Premios Rey Jaime I, Camps habló de la necesidad de hacer un esfuerzo colectivo "en un mundo que tiene que seguir apostando por la competitividad y por la austeridad, porque sin austeridad no hay crecimiento, no hay prosperidad y no hay bienestar”. Ya lanzado, el “president” añadió que “los europeos somos conscientes de que debemos incorporar la palabra austeridad a nuestros comportamientos".
A buenas horas, mangas verdes
Resulta insultante y de una gran desfachatez, que un gobierno autonómico que ha consentido pagar 90 millones de euros por un canon que permite celebrar carreras de Formula 1 en Valencia, que esos mismos responsables políticos que aun no han aclarado cuanto costó la visita del Papa (una cifra que aun es un "misterio" aunque, por el sumario del caso Gürtel, sepamos que la retransmisión de los eventos por televisión supuso 14.500.500 euros a todos los valencianos, tanto católicos como no católicos, tanto creyentes como no creyentes), que ese gobierno presidido por un megalómano personaje obsesionado con perpetuar su imagen a golpe de faraónicos proyectos, sea precisamente quien ahora propone -a buenas horas, mangas verdes- una política de austeridad para combatir a un monstruo que durante años han alimentado con su ambición, su soberbia y una irresponsable gestión, mientras miles de niños valencianos -por citar un ejemplo entre mil-, acudían (y aun acuden) a unos barracones eufemísticamente conocidos como "aulas prefabricadas", por no disponer de colegios.
No haré más comentarios.
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