miércoles, 5 de mayo de 2010

HAGAN JUEGO SEÑORES




¿ POR QUÉ SUBEN Y BAJAN LAS BOLSAS ?

No es habitual que en la espiral tratemos temas relacionados con la economía y las finanzas, y, mucho menos, que analicemos el comportamiento de los mercados bursátiles. En realidad esta es la primera vez que exploraremos juntos este críptico mundo y, si me atrevo a meterme en una camisa de once varas (mas bien, camisa de fuerza) lo hago consciente de la impunidad que me confiere mi propia ignorancia y la benevolencia que le presupongo al lector.

Veamos. Esta mañana (por el martes 4 de mayo), la bolsa española ha sufrido un descomunal descalabro al igual que el resto de plazas europeas (aunque éstas con unas pérdidas algo más moderadas) e incluso la bolsa norteamericana (con pérdidas sensiblemente inferiores a las del viejo continente).

Ante este panorama se impondría plantearse que es lo que está ocurriendo y el porqué de una clara tendencia a la baja durante los últimos meses. Igualmente surge el ansia de conocer las repercusiones que estos comportamientos bajistas puedan tener en los bolsillos de las clases medias y medias-bajas que, al fin y a postre, son las que alimentan las voraces fauces de las grandes fortunas (que en realidad no son mas de un centenar de familias y apenas si deberían preocuparnos) y, sobre todo, de esa bestia parda e insaciable, capaz de declarar beneficios hasta en los peores momentos de la peor de las crisis, que es la banca.

Tengo un amigo, pobrecillo, que esta convencido de que soy un buen consejero en materia de inversiones, y, justo esta tarde, tras la debacle bursátil, me ha telefoneado para preguntarme si seria buen momento para comprar acciones o entrar en un fondo de inversión de renta variable "ahora que las participaciones deben estar tiradas de precio".

Armándome de paciencia le he respondido a mi amigo con la mayor sinceridad que me ha sido posible, enumerándole un decálogo por ver si, de una vez por todas, desmitificaba mis inexistentes conocimientos de economía.

1. Las fluctuaciones de los mercados de valores son una falacia que no responde a ninguna lógica.

2. Los analistas bursátiles fallan mas que una escopeta de feria.

3. No existen reglas fijas predictivas (si las hubiera, los analistas serian millonarios y no necesitarían ganarse el pan de cada día intentando predecir lo impredecible, explicar lo inexplicable y analizar lo que no aguanta un mínimo análisis cuerdo y sensato).

4. Jamás un pequeño inversor se ha hecho millonario jugando en bolsa.

5. El principal factor modulador de las tendencias bursátiles es la rumurología.

6. Son muchas las ocasiones en que las consecuencias bursátiles de una impactante noticia política, económica, social o empresarial, son justo las contrarias de lo que dictaría un análisis razonado : suben las bolsas cuando deberían bajar y bajan cuando deberían subir.

7. La respuesta de los índices a determinadas noticias de la prensa económica internacional, a simples rumores que, sin causa aparente, surgen en el panorama económico, político y/o mediático, o incluso a un simple “gesto” o inflexión en el tono de la voz del presidente de la Reserva Federal americana, pueden producir efectos mas devastadores que la quiebra de una multinacional.

8. Sin duda, el gran capital se dedica a abonar periódicamente el terreno para difundir rumores catastrofistas que hacen bajar las bolsas y crear un pánico colectivo que impulsa a vender sus acciones (cada vez a un precio mas bajo) a los pequeños inversores. Cuando los valores están a ras de suelo, quienes difundieron los rumores, se dedican a comprar acciones a precio de saldo y luego difunden nuevos rumores (esta vez nada catastrofistas) que hacen subir de nuevo las bolsas. Así los ricos se hacen mas ricos mientras los pobres inversores se han quedado sin acciones y sin dinero.

9. Como en la ruleta, en el juego de la bolsa siempre gana la banca.

10. Políticos, militares, empresarios, trabajadores y pardillos mil, no son mas que simples peones que mueven a su antojo aquellos que nunca pierden mas que la vergüenza de estar jugando con un sistema que, mal que nos pese, es el menos malo que nos podría haber tocado en este absurdo juego de intereses que es la consumista sociedad que día a día nos consume.

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