viernes, 23 de abril de 2010

EL VELO ISLÁMICO


UNA PERSPECTIVA SOCIAL Y ANTROPOLÓGICA



Respecto a la polémica surgida por el uso del velo musulmán en los colegios públicos tal vez se imponga un minucioso análisis hecho desde la perspectiva de la aconfesionalidad del Estado, la connotación religiosa inherente al uso del hiyab y las diferencias sociales derivadas de esta costumbre así como la dificultad para la integración cultural a la que, sin duda, va asociado.

No permitir que las mujeres musulmanas utilicen el velo en los centros públicos estatales es algo que trasciende mas allá de lo puramente estético, cultural e incluso religioso ya que, irremediablemente, se asocia a la inmigración, un fenómeno suficientemente complejo de por si. Todo aquel individuo que decide establecer su residencia en un lugar distinto al propio de origen debería esforzarse por adaptarse al marco sociocultural que lo acoge y respetar sus leyes y costumbres muy por encima de imponer la suyas

Las soluciones a este problema se vislumbran mucho más complejas desde el momento en que sectores ultraderechistas se aprovechan (cuando no promueven) de esa reacción atávica de instinto de defensa del territorio que surge siempre que un elemento extraño se inmiscuye en un grupo. Así las cosas, algo tan simple como ponerse un pañuelo en la cabeza pasaría a convertirse en materia de estudio antropológico. Una nueva pieza se suma a este ya de por si complejo puzzle si quienes reivindican el derecho a llevar el hiyab proceden de países que no ofrecen el marco de libertades que pretenden exigir en el nuestro.

Ahora que, al amparo de la aconfesionalidad del Estado, se plantea la retirada de los símbolos religiosos de los centros docentes públicos, el hiyab debería recibir, por lógica, el mismo tratamiento que se pretende aplicar a los crucifijos y otros símbolos religiosos, siempre sin menoscabo del derecho a la enseñanza que asiste a todos los ciudadanos.

Es obvio que tendría regularizarse cuanto antes este problema (que no es exclusivo de nuestro país) a partir de una exquisita sintonía entre el obligado cumplimiento de las leyes, el principio de laicidad estatal, la libertad de culto y la propia libertad del individuo. Para ello se impondría que la anunciada reforma de la Ley de Libertad Religiosa se convirtiera en un hecho que regulara la utilización de cualquier simbología religiosa a partir de un marco que respetasen, sin excepción, todas las confesiones y creencias.

3 comentarios:

  1. Algún día seremos más inteligentes, sensatos y respetuosos, los unos con los otros?
    La de leyes que se requetereformarán por culpa del puñetero afán de tener la pilila mas larga que la del otro o que mi dios es mas dios que el tuyo.
    Chicos, dejar ya las religiones! ...que no veis la de tragedias que nos han traído.

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  2. Estimado Alberto creo que no damos pasos hacia adelante sino hacia atrás cuando empezamos a regular la forma y maneras en que debe de vestir la gente como debe andar por el mundo. Las religiones son todas absurdas. Retiramos los velos pero deberíamos también retirar las sotanas de los curas que me provocan mucho más temor todo negras hasta los tobillos y los niños con los crucificos colgando del cuello?. Llegar a la aconfesionalidad absoluta es imposible. El respeto a los demás esta por encima de todo, todos de acuerdo ahí. Respetar las costumbres del país donde llegas también pero olvidar los orígenes es matar a cada persona, es impedirle saber quien es y de donde viene. Mi padres provienen de Andalucía crearon aquí la Casa de Andalucía, con el reparo que eso provocó en algún momento, el miedo a los que vienen de fuera. Si ese velo no lleva ningún trasfondo que recorte libertades individuales si no se impone por la fuerza, tampoco debe quitarse por la fuerza. Regularlo todo... no es dar un paso atrás???. Todos vestidos iguales, peinados iguales... los chicos con pantalones por debajo de los calzoncillos no es mi estilo pero tampoco creo que se tenga que regular, los piercings no me pondría uno pero voy a impedirlo... es difícil poner los límites...este tema me trae un poco de cabeza porque creo que es más vender noticias de las que en ocasiones carece la prensa que preocupación por una niña de 13 años que, tal vez, no tenía ningún problema hasta ahora. Un saludo. juanjo

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  3. En realidad, no se trata de "regular" como debe vestir la gente ni ser esclavo de unas leyes que, por supuesto, se "requetereformarán" una y mil veces según las "necesidades" y caprichos de los mandamases de turno.

    Tampoco se trata de prescindir de velos o sotanas y ya está. Es solo cuestión de aceptar un problema social que se nos ha colado por la puerta de atrás y no deberíamos ignorar, entre otras cosas, para que no nos pase como en Europa donde los más radicales y xenófobos pretenden sacar un provecho que nunca conseguirán a través de las urnas. 


    Por supuesto que a mi me la suda que una niña lleve o no un velo en la cabeza. Pero hay gente que quiere aprovechar al máximo el estereotipo "ir-vestido-de-musulmán-igual-a-terrorismo-islámico" para descargar su iracunda xenofobia sobre aquellos que no se ajustan al modelo occidental al uso.
Justo ahí es donde debería legislarse para defender no solo la libertad de culto y creencias (y el derecho a que cada cual lleve chilaba, hiyad o lo que quiera) sino también para que no se haga ostentación de símbolos religiosos en recintos laicos y aconfesionales como son los centros docentes estatales (del mismo modo que en algunos entornos privados su reglamento interno regula la indumentaria adecuada para acceder a los mismos).
    Consideraría inadecuado (faltaría más) que un niño acudiera a clase (hablo de un colegio público y laico sufragado también con los impuestos de quienes no creen ni desean símbolos religiosos cerca de sus hijos) vestido de primera comunión y con un enorme crucifijo colgado al cuello o que su maestro impartiera matemáticas con una sotana negra hasta los zapatos y un crucifijo más grande aun que el del niño.

    Del mismo modo, defiendo el derecho a que una mujer vaya con velo por la calle o que a una monja le guste asustar a los transeúntes vistiendo un habito mas gótico que el de la novia de Drácula. Allá ellas con su problema si lo que quieren es pasar calor. Por mi parte, yo, tan fresquito.

    Sin embargo, si esa vestimenta lleva implícita proselitismo o reivindica un credo confesional, le recordaría a quien exija llevarla en un centro público, que la religión es para las mezquitas, las sinagogas, las catedrales o los colegios religiosos, pero nunca para los laicos.
Se trata de algo idéntico a mi oposición a la presencia de crucifijos en las escuelas y muy parecido al rechazo que en su día manifesté respecto a los retratos de Franco y José Antonio, e incluso en la actualidad, a los del rey, ya que ni soy monárquico ni me gustaría que a un niño se le atragantara el teorema de Pitágoras porque un tal Juan Carlos le mira fijamente a los ojos desde la pared. Tal vez el niño pase del tema, casi seguro, pero yo no.

    Y, ya por último, quisiera puntualizar que no se trata de que nadie deba renegar de su cultura y tradiciones cuando emigra a otro país sino, mas bien, que haga el esfuerzo de adaptarse al las leyes y costumbres propias del lugar que lo acoge.


    Por mi parte, cada vez que he entrado en una mezquita me he descalzado, en las sinagogas me he puesto el gorrito de turno y en cada lugar “donde fuere” siempre he hecho “lo que viere”, por puritito respeto y sin menoscabo de mi libertad, mis creencias y mis orígenes.
    Si el cumplimiento de la ley exige descubrirse la cara delante de un juez o quitarse el velo cuando se entra en clase, no deberíamos concederle más importancia que quitarse el sombrero cuando se entra en una casa o en una iglesia, siempre y cuando nadie te prive de la libertad de volvértelo a poner al salir de allí.

    En resumidas cuentas, defiendo que se legisle adecuadamente y que no se les dé motivos a los “ideólogos” xenófobos, racistas y ultraextremistas para que hagan montañas a partir de unos granitos de arena que, al fin y a la postre, no son mas que usos y costumbres propios de cada cultura.

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