viernes, 5 de marzo de 2010

ELLOS (O LOS PARANOICOS DELIRIOS DE UNA MENTE CONTROLADA)






- ¿Sabes? Ya no aguanto más. Hasta ahora solo insultaban a mi inteligencia, pero ahora quieren anularla. La mía y la de todos.

- No llego a entender lo que dices... ¿Quién dices que te insulta?

- Son ellos, y no solo me insultan a mí. También a ti, a todos...

- ¿Ellos? ¿Quienes son ellos?

- No lo se, pero lo cierto es que están ahí. Nos controlan, nos intoxican, dirigen nuestros actos, manipulan nuestra opinión.

- Ah, claro. Te estas refiriendo a los periodistas y a los políticos.

- No Arturo, me estoy refiriendo a ellos. Esos que tú mencionas son solo unos peones, por cierto, unos peones también insultados en su inteligencia y manipulados en su voluntad para que a su vez nos manipulen a nosotros.


Pedí otra cerveza y giré mi silla acercándola a la mesa de los contertulios fingiendo huir de un sol que, por cierto, empezaba a darme en la cara.


- Mira Jorge, creo que necesitas unas vacaciones. Te noto algo estresado.

- No estoy estresado Arturo. Estoy hasta los huevos. Fíjate por ejemplo en lo que dijo ayer Rajoy a cuento del tema de suprimir los toros en Cataluña. Por una vez habló claro y dio su opinión mostrándose partidario de no suprimir la fiesta argumentando que "su implantación es una tradición que no obliga a nadie a asistir a una corrida".

- Pues creo que ahí estuvo acertado. El tal Mariano defendía la libertad y el derecho de ir o no ir a los toros. Bien visto, prohibir sin mas la fiesta sería una imposición, un acto dictatorial.

- Si, claro. Pero el problema no es ese. El verdadero problema es por qué el PP no utiliza ese mismo argumento con el aborto cuando lo cierto es que la ley que lo regula no obliga a abortar a ninguna mujer.

- ¿Y eso lo interpretas tú como un insulto a tu inteligencia? Creo que te estás volviendo paranoico.

- No Arturo. Además, ya sabes que soy obsesivo compulsivo desde que mi madre me daba el pecho, pero, de paranoico no tengo nada. Puedes preguntarle a mi psiquiatra si quieres.

- Lo siento pero yo sigo sin ver lo del insulto.

- Te pondré otro ejemplo – dijo Jorge mientras encendía un cigarrillo -. El martes pasado, sin ir mas lejos, un fulano de la CEOE nos salió con la mierda esa de los contratos laborales de seis meses sin derecho a paro, sin cotizar a la seguridad social y sin derecho a la indemnización por despido Solo le faltó añadir que se pagaría en negro a los pobres incautos que aceptaran una denigración de tal calibre. ¿Es o no es un insulto a la inteligencia de todos? El simple hecho de proponer algo así atenta contra la dignidad. ¿No te das cuenta que solo fue un globo sonda destinado a calibrar las tragaderas y el nivel de resignación de los parados? ¡Están experimentando con nosotros! No dejan de hacerlo con cada noticia que se publica, con cada mitin político, con cada logro social dirigido a taparnos la boca.


Llegado a este punto, que por cierto me interesaba porque algo había oído en la radio, acerqué aun más mi silla a la mesa de Jorge y Arturo fingiendo leer el periódico con interés, no sin antes comprobar que no lo tenía cogido del revés.


- En eso estoy de acuerdo contigo, mira por donde. ¿Debo entonces deducir que ellos son los empresarios?

- No Arturo. Los de la CEOE también son peones útiles que están controlados por ellos.

- ¿Quien coño entonces son ellos? – Arturo daba muestras de sentirse incómodo y perturbado con los delirios persecutorios de Jorge.

- No lo se Arturo, pero lo cierto es que están ahí. Siempre han estado y siempre los estarán. Es casi imposible detectar su presencia pero se que nos controlan hasta cuando dormimos. Dirigen nuestros sueños. Minan nuestra voluntad y lo hacen con tal habilidad que llegan a hacernos creer que somos libres.

- Parece que estés hablando de extraterrestres...

- ¡Que va! – dijo Jorge sonriendo por primera vez -. Eso seria hasta fácil de entender. Ellos son mucho mas sibilinos para infiltrarse entre nosotros y controlar nuestras mentes. Fíjate por ejemplo en el tipo de la mesa de al lado. Finge leer el periódico pero nos está observando desde que llegó.

- ¿Quieres decir que es uno de ellos?

- No lo descarto.


Apresuradamente hice un gesto al camarero. Dejé un billete de diez euros sobre la mesa y, sin esperar el cambio, salí por piernas hacia mi casa convencido de que Jorge y Arturo eran dos peones alienígenas que disfrutaban insultando mi inteligencia.

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