El obispo auxiliar de Madrid y portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino, ha clarificado, tras muchos años de cómplice silencio, por qué la Iglesia Católica no excomulgó al dictador Franco a pesar de que estampara su firma en tantas sentencias de muerte.
Cuando se le preguntó al obispo, en rueda de prensa, si la Iglesia perimitiría comulgar al Rey en el caso de que sancionara con su firma la ley del aborto, Camino respondió que la situación del monarca "es única" y, por tanto, "la Iglesia no debe posicionarse ni tampoco aplicar principios generales para una situación única como la suya", ya que "la firma del Rey [en esta ley] no tiene la misma consideración moral que la del voto de un parlamentario".
Como podemos ver, se trata de una ambigua y enrevesada respuesta (muy en línea con la hipócrita y retorcida diplomacia vaticana) de la que fácilmente podemos deducir que la situación del dictador Franco también fue "única" y quedaba al margen de la del resto de los mortales, circunstancia que explicaría, al fin, por qué la Iglesia Católica española le permitió comulgar, e incluso ir bajo palio, muy a pesar de sus reiterados "atentados contra la vida humana" (por definir la pena de muerte con las mismas palabras que la Iglesia califica el aborto).
Deberíamos agradecer al obispo Martínez Camino que, de un modo tan ambiguamente explicito, haya puesto en claro por una vez la línea ideológica que Iglesia Católica sostiene respecto a la pena de muerte y su particular visión del derecho a la vida.
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