El miedo a enfermar es un condicionante para muchos cuando llega la hora de viajar a los EEUU, un país donde un simple dolor de muelas puede echar por tierra el presupuesto del turista menos precavido.
También para millones de norteamericanos, el hecho de que una enfermedad visite sus hogares ha constituido desde siempre, al menos ha sido así hasta ahora, un lujo difícilmente permisible para todos.
Acostumbrados como estamos a un sistema sanitario (me refiero ahora a nuestro país) de cobertura universal sufragado en base a los impuestos, no deja de sorprender que el más rico país del planeta adolezca de unos servicios sanitarios que en España nos otorga la simple condición de ciudadanía.
En su campaña electoral presidencial, Barack Obama proclamó la prioridad la democratización de una asistencia sanitaria que durante décadas había permanecido en manos de unas voraces compañías aseguradoras que, entre otras prebendas, contaban con la de rechazar clientes en función de sus patologías previas a la firma de las pólizas o rescindirlas unilateralmente por un uso frecuente de las mismas.
La tan ansiada reforma sanitaria en los EEUU ha sido finalmente aprobada, con un estrecho margen de votos a su favor, por la Administración Obama un hecho que consolidará la permanencia del actual presidente en la Casa Blanca al posibilitar el acceso a una sanidad pública a mas de 30 millones de ciudadanos, con bajos o nulos ingresos, que hasta ahora carecían de cobertura.
La oposición de los republicanos a lo que ellos han considerado como un entrometimiento de la Administración en el sector sanitario privado y una considerable merma para las arcas del Estado, no ha resultado suficiente para que la medida más popular puesta en marcha por el primer presidente afroamericano de los EEUU haya dado luz verde a un derecho tan básico como es el acceso a un sistema sanitario universal que hasta ahora solo disfrutaban las clases más pudientes y controlaban las compañías aseguradoras privadas.
Resulta significativa la frase pronunciada por Obama: "Vamos a probar que este Gobierno, del pueblo y por el pueblo, trabaja para el pueblo".
Desde el antiamericanismo que he enarbolado ante determinadas actuaciones de muchas administraciones USA, estimo que, si a esta medida le siguen otras como la reducción del gasto armamentístico (que, dicho sea de paso, nunca fue cuestionado por los republicanos, tan preocupados ahora por los casi mil millones de dólares que costarála reforma sanitaria) y la retirada de tropas de los países ocupados, creo que empezaría a creer en lo que muchos han dado en llamar “el milagro Obama”.
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