viernes, 19 de febrero de 2010

EL "DEDAZO" DE AZNAR Y LA PARÁBOLA DEL PIRÓMANO Y EL CAPITÁN DE LOS BOMBEROS




"Algunos parecen empeñados en demostrar que no pueden vivir sin mí" ,

dijo Aznar mientras obsequiaba con un obsceno "dedazo" a quienes le abucheaban



Hay ex-presidentes de gobierno que se retiran con dignidad y los hay que se muestran aun más indignos cuando se ven libres del protocolo y las exigencias institucionales inherentes a su cargo. Aznar es un buen ejemplo de ello.


Tras ser apartado de la presidencia (por las urnas y por su megalomanía de dictadorzuelo que se aupaba de puntillas en la foto de las Azores a la sombra de dos gigantes), Aznar empezó a transformarse en Ansar, un patético muñecote manejado por las paranoicas manos de un tejano paleto y visionario que invadió Polonia a su modo bombardeando Irak en defensa de su visión desordenada del orden mundial.


Ansar nos sorprendió chapurreando un mal ingles julioiglesiano y se hizo hábil en el arte de poner las piernas sobre la mesa al tiempo que daba conferencias por todo el mundo aprovechando los pocos huecos de agenda que le dejaban sus sesiones de abdominales.


No era el paradigma de un ex-presidente digno pero, al menos, no molestaba; no mucho para ser más exactos.


Pero todo se fue al traste cuando sus ansias de poder y protagonismo (que nunca le abandonaron) le impulsaron a opinar sobre la situación política de España con un aura de prepotente deidad que muchos interpretaron como claramente patológica.


Al igual que Jesucristo, Ansar comenzó a utilizar metáforas en sus prédicas y proclamó rotundas sentencias con las que enardecía a sus acólitos, tales como aquél “nunca nadie ha hecho tanto daño a España en tan poco tiempo” dedicado a Zapatero.


El colmo de sus desvaríos se produjo recientemente en la Universidad de Oviedo cuando con la Parábola del Pirómano y el Capitán de los Bomberos (¿a caso se veía a sí mismo como el el Mesías que recogerá los escombros de la crisis y refundará una nueva España?) puso más alto el listón de sus delirantes despropósitos.


Algunos creyeron que estábamos ante el principio de una nueva metamorfosis: Ansar convertido en un nuevo Jesucristo.


Pero todo se fue al traste cuando el nuevo Mesías abandonó la Facultad de Económicas ovetense saludando con un gesto obsceno a quienes le increpaban llamándole fascista y asesino.


Con toda seguridad, el auténtico Jesucristo (que enseñaba a perdonar y a poner la otra mejilla) nunca habría actuado como él, ni tampoco habría puesto las piernas sobre la mesa mientras respaldaba una guerra.


Aznar, Ansar, Jesucristo de pacotilla, ¿Por qué no te callas? ¿Por qué no nos dejas en paz ya para siempre?

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