En el programa
‘La Sexta Noche’, intervino el
pasado sábado el líder del PSOE, Pedro
Sánchez, en un espacio de participación ciudadana (‘La calle opina’) donde el público puede hacer preguntas a un
político invitado, espacio que en semanas anteriores, contó con la presencia de
Alberto Garzón, Albert Rivera, Pablo Iglesias y Rosa Díez.
En un
momento del programa, el presentador dio paso a Andrés Garcia, un burgalés de treinta años con síndrome
de Down, miembro de la asociación de afectados de esta enfermedad en la
provincia de Burgos, quien denunció que todavía en algunos colegios, de los
considerados ordinarios, no se admiten alumnos con una enfermedad como la suya.
El joven pidió a Pedro Sánchez que se pronunciara y dijera que medidas tomaría
para resolver esta situación si llegara a gobernar. Andrés, que leyó su
intervención, se expresó con cierta dificultad aunque no más que la de
cualquier otra persona no acostumbrada a hablar en directo en un programa
televisivo de gran audiencia.
El
número uno del PSOE, en lugar de ir al grano y responder directamente a la cuestión,
pidió un aplauso al público «por lo
bien que has hecho la pregunta», un gesto de condescendencia nada
normalizador y totalmente impropio de alguien que aspira a ser presidente del
país. Si el secretario socialista hubiera pedido un aplauso para cada uno de
los participantes que le formularon preguntas otro gallo habría cantado, pero
como esto no sucedió, el resultado fue un patinazo torpe y humillante aunque,
sin duda, no malintencionado.
Pedro
Sánchez debería saber (y si no lo sabe que no pida aplausos cuando no procede)
que quienes presentan el síndrome de Down
suelen utilizan recursos de lenguaje gestual y fónico para compensar su
déficit expresivo y en muchas ocasiones necesitan ayuda logopédica durante la
infancia para corregir ciertos trastornos de una voz que tiende a ser
nasalizada. Pero esto no es más que una singularidad inherente a su síndrome como
también lo es que su lengua sea más gruesa y de un tamaño proporcionalmente
mayor al de la cavidad bucal, lo que condiciona unos movimientos linguales más
lentos que repercuten en el timbre de la voz.
Andrés intervino
de nuevo para declararse aficionado al baloncesto y preguntó a Sánchez cual era
su deporte favorito, cuestión a la que el político respondió que también el
baloncesto para, acto seguido, invitar al muchacho a jugar un partido con él la
próxima semana incurriendo en una discriminación positiva que dejó en evidencia
la poca soltura de Pedro Sánchez para actuar naturalidad ante un individuo con
una diversidad funcional como el
síndrome de Down (y no discapacidad como lo consideró Sánchez)
El
secretario general del PSOE corrigió su segundo desliz y al día siguiente anunció
que jugaría el lunes 11 de mayo este una pachanga de baloncesto con Andrés
García y otros miembros de la Asociación
Síndrome de Down de Burgos aprovechando que la caravana de campaña
electoral del PSOE pasaría ese día por su ciudad.
Ya como
colofón plantearé una duda y le daré un consejo al líder socialista.
¿Habría
pedido Pedro Sánchez un aplauso para alguien que cojeara sólo por «haber
llegado tan bien y tan rápido» hasta el lugar donde se encontraba el microfóno.
Y ahora
el consejo: Sea usted más cuidadoso señor Sánchez, y séalo no sólo al pedir
aplausos sino también al utilizar el término discapacidad en lugar del de diversidad
funcional, pues el primero implica
una deficiencia y no una alternativa a la pretendida normalidad que reivindican
ciertos colectivos.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
Médico y escritor
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