Anoche hubo elecciones. También plantà anticipada.
Hoy es lunes, más lunes que nunca.
Un lunes de resaca, ruido, marchas triunfales de bandas callejeras para quienes las disfrutan.
Lo de siempre.
Hoy es lunes, más lunes que nunca.
Un lunes de resaca, ruido, marchas triunfales de bandas callejeras para quienes las disfrutan.
Lo de siempre.
Dentro de cinco días habrá plantà, esta vez la auténtica.
Y empezarán las fallas, también las verdaderas.
La benevolencia de alguien con mando en plaza decidirá,
democráticamente, indultar un ninot. O pueden que sean varios. De hecho, ya se
indultó a uno en campaña, alcalde de un pequeño pueblo, El Palomar, situado en la Vall
de Albaida por un quítame allá ese cartel de dinosaurios o una menudencia similar.
Suenan y sonarán petardos, tracas y euforia para unos
mientras otros, escépticos, mostrarán su indiferencia (tal vez enfado) y
migrarán raudos a donde se sientan más cómodos.
Siempre es así.
Unos se quedan, otros se van.
Unos se conforman, otros no tienen mas remedio.
Unos se quedan, otros se van.
Unos se conforman, otros no tienen mas remedio.
Sucede exactamente igual desde hace muchos años.
Demasiados.
Demasiados.
Valencia, sempiterna urbe de grotescas fallas, arderá tras cuatro días de
desenfreno, en una cremà que al día siguiente, como si no hubiera pasado nada,
obrará el milagro de que las aguas vuelvan al cauce de un Turia seco, hoy
jardín que mantiene empreñada y empeñada a una hermosa ciudad de arte y
ciencias entre otras habilidades que tristemente la definen.
Y vendrán más
lunes.
Y más semanas.
Y más semanas.
Yo, por mi parte, me dispongo a gestionar el que ahora me incumbe
con una ración doble de cafeína.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
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