Experiencia y juventud se enfrentan en las primarias
¿Trabajarán juntos a partir de ahora?
Cuando se convocaron elecciones
primarias para elegir al candidato del PSPV-PSOE a la Generalitat Valenciana, todos daban por seguro que el ganador sería
Ximo Puig, aspirante oficialista
tanto del PSOE autonómico como de la madrileña sede de la calle Ferraz, como
efectivamente ha sido
El derrotado y única
alternativa, Toni Gaspar, era un casi desconocido que aportaba
la juventud y savia fresca que tantos ansiaban y que supo transmitir ilusión de
cambio con unas propuestas que
podrían haber recuperado gran parte del electorado el PSPV-PSOE ha perdido durante
los últimos años.
Pero la victoria de Ximo Puig ha
sido aplastante, en gran medida porque es un político muy conocido y porque
tiene el control del aparato, mientras Toni Gaspar ha sufrido las consecuencias
de una convocatoria de primarias muy precipitada (a falta de más de un año para
las elecciones autonómicas) que no le ha permitido darse a conocer ni visitar
más de 130 de los 500 y pico pueblos que tiene la comunidad, lo que cuestiona que
la contienda haya sido del todo igualitaria.
Frente a Ximo Puig (varias veces
diputado
desde 1983 y actualmente secretario general del PSPV-PSOE), Toni
Gaspar ha tenido sólo 50 días para que los votantes supieran quien era. Sin
embargo, y pese a ello, sus propuestas han sido acogidas con entusiasmo por lo
que de novedoso suponía pretender acabar con el
aforamiento de los
parlamentarios, pedir un sueldo único
para los políticos o limitar a ocho
años los mandatos en la Generalitat
para desprofesionalizar a quienes viven
de la política
Es muy probable que de haber durado dos semanas más la
precipitada campaña –o de haberse retrasado unos meses la convocatoria de la
misma–, los apoyos a Toni Gaspar hubieran sido mla acató ponendose a disposición del candidato electo para
trabajar con él “en un mismo proyecto”. Sin embargo, es harto improbable que el
aparato socialista valenciano cuente con él y, ni por asomo, le ofrezca algún
día un cargo de relevancia como aquella secretaría de Estado con que Obama
premió a su rival Hillary Clinton por su fiel ayuda al Partido Demócrata tras unas
elecciones primarias en 2008, infinitamente más agresivas que esta réplica en
miniatura en la que apenas si ha habido debate ideológico y el electorado no ha
llegado a percibir claras diferencias entre él aspirante David y el Goliat Ximo
Puig.
Pero las decisiones que emergen de las urnas deben acatarse
siempre aunque resulten tan contradictorias como que los socialistas valencianos
no confíen el cambio a quien propone soluciones nuevas pero lo dejen en manos
de quienes no lo llevaron a cabo en los últimos veinte años.
En cualquier caso, con su victoria, Ximo Puig, tiene en sus
manos recuperar el apoyo de quienes no le han votado y, sobre todo, de aquellos
que dejaron de votar socialista y hoy se decantan por otras formaciones o por
la abstención. Hay dos cartas mágicas que Puig tiene en su mano: una es contar
con Toni Gaspar y la otra adoptar
al menos una de sus propuestas; o preferiblemente tres: renunciar al aforamiento
de los políticos, reducir su mandato a un máximo de ocho años y proponer un
solo sueldo para los servidores públicos acabando con la pluralidad de
emolumentos que se perciben por diversos conceptos, tanto del partido como de
distintos organismos públicos. Si a esto añadiéramos la firme propuesta de
exigir la reforma de la ley electoral
que tanto beneficia hoy al nefasto bipartidismo, el señor Puig contaría con mi
credibilidad y respeto.
Alberto Soler Montagud
Médico y escritor
Médico y escritor
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