Me llama la atención que, pese a estar todos tan hartos, la ciudadanía no llega a canalizar adecuadamente su malestar con protestas que lleguen a ser efectivas. Desde las charlas de barra de bar a las manifestaciones ciudadanas pasando por todo tipo de plataformas de intercambio de opiniones, se censura la corrupción de la clase política, la estafa llamada crisis, los recortes que masacran el estado de bienestar, la ineficacia del gobierno, la apatía e impotencia de la oposición. Hasta se ha perdido el respeto a la otrora intocable monarquía y se pita y abuchea a sus miembros en los actos públicos a los que, serios y circunspectos, asisten.
Es
necesaria una nueva clase política
Sin embargo, resulta llamativo que además
de las quejas ciudadanas (estériles de momento) y las puestas en escena de los
creadores de opinión que pululan en las tertulias radiofónicas y televisivas, la
clase política (en la que casi nadie confía) parezca hacer caso omiso y se
mantenga en sus trece cuanto mas imperiosa es la necesidad de que gente nueva,
preparada y decente ocupe los cargos donde bregan dos castas de políticos, los
que han hecho de la cosa pública un modus vivendi y los que se adhieren en
perpetuidad al poder convirtiendo la política en una oligárquica gerontocracia.
Dejaré claro de antemano que mi interés al
escribir este artículo es denunciar la necesidad de que surjan líderes políticos que aporten savia
nueva, esperanza y credibilidad. Y también, que sus propios partidos no les
pongan trabas para que abandonen ese segundo plano donde los mantienen relegados.
Bárcenas
es el “puto amo”
Vaya por delante, como primera premisa, que
no aguanto ni en pintura a Mariano Rajoy, un inepto, pusilánime y titubeante
personaje que dice gobernar cuando en realidad, sólo se mantendrá en la presidencia mientras Luis
Bárcenas calle lo mucho que sabe.
Porque, seamos claros, el señor Bárcenas
es una bomba de relojería y resulta indigno que un tipo de su calaña entre y
salga de su domicilio con la impunidad y prepotencia mafiosa con que cada día
lo vemos en los informativos, sereno, arrogante, pagado de si mismo y, sobre
todo, sin miedo a nada ni a nadie.
Pero lo más indecente es que en sus manos esté la
estabilidad socio-político-económica del país donde pagamos nuestros impuestos y cuyo futuro inmediato depende de lo que este tipo sabe
y con escarnio mantiene a buen recaudo.
El
rodillo del PP, como Dios, es omnipotente.
Siguiendo con las premisas, manifiesto también mi
repulsa porque, al amparo de una mayoría absoluta, el gobierno popular esté acabando con el estado de bienestar
de un país en el que, paradójicamente, en 2012, mientras la pobreza se
disparaba. el número de millonarios aumentó en un 5,4%, entendiendo como tal a
aquellas personas cuyos activos financieros son de al menos
un millón de dólares (equivalentes a 0,74 millones de euros).
También en el ámbito ideológico, sanciono el empecinamiento
de los populares en retroceder, en algunos
aspectos, a las esencias del nacionalcatolicismo mas rancio y aspirar a que un país
aconfesional y con vocación laica como hemos llegado a ser, se convierta en un
refugio de meapilas nostálgicos de una patria donde la moral que impone el clero se pasee de nuevo bajo palio
sonrosado de una luz crepuscular por las calles y plazas de todaslas ciudades y
pueblos de la piel de toro.
La
presidenta del PP vasco lee la cartilla a su partido
En este contexto de podredumbre
institucional, aplaudo que la
militante del PP, Arantza Quiroga, la nueva presidenta del Partido Popular del
País Vasco, en su primer acto público en Madrid, y en presencia de un lelo
Mariano Rajoy, cargara contra quienes, en la etapa de Aznar, “estaban en
política para otra cosa" mientras en Euskadi, los militantes populares
asistían a los plenos con el miedo metido en el cuerpo y con "las piernas
temblando" por culpa del terrorismo.
También aplaudo que la nueva presidenta
de los populares vascos considerara
"vomitiva" la corrupción y todo aquello relacionado con el caso
Bárcenas y dijera que "los militantes del PP están asqueados".
Desde mi posicionamiento de izquierdas,
suscribo las palabras de Arantza Quiroga y manifiesto mi deseo de que se atrevan a dar cara los disidentes que forman parte de la derecha decente (hay muchísimos políticos decentes en el PP) y que, como Arantza,
sean críticos y digan lo que piensan y hasta ahora han callado,
quien sabe si por disciplina o tal
vez por miedo y coacciones.
Los
políticos que el país necesita
Pero no sólo es en la derecha donde hacen
falta líderes de nueva hechura. Todo el espectro político, tanto en el gobierno
como en cualquiera de los partidos de la oposición, necesita una renovación llevada a cabo por hombres y mujeres limpios de sospecha, maleables a los nuevos tiempos y
a las nuevas necesidades, que antepongan siempre el interés colectivo al
individual y que no estén apolillados por el paso del tiempo.
Necesitamos que emerjan políticos que
digan lo mismo que todos pensamos y que piensen del mismo modo en que los ciudadanos
expresamos lo que sentimos.
Necesitamos políticos que hablen como
habla el pueblo, sin esgrimir absurdos eufemismos como armas arrojadizas y al
mismo tiempo como argumentos de fulera defensa con que justificar sus felonías.
Necesitamos líderes a quienes les duela justo
allí donde se infligen las heridas a los sectores más desfavorecidos de la sociedad (ancianos, dependientes, enfermos, parados...) y las sientan como propias porque sean empáticos y estén en contacto con la
realidad.
Necesitamos representantes políticos a
quienes ningún grupo de necios (empresarios, banca, poder religioso…) moldee
con una pasta especial para hacerlos distintos al resto de los mortales,
una pasta que siempre se acaba descomponiendo y que no les confiere el rango de una casta
superior como creen tener quienes sólo son unos egocentristas fatuos y
engreídos.
Conclusiones
Como conclusión a las premisas expuestas,
concluyo que los principales responsables de la situación de degradación de
nuestro panorama político son quienes, con su abstención (llegado el momento
de votar) perpetúan el bipartidismo que propicia una ley electoral a tal efecto
diseñada, y permiten la paradoja de que la suma de quienes se abstienen, más
los votos en blanco y los nulos, den como resultado la misma cantidad de votos que
han conferido al PP su mayoría absoluta.
Consideremos que seguirán habiendo
políticos moldeados con esa pasta tan proclive a la putrefacción, mientras la
ciudadanía lo consienta, se les permita seguir en sus escaño y se les
vote incluso siendo presuntos delincuentes y/o estando imputados por delitos
que se oponen a la ética que debería definir a un servidor público.
Colofón
A veces tengo la sensación de encontrarme en una nueva
dictadura disfrazada de democracia parlamentaria, y me planteo si tal vez contra Franco vivíamos mejor como
comentaba con sarcasmo mi buen amigo y periodista Rafael Prats. Y puede que ese
viejo zorro del periodismo, que tanto ha conocido y tanto le queda por contar,
llevara buena parte de razón habida cuenta de que en la dictadura luchábamos
con ilusión por conseguir unos derechos que finalmente obtuvimos, mientras que
ahora, en plena democracia, con desesperanza, nos toca de nuevo luchar para
que esos derechos no se nos arrebaten. Maldita paradoja la que nos ha traído el supuesto progreso que ha permitido que este año haya España un 5,4% más de millonarios que el
anterior.
Alberto Soler Montagud