jueves, 6 de junio de 2013

¿Son los corruptos unos psicópatas?






Viernes 7 de junio 2013 a las 17:30 horas
Casa del Libro
Ruzafa, 11 Valencia
Presentación de la antología de relatos cortos
GOLPE A LA CORRUPCIÓN



Con motivo de la inminente presentación de una antología de relatos cortos sobre la corrupción en la que participo como coautor y, por deferencia de mi editor, también como prologuista, pienso en ella –la corrupción– como una mezcolanza de dislates en la que pervertir, depravar, sobornar y dañar, conforman un modus operandi muy proclive a manifestarse en los ámbitos políticos, empresariales y financieros, aunque también se exprese en otros tan dispares como son el religioso, lingüístico, académico, los medios de comunicación e incluso algunos tan insólitos como el informático (¿quién no ha oído hablar de los archivos corruptos que tanto mal hacen al software de  un ordenador?), siempre con un denominador común: los individuos corruptos tienden abiertamente a abusar de su poder para obtener beneficios personales en perjuicio del interés colectivo.


¿Que es la corrupción?

Definir la corrupción puede ser relativamente sencillo, si se la contempla como una transgresión intencionada de las normas con la finalidad de obtener beneficios privados. Esto sucede a través de sobornos a cargos públicos (por ejemplo, conseguir contratos o poder edificar donde antes era imposible), fraude fiscal, evasión ilegal de divisas, impago de impuestos, contabilidades en “b” a expensas de dinero opaco al fisco y un sin fin de tejemanejes que desconocen los límites que impone la ética mas elemental.


Acostumbrarse a la corrupción

Conforme la corrupción va extendiendo sus tentáculos en los organismos públicos, la tendencia sociológica de la población es la de aceptarla como algo ‘normalizado’ e inherente a la idiosincrasia de ciertos grupos de poder. La consecuencia a nivel individual se plasma en una desensibilización de la ciudadanía a ser solidaria y contributivas conforme se siente engañada por los políticos y el estado al percibir la aparente impunidad que  se le confiere a quienes delinquen a gran escala.
La consecuencia es una falta de conciencia y una desmotivación social para pagar impuestos, al interiorizarse en cada contribuyente la percepción de que defraudar puede ser lícito y aceptable.


Factores que propician la corrupción

Hay factores que propician tanto la corrupción como la indulgencia social hacia la misma como, por ejemplo, la identificación del éxito con el dinero.
Otro factor sería la prevalencia de la moral heterónoma sobre la moral autónoma, es decir, la proclividad a cumplir las leyes sólo por miedo al castigo pero no por un respeto interiorizado a las mismas.
Influye también como predisponerte la falta de conciencia por parte de la población de que los bienes públicos que aseguran el bienestar social, no surge por generación espontánea sino a través del pago de los preceptivos impuestos.
Si a todo esto añadimos que, en ocasiones, la justicia la dictan los mismos político corruptos, la sensación de que sus actos quedarán impunes al castigo es desalentadora y promueve la resignación del ciudadano y su predisposición a delinquir tal cual hacen los dirigentes. 



Perfil psicológico del corrupto

Desde una perspectiva psicopatológica, el corrupto es un individuo que, sistemáticamente, ignora al “otro” y  prescinde de los valores éticos, morales y cívicos que garantizan la equidad en la convivencia.
Su modus operandi responde únicamente a pulsiones encaminadas a satisfacer su ego y sólo llegan a frenar sus impulsos (y a respetar las normas) por temor a las sanciones, represalias.
Otra singularidad del corrupto es su irresponsable sensación de invulnerabilidad, una representación mental que les hace creer que sus fechorías pasarán desapercibidas y nunca serán juzgados ni condenadas. Al creerse inmunes e invencibles, los corruptos descartan las consecuencias negativas de sus actuaciones y esto les lleva a ser temerarios, jactarse de sus actividades ilícitas y mantenerse en sus puestos por su patológica negativa a reconocer jamás sus delitos por muy palmarias que sean las pruebas que los inculpan.
Psicopatológicamente, podemos englobar a los corruptos en dos grandes grupos: el corrupto narcisita (están convencidos de que son superiores, necesitan ser admirados y carecen de empatía para conectar emocionalmente con los demás), y el corrupto antisocial (sienten necesidad de mostrar superioridad, son manipuladores, violan sistemáticamente los derechos del otro y son propensos a actos delictivos).


¿El corrupto es un psicópata?

Una vez expuestas las singularidades que definen la corrupción y conocidos los rasgos que perfilan al individuo corrupto, llama poderosamente la atención que son muchas las características que éstos comparten con los psicópatas.
Definamos previamente a los psicópatas como unos individuos depravados moralmente con una deficiencia en el control de sus emociones e impulsos, nula adaptación a las normas éticas y sociales, tendencia a la violencia planificada, inteligencia y carencia de emociones y carencia de ansiedad y por tanto de temor (hay quien compara a los psicópatas con un hermoso coche deportivo de alta velocidad con frenos defectuosos).


¿Qué hacer para acabar con la corrupción en política y/o la impunidad del político corrupto?

1-Revisar los conceptos y valores que rigen en nuestro organigrama social. La corrupción es consecuencia de una relajación en el cumplimiento de las normas, un crisis de valores y una regresión en la estructura social.

2-Ser exigentes con los partidos y con los políticos que muestren tibieza ante casos de corrupción en sus filas y rechazar la tendencia partidista de proteger a los propios militantes cuando recaen sobre ellos indicios de corrupción.

3-Revisar exhaustivamente el sistema de financiación de los partidos políticos y hacer controles financieros encomendados a comisiones objetivas e imparciales independientes del gobierno.

4-Propiciar una mayor independencia judicial y una justicia más rápida.

5-Modificar la ley electoral dirigida a confeccionar listas abiertas que penalicen a lo presuntos corrupto, e incluso instaurar el voto negativo, un voto que no suma sino que resta a quien lo recibe y que, sin duda, reduciría el absentismo.

6-Una mayor transparencia como elemento imprescindible en una sociedad que , como la nuestra, necesita erradicar la plaga de la corrupción que afecta a reyes y villanos, gobernantes y gobernados, hombres de Dios y hombres dejados de la mano de Dios,  todo en medio de en un tinglado donde nadie dimite ni reconoce su culpa; donde presuntos implicados e imputados siguen ocupando sus escaños por muy contundentes que sean los indicios que sobre ellos recaen y –lo que es muy alarmante– al amparo de sus respectivos partidos que se sienten atados de pies y manos para cesarles por miedo a las consecuencias.


Colofón

Asistimos impasivos a una farsa en la que los políticos y los dirigentes corruptos mienten y se contradicen por sistema; carecen de vergüenza y de escrúpulos en sus comparecencias y actuaciones; se muestran fríos, serenos y mesurados cuanto más graves son las situaciones en que se ven implicados; faltan el respeto a quienes les votan y les hacen creer que empatizan con sus necesidades cuando, en realidad, sólo buscan satisfacer sus pulsiones de poder.

Si consideramos que los rasgos descritos en este colofón se dan tanto en los corruptos como en el perfil psicológico de los psicópata, cada cual debería sacar sus propias conclusiones y obrar en consecuencia.

Alberto Soler Montagud





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