martes, 29 de octubre de 2013

NI PP NI PSOE, SINO TODO LO CONTRARIO







No considero que las respuestas actuales del PSOE y del PP a las acuciantes demandas de la población les conviertan en unas opciones válidas de cara a un futuro inmediato. De entrada, no confío en ellos por las cualidades que adolecen muchos de sus políticos. Y no me refiero sólo a la honradez, a la ética o a que concedan mas importancia a su interés privado que al público (no todos, afortunadamente) sino por su aparente desconexión con la realidad y la apremiante necesidad de que actúen con la ilusión de un idealista y no conviertan las tareas políticas en una profesión que les desmotive por tener asegurados sus buenos sueldos y sus puestos de diputados o senadores, ganen o pierdan las elecciones.


Estamos a años luz de las democracias consolidadas

Siento envidia al contemplar algunas democracias consolidadas como la norteamericana (con todos sus defectos) donde un presidente demócrata puede designar a un secretario de estado de economía (cargo equivalente a nuestro ministro) del partido republicano, sólo por considerarlo la persona adecuada y sin que nadie se escandalice. Y mientras tanto, en España, en medio una crisis galopante por la que nos han recortado hasta la ilusión (uno de los peores recortes que podían hacer a los contribuyentes), el PSOE y el PP se muestran tan cerriles que no ceden un ápice de razón (razón de raciocinio) que les permita ponerse a trabajar conjuntamente.


Terror a perder el chollo del bipartidismo

Ambos partidos, tras engañarnos los unos ensalzando su centrismo cuando son derecha pura (ahora sí que lo dicen) y los otros proclamándose como la única y verdadera izquierda, parecen sólo coincidir si ven peligrar el chollo del bipartidismo por la amenaza de unos tripartitos que incluyan a nuevas minorías presumiblemente más difíciles de convencer que aquellos nacionalismos de antaño con quienes hablaban catalán o vasco en la intimidad de sus interesadas desvergüenzas.


O grandes cambios o gran catástrofe

Si no se operan cambios grandes en estos partidos grandes (con ínfulas de grandes partidos y defectos de pequeños grupúsculos) y no se modifica la ley electoral o no se afrontan las reformas de una Constitución que debería ser contemplada como una plastilina multicolor, moldeable en función de las necesidades del siglo XXI y no aferrada a las de aquella democracia que estaba en pañales cuando fue redactada; si todo esto no sucede bien y pronto, esta España que a tantos nos duele, podría retroceder décadas y décadas en el túnel del tiempo para regocijo de las minorías vinculadas al conservadurismo que históricamente se enriquecen cuando los pobres atraviesan sus crisis.


Si mañana hubieran elecciones no votaría al PP

Si mañana hubieran elecciones, puedo prometer y prometo que no sería al PP a quien encomendara la restauración del estado de bienestar perdido. Por razones obvias y porque son ellos quienes se lo están cargando. No obstante, si por un arrebato inopinado sintiera de pronto la tentación de votar a la derecha, sólo lo haría si se dieran una serie de supuestos como que los conservadores dejara de pronto de beneficiar a los poderes fácticos –sobre todo económicos– en perjuicio de la necesidades de los grupos sociales más desvalidos. Sólo votaría a la derecha cuando dejara de engañar a las clases desprotegidas con promesas populistas hechas desde la opulencia de unos políticos que al grito del “somos el partido del pueblo” se muestran tan alienados que podrían privatizar incluso por la leche de las madres lactante. Votaría a la derecha con la condición de que ésta dejara de hacer proselitismo del catolicismo desde escuelas y organismos oficiales y cuando de una vez por todas renunciara a imponer los modelos sociales, culturales y familiares que esta religión les exige.


Si mañana hubieran elecciones no votaría al PSOE

Pero que nadie en el PSOE diga albricias ni piense que tiene asegurado mi voto. Pues tampoco les votaría mañana hasta que se produjera una renovación y un saneamiento de su cúpula. Hasta que atisbara un gesto de progresismo y las viejas glorias socialistas accedieran a las primarias que las juventudes y militantes desencantados les exigen. Hasta que la oposición que ahora ejercen dejara de ser tan pasiva, inoperante y apenas perceptible. Hasta que su actitud ante los ERE no fuera un calco argumentario a la del PP cuando se pronunciaba sobre la trama Gürtel o los inicios del caso Bárcenas. Hasta que se permitiera acceder a primera línea a políticos (hoy arrinconados en cargos irrelevantes) que aporten una savia fresca y nutriente que restaure la ilusión perdida y aporte algo parecido a la esperanza que millones de españoles sintieron en 1982, los mismos que hoy son presa del desencanto.

Sin embargo, y con total seguridad, tengan todos por cierto que no votaría a un partido con atisbos de populismo encubierto ni caería en el error de ejercer la rabieta/ castigo de abstenerme o bien emitir un voto en blanco o nulo. 


¿Qué es lo que haría entonces si mañana hubieran elecciones?  

Creo que no necesito ser más explicito. Decir a quien votaría sería hacer proselitismo de un partido al que no pertenezco (no pertenezco ni perteneceré nunca a ninguno por una extraña alergia a los carnets) y no es esta mi intención, sino sólo compartir mis reflexiones con quien me concede el honor de leer lo que escribo. Y estoy seguro de que quien haya tenido la paciencia de llegar a este último párrafo, sabrá ya, incluso mejor que yo, cual sería mi intención de voto si mañana, hipotéticamente, se celebraran elecciones generales en España.



Alberto Soler Montagud

Médico y escritor



2 comentarios:

  1. Muchas gracias por este artículo esclarecedor, (a mi entender) Un abrazo.

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  2. Muy de acuerdo con lo que dices. Recomiendo esta lectura "completa".

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