miércoles, 21 de agosto de 2013

ROUCO ESCRIBE UNA CARTA A RAJOY









Habida cuenta de la propensión de la Conferencia Episcopal para dar su opinión acerca de cuestiones ajenas a su competencia, llama poderosamente la atención su silencio ante el caso Barcenas. Tanto es así que, dando rienda suelta a la fantasía, quien esto escribe y firma ha imaginado una carta personal que el Cardenal Rouco podría haber enviado a Mariano Rajoy para infundirle ánimos. 

La capacidad de sorpresa de las ciudadanía española está tan curada de espanto, que a nadie extrañaría que fuentes dignas de crédito informaran de una “gran preocupación en la Conferencia Episcopal española ante el llamado caso Barcenas y la repercusión en la credibilidad del presidente Rajoy, tanto que no se descarta promover manifestaciones populares de apoyo al presidente de Gobierno, igual que se hiciera al reivindicar la postura de la Iglesia sobre el modelo de la familia, el aborto y tantos otros temas”. 

Leamos pues la epístola...










Querido Mariano:


En los momentos delicados que atraviesas, quiero que sepas que pido a Dios por ti cada día y Él me encomienda que te bendiga porque eres su hijo amado.

Me alborozan tus silencios, Mariano, así como tu modo de aislarte y recogerte, con monástica espiritualidad, cual anacoreta en su cenobio. Aunque muchos tilden de misantrópico tu eremita afán por la clausura, es notorio que tal hábito sublima tu aura de austero santón convirtiéndote en ejemplo para las nuevas generaciones.

Propio es de sabios –y también de santos– gozarse en la vida contemplativa como haces tú, con fortaleza y soportando con resignación las chanzas de quienes te censuran por lo que no es desgana sino sacrificio. Cuan injustos son, amado Mariano, al no valorar con cuanta entereza soportas los escollos que el Señor, para probarte, interpone en tu camino.


Primero, el Altísimo te dio a beber el amargo cáliz del naufragio del Prestige, y no sólo superaste la prueba sino también, nos deleitaste con tu parábola de los hilillos de plastilina.

Pasado un tiempo, desde que el dedo patricio de Aznar  te señalara como su sucesor, hasta tres veces (como la Santísima Trinidad, como las negaciones de Pedro) tuviste que esperar para poder presidir el gobierno de la católica España.

Y no acabó ahí tu via crucis, pues quiso Dios que el diablo llamara a tu puerta vestido de gürteliano Milano y no Prada, y de nuevo soportaste el envite mientras muchos daban por concluida tu carrera sin  saber que aun estaba por llegar tu gloria.

Eres casi santo, y pruebas de ello se cuentan por miles. Por ejemplo, las muchas veces que pusiste tus manos en el fuego por algunos díscolos hijos de Dios (como el facineroso Fabra, el beato Camps o el manilargo Mata) sin que nunca aparecieran en ellas eritemas o ampollas que delataran una sola quemadura. ¿No estaremos asistiendo a un  milagro?

Es tan inmensa tu sabiduría que reputadas enciclopedias mencionan la filosofía mariana como una nueva corriente del estoicismo en su vertiente más pasiva y resignada. Que gran ejemplo diste de ello cuando, en una conversación privada, consolaste a la sufrida esposa del levantisco Luis Barcenas profiriendo una sentencia que sublima la virtud de tolerar con resignación los designios del Señor: “al final, la vida es resistir”, le dijste a la dama, y ella sintió una gran paz.


Es por ello que siento tristeza –y dolor– cuando pérfidos siervos del malignos te acusan de haber pecado contra el séptimo mandamiento (no robarás), el octavo (no dirás falsos testimonios ni mentirás), el décimo (no codiciarás los bienes ajenos) e incluso contra el quinto (no matarás), esgrimiendo para este último el recurso de que has ‘matado’ la ilusión de quienes creyeron en tus promesas electorales.

Pero yo, desde la presidencia de la Conferencia Episcopal que ostento, replico a quienes de ello te acusan diciendo: ¿Y si así fuera, qué mas os da, nido de víboras? ¿Acaso no sabéis que en mis manos está absolver a Mariano (si fueran ciertos sus pecados) por la potestad que me confiere mi condición sacerdotal?


Te exhorto a que perseveres en tus tesis Mariano, pues eres casi santo porque has puesto a la Santa Madre Iglesia Católica Española en el lugar que le corresponde y porque has designado como ministro de educación a un hombre que lucha (sufriendo también grandes oprobios) para que la asignatura de religión tenga un peso específico mas acorde cada día con los mandamientos del Señor.



Tú eres fuerte como una roca, Mariano, y sobre esta roca (si el Santo Padre Francisco me mantiene en mi puesto a pesar de mi avanzada edad) quiero edificar desde la Conferencia Episcopal, lo que la Iglesia de Cristo merece en esta Patria que es España, tradicional portadora de unos valores espirituales que el maligno se empeña en  destruir tentando a la grey de Dios con falacias como la democracia, el estado de bienestar o la promesa de unos llamados derechos humanos.

¡Por Dios!

¡Anatema!

¿Como se atreve nadie a hablar de derechos humanos, cuando no hay mas derechos que los divinos y los que atañen a la Santa madre Iglesia Católica?

Que la Paz del Señor sea contigo.

Tuyo afectísimo, Antonio María.


2 comentarios:

  1. Ahhh, ¿pero queda algo de España?

    Y yo que creía que era made vaticano, cuando oí a Cañizares ¡¡España o católica o no es España!!

    ResponderEliminar
  2. José Maria Rouco y el PP,tienen una relación de apoyo total.Hay millones de católicos que están escandalizados por esta connivencia cuando hay tantos ciudadanos en el umbral de la pobreza y en la absoluta miseria.A consecuencia de la drástica reforma laboral y de la corrupción de los dirigentes del PP en el caso Bárcenas.El nuevo Papa Francisco tampoco está de acuerdo con esta simbiosis PP e Iglesia Española.¿Cuanto tardará en venir el cambio?

    ResponderEliminar