lunes, 26 de agosto de 2013

EL SÍNDROME CIFUENTES









Cojamos el toro por los cuernos, seamos valientes y admitamos que algo muy grave debe estar sucediendo en nuestra sociedad cuando muchos ciudadanos se han alegrado del grave accidente de tráfico sufrido por la Delegada de Gobierno de Madrid. Igualmente, llama la atención que algunos medios de comunicación se hayan limitado a ofrecer la noticia sin pronunciarse sobre la actuación de los médicos y sanitarios que, en la puerta del hospital “La Paz” (donde está ingresada la señora Cifuentes y aprovechando la manifestación que cada jueves se celebra contra la privatización de la sanidad madrileña) pidieron que se trasladara a la paciente a un centro privado.

Me consta que ni los trabajadores sanitarios ni la sociedad civil española es especialmente cruel, por ello, habría que entender que la falta de compasión mostrada ante Cristina Cifuentes sea una pulsión reactiva al resentimiento avivado por la corrupción, la ambición, la mala gestión y la falta de sensibilidad social que caracteriza a la clase política.

No obstante, y por muy justas que sean las reivindicaciones de los trabajadores de la sanidad pública madrileña (que suscribo y secundo), no es de recibo esgrimir la enfermedad de un político como arma arrojadiza contra el partido en el que milita sin riesgo perder fuerza moral en los propios argumentos o bien, de cargar de munición a los neoliberales que pretende acabar con el actual sistema público de salud y que en las tertulias televisivas de la derecha extrema, disfrutan satanizando a todos los médicos de izquierdas.

Sociológicamente, no respetar a un enfermo que permanece grave en la UCI, por muy nefasta que sea su actuación como político (por criminalizar protestas sociales, aplicar duras represiones policiales o tildar de terroristas a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca), no es plausible por mucha indignación que flote en el ambiente.

Personalmente, me opongo al modelo sanitario que quiere imponer el PP y me indigné (y mucho) cuando la viceconsejera de Sanidad madrileña, Patricia Flores, cuestionaba si “tiene sentido que un enfermo crónico viva gratis del sistema". Sin embargo, considero que los facultativos y sanitarios en general, deben respetar siempre los derechos del enfermo, tenga o no papeles, sea o no español e incluso aunque ese mismo enfermo o enferma no prodiga en respetar una sanidad pública, universal y gratuita.

Desde el momento de su ingreso, la señora Cifuentes pasó a ser una paciente mas, merecedora de todo el respeto y la mejor atención. Por ética médica, es reprobable la sola insinuación de querer sacarla –sin una indicación clínica– de la UCI para llevarla a otro centro por motivos administrativos o revanchismo político.

Una vez la Delegada de Gobierno se recupere y vuelva a sus responsabilidades, tiempo habrá para exigirle coherencia y que aclare donde quiere ser ingresada si le surgiera de nuevo la necesidad de hacerlo.


Es siempre deseable que el adversario se encuentre sano, de pie y no postrado en una cama para poder pelear contra él (dialécticamente, se entiende) de un modo justo y equilibrado.
No se trata de ser blando ni de, sumisamente, ofrecer la otra mejilla, sino sólo de considerar que hay ocasiones en las que lo cortés no quita lo valiente.


Alberto Soler Montagud

1 comentario:

  1. Totalmente de acuerdo con usted, incluso, y sobre todo, en la existencia de la "pulsión reactiva al resentimiento"

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