miércoles, 3 de abril de 2013

LOS SIETE PECADOS SOCIALES DE LA IGLESIA CATÓLICA








Hace ahora cinco años, el 10 marzo de 2008, como consecuencia de la globalización y de las nuevas tendencias hacia una supuesta modernización de la Iglesia católica, el cardenal Gianfranco Girotti (entonces regente del Tribunal de la Penitenciaría Apostólica del Vaticano) hizo pública una lista con siete nuevos pecados, que pasaron mas bien desapercibidos y a los que los teólogos vaticanistas llamaron “pecados sociales”. Era una especie anexo que complementaba de los siete “pecados capitales’ (lujuria, gula, avaricia, pereza, ira, envidia y soberbia) que en el siglo VI promulgó el papa Gregorio Magno.


Los siete pecados sociales

Los nuevos “pecados sociales” del siglo XXI propuestos por la Iglesia fueron: 

1-Las violaciones bioéticas (como la anticoncepción). 
2-Las técnicas experimentales moralmente dudosas (como investigar con células madres). 
3-La drogadicción. 
4-La contaminación del medio ambiente. 
5-Contribuir a ampliar la brecha entre los ricos y los pobres. 
6-La riqueza excesiva. 
7-Generar pobreza.

Sin ánimo de teologizar (o tal vez sí, chi lo sa?), apenas supe de la existencia de estos siete nuevos pecados, los consideré una estupidez además de un error expositivo porque algunos duplicaban la condición de ‘pecado’ de otros ya existentes como era el caso de la ‘avaricia’ (un pecado capital) a la que se renombraba como “riqueza excesiva” (un pecado social).


Que a nadie se le ocurra fumar un porro y ser homosexual al mismo tiempo

Igualmente, me pareció un derroche de incongruencia que unos retorcidos teólogos consideraran pecado una enfermedad como la drogadicción, cuando previamente habían convertido en enfermedad una condición sexual como es la homosexualidad, a la que, asimismo, tildaban de pecado.
Menuda empanada mental la de estos doctores y padres de la Iglesia que, probablemente, concebirían y redactarían estos nuevos pecados (entre ellos el de “riquezas excesivas”) cómodamente aposentados en las lujosas estancias de ese Vaticano donde la ostentación y el boato son públicas y notorias.
¡Por Dios, cuanta hipocresía!


Ética y medio ambiente

Cuando el cardinal Girotti habló del nuevo pecado al que llamó “violaciones bioéticas”, mi estupefacción llegó a unas cotas de franca alarma.
Lo que habría dado por poder preguntarle a ese cardenal si además del aborto y de la eutanasia, consideraba ‘violaciones bioéticas’ las inversiones del Vaticano en las empresas farmacéuticas que fabrican anticonceptivos o latex para preservativos. 
¡Hipócritas!
También se encendieron varias luces rojas en mi sistema de alerta cuando Girotti incluyó la “contaminación ambiental” en la lista  de pecados sociales siendo que todo el mundo (hasta los agnósticos y ateos más contumaces) saben que contaminar es una acción mala y punible. 
¿Qué pretendían los teólogos? 
¿Acaso pensaba Girotti que el miedo a pecar haría replantearse su proceder a los empresarios de las industrias contaminantes ?


Antes contra Galileo, ahora contra la biología.

¡Santo cielo! Que empecinamiento el de la Iglesia el de entrometerse donde nadie les llama y opinar de lo que nada les compete.

Me enerva que la jerarquía eclesial prohíba (por pecaminosos) ciertos “experimentos moralmente dudosos” (este es el segundo de los pecados sociales) como la inseminación artificial o la fecundación in vitro y al mismo tiempo imponga a sus fieles la creencia en el mito de que una mujer (que para ellos es madre de Dios) pudiera concebir un hijo en su vientre sin haber ‘conocido varón’.

Y no es que me parezca mal que lo hagan, mas bien al contrario. 
Respeto que cada religión tenga sus leyendas e historias y me parece estupendo que cada cual sea libre para creer lo que quiera.

Pero no admito es que, conforme avanza la ciencia y conforme la medicina aporta soluciones tan gratificantes para millones de parejas como que una mujer pueda concebir por inseminación artificial o por fecundación in vitro, los  teólogos, en vez de dar gracias a Dios por tal avance, lo consideren un pecado.

¿Acaso no se dan cuenta Girotti y sus mojigatos inmovilistas, que esos experimentos moralmente dudosos hacen felices a muchos futuros padres con problemas de fertilidad?

¿No se dan cuenta de que esos experimentos moralmente dudosos contribuyen al cumplimiento del mandato bíblico de “creced y multiplicaos” e incluso lo amplían a “creced y multiplicaos, incluso si no sois fértiles”?

¿No se percatan estos teólogos retrógrados que lo que ellos consideran un experimento moralmente dudoso puede explicar científicamente que María fuera virgen tras concebir a Jesús como ellos defienden?

Pero, claro, también soy consciente de que lo que acabo de exponer lo he hecho desde la perspectiva de quien no cree en milagros, mitos y leyendas o al menos no cuando estas son impuestas por la fuerza  de una fe que hay que acatar por narices (hasta jugándose la vida a manos de la Inquisición) y siempre so pena de arder eternamente en el infierno.




La Iglesia católica plagió a Gandhi

Para finalizar, quiero denunciar que el Vaticano no fue nada original ni se estrujó sus santurronas neuronas al redactar los siete “pecados sociales” que plagió de siete postulados enunciados decenios atrás por Mahatma Gandhi. 
Es cierto que con otras palabras, pero también con mucha más coherencia, Gandhi habló de aquello contra lo que habría que luchar a base de cambiar los valores y las prioridades de la sociedad mediante sacrificios y una voluntad férrea. Promulgó Gandhi que se deberían aunar las fuerzas de todos para que, empujando en el mismo sentido, se generaran ideas que aportaran soluciones, a sabiendas de que el camino a recorrer sería “largo y sinuoso, pero no imposible”.

Los siete pecados sociales de Mahatma Gandhi aparecen escritos en la lápida de su tumba en la ciudad de Nueva Delhi.

Estos son:

1.             Riqueza sin trabajo
2.            Placer sin conciencia
3.            Conocimiento sin carácter
4.            Comercio sin moral
5.            Ciencia sin humanidad
6.            Alabanza sin sacrificio
7.            Política sin principios


Alberto Soler Montagud




1 comentario:

  1. La verdad es que no hay nada mejor para "meter la pata" que hablar de lo que no se sabe y más, sin que nadie te pregunte.

    Es una pena que la Institución Católica no haya sabido siempre "hablar en cristiano" con un lenguaje universal -como hizo Jesús-, hablando para los sencillos y no a los privilegiados y sabios "custodios de la sagrada doctrina". Poco hay de cristiano en esto, pues no todas nos movemos en los mismos registros y sin embargo, la Buena Noticia debe hacerse llegar a todas y todos, pero no desde la autoridad, sino desde el ejemplo con la propia vida.

    Así me lo ha enseñado Dios a través de los que desde cerca han representado a la Iglesia; así veo a mis hermanos en personas apóstatas, agnósticas, ateas, judías, musulmanas...

    Por último, y siempre alabando lo que representa la figura de Ghandi, quisiera decir que no fue tan original, ya que esos pecados sociales ya los denunció Alguien unos 2000 años antes ;-)

    Esperando seguir construyendo, incluso desde la crítica...
    @JuanAnGoMar

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