«Aviso a navegantes:
nadie se salva solo»
(frase atribuida al sabio
Perogrullo)
Exposición:
El
jubilado que anda perdido en medio del lago
intentó salvarse sólo.
intentó salvarse sólo.
Pobre iluso.
Aunque parezca estar con medio
cuerpo a buen recaudo,
hace ya tiempo que se
hundió.
Pero los ojos nos engañan,
porque parece a salvo,
pero es solo una ficción.
Una ficción fotográfica.
Una congelación del pasado.
La foto se hizo poco
antes
de que el jubilado
pereciera ahogado en el lago.
Moraleja:
Luchemos en nuestro
presente.
Mantengámonos a flote,
los unos ayudando a los otros.
Sólo si no claudicamos ante la
opresión,
un futuro apetecible será
nuestro júbilo
y nuestra recompensa.
He releído un artículo que
el pasado enero escribió mi admirado Antonio Miguel
Carmona hablando de las jubilaciones. Confieso que entonces sólo lo ojeé, pero hoy que lo he masticado,
engullido y digerido, me ha impactado una de las preguntas que
se formulan al final del mismo:
“¿Es sostenible nuestro sistema de
pensiones?”
La duda que lleva implícita tal cuestión me ha angustiado y preocupado, más por las inciertas pensiones que le
corresponderán a quienes pertenecen a la generación de mi hijo que por la jubilación retribuida que, en teoría, me aguarda
a la vuelta de una insegura esquina.
¿Es sostenible nuestro sistema de pensiones?
En su artículo, Carmona complicaba hábilmente el panorama de las
futuras jubilaciones y con estrategia de viejo profesor, formulaba
preguntas sin ofrecer respuestas:
“¿Creceremos lo suficiente? ¿Generaremos
bastante empleo?”, decía como si estuviera ante sus alumnos un día lectivo
cualquiera.
Al intuir que por ahí debería andar la respuesta, me he aventurado a plantear que solo se será sostenible nuestro sistema de pensiones en la
medida en que el crecimiento económico consigua reducir la
brutal tasa de desempleo que sufrimos.
Crecimiento versus austeridad
Cuando la crisis comenzó a esparcir –como si de una plaga bíblica se tratara– todo el daño que era capaz de sembrar en el campo de nuestras esperanzas,
muchos apostaron –yo entre ellos– por la política de crecimiento que
recomendaban creíbles expertos y premios Nobel de economía en contraposición a
las severas medidas de austeridad que dictaba el Fondo Monetario Internacional.
Fue así como surgió el controvertido dilema ‘crecimiento versus
austeridad’ como una porfía dicotómica, ya no solo en su resolución
sino en los dos círculos viciosos que quedaban entrelazados: el económico y el
político.
El FMI acabó reconociendo su error
Mire usted por donde, justo a principios del recién estrenado 2013,
con arrojo y sin un ápice de vergüenza torera, el economista jefe del FMI,
Olivier Blanchard, reconocía el ‘error’ que había cometido el organismo al que
pertenece cuando recomendó que los gobiernos europeos aplicaran una política de
recortes para combatir la crisis. Una lamentable ‘equivocación’ que tal ve no
habría cometido un estudiante de primero economía habida cuenta de que, igual
que dos más dos siempre son cuatro, cuantos más recortes se aplican, más recesión
se producirá.
Llegado a este punto, cabría preguntarse si la recomendación de
medidas de austeridad fue realmente un ‘error’ o tal vez una ‘estrategia’. En
cualquier caso, prefiero no profundizar en ello ahora, pero sí que
quisiera enfatizar en mi indignación porque alguien (en este caso el señor
Blanchard) dijera “me he equivocado” con la impune tranquilidad de quien actúa
a sabiendas de que no será castigado aunque yerre. ¿Y las consecuencias? ¿Quien
es el responsable? ¿Quien resarcirá a los damnificados de tamaño error?
Enfatizo en ello porque, como excusa, me hace recordar los
argumentos que esgrimieron en los juicios de Nüremberg ("sólo obedecía órdenes"
"me equivoqué" "me vi forzado por las circunstancias") quienes exigían clemencia y compresión después de haber cometido actos
atroces sin reparar en el daño que infligían y la responsabilidad que por ellos contraían.
Perogrullo, maestro de la lógica simple
Cada vez que necesito respuestas sabias que me ayuden a resolver cuestiones complejas, consulto con mi amigo –imaginario, aunque casi real– Perogrullo (maestro de la ’lógica simple’ como a él le gusta llamarse a si mismo según su doctrina). Hoy lo he invocado y hemos mantenido una breve, aunque fructífera convensación:
–Maestro Perogrullo, ¿Crees que serán sostenibles las pensiones de los jubilados españoles en el futuro?
–“Las pensiones solo serán sostenibles cuando mejore la relación entre
la población laboral activa y la población pasiva”. Antes no. Antes nunca"
–¿Cómo podría mejorarse tal relación? –le he preguntado ansioso. Perogrullo, engolando la voz, ha sentenciado:
–“Si queréis de verdad crecer, tenéis que olvidaros de las
restricciones y apostar por un verdadero crecimiento económico. Angela Merkel
debe corregir el rumbo y acatar las propuestas de los
economistas más sabios y sensatos. Tal vez así desista en su empeño de exigir más
sacrificios a los damnificados países del sur de Europa”.
De inmediato, y poco antes de desvanecerse teatralmente ante mí,
Perogrullo me ha mirado fijamente y ha formulado su última sentencia:
“No hay más puerta a
la esperanza que la apuesta por el crecimiento”.
Alberto Soler Montagud
Eso es así si se vincula las pensiones a las cotizaciones de los trabajadores.
ResponderEliminarPero puede no ser así. Hay otros modelos de los que no se quiere ni hablar. Una simple pregunta. Si no se puede tirar de la caja del estado para las pensiones ¿por qué hay deducciones fiscales a los planes privados? Si esas desgravaciones se hubieran ingresado fiscalmente y colocado en la caja de la seguridad social ¿cuánto dinero tendría ésta? Si el sistema público y solidario de pensiones no es sostenible ¿qué estudios científicos llevan a demostrar que un sistema privado e insolidario de pensiones si sea sostenible? ¿cuantos planes de pensiones privados se han ido al garete o los beneficiarios se han quedado con menos de lo que les va a quedar a los de las preferentes? El sistema público hasta ahora lo ha sido y eso es un hecho irrebatible a día de hoy sigue pagando mes a mes las pensiones de millones de pensionistas. Esto no es más que polémica para dirigir las pensiones hacia la privatización como muchas otras cosas.
No se hacen preguntas del tipo ¿cómo podemos hacer que las pensiones mínimas sean mayores o ampliar el número de personas que reciben una pensión –p.ej. personas dependientes?
Hay tema.
Se puede conseguir más dinero para la caja de las pensiones si añadimos a las cotizaciones de los trabajadores lo que roban los políticos.
ResponderEliminarSe necesitará un policía detrás de cada político y así tendremos más trabajadores también.