martes, 16 de abril de 2013

¿ES SOSTENIBLE NUESTRO SISTEMA DE PENSIONES?









«Aviso a navegantes: 
nadie se salva solo»

(frase atribuida al sabio Perogrullo)

Exposición:

El jubilado que anda perdido en medio del lago 
intentó salvarse sólo. 
Pobre iluso.
Aunque parezca estar con medio cuerpo a buen recaudo, 
 hace ya tiempo que se hundió. 

Pero los ojos nos engañan,
 porque parece a salvo, 
pero es  solo una ficción.
Una ficción fotográfica.
Una congelación del pasado.
La foto se hizo poco antes 
de que el jubilado 
pereciera ahogado en el lago.

Moraleja: 
Luchemos en nuestro presente.  
Mantengámonos a flote, 
los unos ayudando a los otros.

Sólo si no claudicamos ante la opresión, 
un futuro apetecible será nuestro júbilo
y nuestra recompensa.




He releído un artículo que el pasado enero escribió mi admirado Antonio Miguel Carmona hablando de las jubilaciones. Confieso que entonces sólo lo ojeé, pero hoy que lo he masticado, engullido y digerido, me ha impactado una de las preguntas que se formulan al final del mismo: 

“¿Es sostenible nuestro sistema de pensiones?”

La duda que lleva implícita tal cuestión me ha angustiado y preocupado, más por las inciertas pensiones que le corresponderán a quienes pertenecen a la generación de mi hijo que por la jubilación retribuida que, en teoría, me aguarda a la vuelta de una insegura esquina. 




¿Es sostenible nuestro sistema de pensiones?

En su artículo, Carmona complicaba hábilmente el panorama de las futuras jubilaciones y con estrategia de viejo profesor, formulaba preguntas sin ofrecer respuestas: 
“¿Creceremos lo suficiente? ¿Generaremos bastante empleo?”, decía como si estuviera ante sus alumnos un día lectivo cualquiera.

Al intuir que por ahí debería andar la respuesta, me he aventurado a plantear que solo se será sostenible nuestro sistema de pensiones en la medida en que el crecimiento económico consigua reducir la brutal tasa de desempleo que sufrimos.


Crecimiento versus austeridad

Cuando la crisis comenzó a esparcir –como si de una plaga bíblica se tratara– todo el daño que era capaz de sembrar en el campo de nuestras esperanzas, muchos apostaron –yo entre ellos– por la política de crecimiento que recomendaban creíbles expertos y premios Nobel de economía en contraposición a las severas medidas de austeridad que dictaba el Fondo Monetario Internacional. Fue así como surgió el controvertido dilema ‘crecimiento versus austeridad’ como una porfía dicotómica, ya no solo en su resolución sino en los dos círculos viciosos que quedaban entrelazados: el económico y el político.


El FMI acabó reconociendo su error

Mire usted por donde, justo a principios del recién estrenado 2013, con arrojo y sin un ápice de vergüenza torera, el economista jefe del FMI, Olivier Blanchard, reconocía el ‘error’ que había cometido el organismo al que pertenece cuando recomendó que los gobiernos europeos aplicaran una política de recortes para combatir la crisis. Una lamentable ‘equivocación’ que tal ve no habría cometido un estudiante de primero economía habida cuenta de que, igual que dos más dos siempre son cuatro, cuantos más recortes se aplican, más recesión se producirá.


Llegado a este punto, cabría preguntarse si la recomendación de medidas de austeridad fue realmente un ‘error’ o tal vez una ‘estrategia’. En cualquier caso, prefiero no profundizar en ello ahora, pero sí que quisiera enfatizar en mi indignación porque alguien (en este caso el señor Blanchard) dijera “me he equivocado” con la impune tranquilidad de quien actúa a sabiendas de que no será castigado aunque yerre. ¿Y las consecuencias? ¿Quien es el responsable? ¿Quien resarcirá a los damnificados de tamaño error?





Enfatizo en ello porque, como excusa, me hace recordar los argumentos que esgrimieron en los juicios de Nüremberg ("sólo obedecía órdenes" "me equivoqué" "me vi forzado por las circunstancias") quienes exigían clemencia y compresión después de haber cometido actos atroces sin reparar en el daño que infligían y la responsabilidad que por ellos contraían.



El oráculo de Perogrullo




Perogrullo, maestro de la lógica simple



Cada vez que necesito respuestas sabias que me ayuden a resolver cuestiones complejas, consulto con mi amigo –imaginario, aunque casi real– Perogrullo (maestro de la 
’lógica simple’ como a él le gusta llamarse a si mismo según su doctrina). Hoy lo he invocado y hemos mantenido una breve, aunque fructífera convensación:

–Maestro Perogrullo, ¿Crees que serán sostenibles las pensiones de los jubilados españoles en el futuro?

–“Las pensiones solo serán sostenibles cuando mejore la relación entre la población laboral activa y la población pasiva”. Antes no. Antes nunca"

–¿Cómo podría mejorarse tal relación? –le he preguntado ansioso. Perogrullo, engolando la voz, ha sentenciado:

–“Si queréis de verdad crecer, tenéis que olvidaros de las restricciones y apostar por un verdadero crecimiento económico. Angela Merkel debe corregir el rumbo y acatar las propuestas de los economistas más sabios y sensatos. Tal vez así desista en su empeño de exigir más sacrificios a los damnificados países del sur de Europa”.

De inmediato, y poco antes de desvanecerse teatralmente ante mí, Perogrullo me ha mirado fijamente y ha formulado su última sentencia:

“No hay más puerta a 
la esperanza que la apuesta por el crecimiento”.





Alberto Soler Montagud

2 comentarios:

  1. Eso es así si se vincula las pensiones a las cotizaciones de los trabajadores.
    Pero puede no ser así. Hay otros modelos de los que no se quiere ni hablar. Una simple pregunta. Si no se puede tirar de la caja del estado para las pensiones ¿por qué hay deducciones fiscales a los planes privados? Si esas desgravaciones se hubieran ingresado fiscalmente y colocado en la caja de la seguridad social ¿cuánto dinero tendría ésta? Si el sistema público y solidario de pensiones no es sostenible ¿qué estudios científicos llevan a demostrar que un sistema privado e insolidario de pensiones si sea sostenible? ¿cuantos planes de pensiones privados se han ido al garete o los beneficiarios se han quedado con menos de lo que les va a quedar a los de las preferentes? El sistema público hasta ahora lo ha sido y eso es un hecho irrebatible a día de hoy sigue pagando mes a mes las pensiones de millones de pensionistas. Esto no es más que polémica para dirigir las pensiones hacia la privatización como muchas otras cosas.
    No se hacen preguntas del tipo ¿cómo podemos hacer que las pensiones mínimas sean mayores o ampliar el número de personas que reciben una pensión –p.ej. personas dependientes?

    Hay tema.

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  2. Se puede conseguir más dinero para la caja de las pensiones si añadimos a las cotizaciones de los trabajadores lo que roban los políticos.
    Se necesitará un policía detrás de cada político y así tendremos más trabajadores también.

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