Señor ministro, director
general, secretario, trepa frecuentador de sedes de partidos políticos, asesor
o lo que le corresponda ser en tan delicados momentos para la estabilidad
económica y emocional del sufrido país en que vivimos:
Me dirijo a usted por ser
quien es, porque ha gestionado (y aun gestiona) un dinero que es de todos y
porque lo ha hecho con tanta sagacidad que una buena parte ha ido a parar a su
bolsillo, a sociedades creadas a tal efecto o bien a sus cuentas en ciertos
paraísos fiscales. A usted que es un experto
en cobrar por hacer (y dejar que otros hagan) lo que nunca debió hacerse, que
ha ejercido padrinazgos y que ha adjudicado contratas sobrevaloradas a empresas
de amigos y familiares.
Me dirijo a usted que, como
un mago, ha conseguido que cantidades ingentes de dinero pasen de los bolsillos
del contribuyente al suyo propio, haciendo creer a todos que se empleaba para
sufragar gastos públicos. A usted que dice pagar siempre
sus trajes, sus viajes de placer, las fiestas de cumpleaños y las comuniones de
sus hijos, usted que intenta acallar su inexistente conciencia hablando con su
confesor (que siempre le absuelve) o con sus más íntimos diciendo que “si no lo
hago yo, lo harán otros y será peor”.
Me dirijo a usted, político
corrupto, para decirle que ese pringoso modus
operandi en que ha convertido su trabajo como servidor público –por Dios,
que ironía– es una práctica deleznable y punible por la que deberá pagar en la
soledad de una celda, ya que haberse apropiado de lo que millones de
contribuyentes honrados confiaron a sus administradores electos es un acto
criminal.
Hasta hace bien poco, los
bandoleros como usted han tenido suerte y mientras las vacas gordas mantenían
los servicios sociales básicos al mismo tiempo que cebaban sus ambiciones, les
era fácil mentir y hacerse pasar por próceres insignes. Flotaban en la
suntuosa burbuja que crearon y se deleitaban contemplando los edificios
construidos a troche y moche por constructores amigos veces en terrenos
sospechosamente recalificados.
Hubo tanto de todo mientras
se vivía en una ficticia y engañosa opulencia en la que, aunque usted y los suyos
malversaran copiosas comisiones, les fue fácil ocultar sus felonías hasta que
llegó la maldita crisis y, de la noche a la mañana, saltó no solo la liebre
sino también las alarmas que pusieron en evidencia los delitos cometidos por
tantos y tantos políticos (y no políticos) corruptos como usted.
Como consecuencia, y como
si de una plaga bíblica se tratara, ratas de sucio y grisáceo pelaje salen
de sus madrigueras de lujo y, malolientes por la transpiración que les produce
el miedo, corren despavoridas en busca de una guarida donde ocultarse
hasta que pase el temporal. Pero es tanto y tan depravado lo que hicieron,
que será casi imposible que sus desmanes pasen desapercibidos y queden impunes
al castigo. Porque, si hubiera inmunidad, si hubiera impunidad, si hubiera
absolución por razones absurdas como la prescripción técnica de sus delito, si
algo de esto ocurriera, estoy seguro de que las consecuencias serían
imprevisibles.
Confío que estemos ante el principio del fin de la impunidad de los políticos corruptos que encubren a mafiosos generosos para mútuamente enriquecerse. El principio del fin del cómplice silencio con el que ciertos suegros protegen a sus yernos corruptos. El principio del fin de los negocios sucios negocios sellados con un apretón de manos dentro de un coche en cualquier gasolinera de cualquier carretera. El principio del fin del mutismo de ciertas esposas que ven como se incrementa el patrimonio familiar y proliferan como setas coches de lujo en sus garajes mientras ellas miran hacia otro lado en este circo que ha sido España, un circo donde crecen ya los enanos y no hay dinero ni siquiera para comprar la pintura que cubre el patético rostro de unos tristes payasos que, atónitos, contemplan como lloran quienes ante les reían las gracias.
No le diré nada más, señor político corrupto. Solo que espero verlo muy pronto a la sombra y por mucho tiempo.
Me despido, no sin antes desearle lo peor.
Alberto Soler Montagud
Ojala, de una vez por todas se investiguen a todos y digo todos los corruptos políticos y sus satélites , los ciudadanos estamos mas que hartos de discursos , de que España hay que sacarla adelante entre todos , mientras que lo hacemos los mas débiles y ya no podemos con la carga.
ResponderEliminarQuerido Alberto:
ResponderEliminarEstoy de acuerdo contigo, como no podía ser de otra forma. Además me encanta tu estilo "Socarrón" y tu simpática ironía.
Sin embargo no opino, como lo hacen la mayoría de nustros conciudadanos, que el resultado debe ser la Carcel, para que vivan en ella a "Cuerpo de rey" y hagan nuevos contactos para futuras actividades, todo a cargo, como no podía ser de otra forma, del sufrido contribuyente. Pienso que lo prioritario debe ser la recuperación de todo lo roado, con intereses claro. Como lo tendrán a nombre de familiares, amigos, colegas,...., yo propondría el bloqueo de todas las cuentas (Aqui y en el resto del mundo), seguido de una profunda investigación del capital,propiedades, participaciones en sociedades... etc. etc de todas las personas de su círculo de amistades y parientes, indagando y pidiendo justificación del origen de los capitales encontrados. Lo que hay que hacer despues se entiende fácimente.
En cuanto a ellos,se podía hacer lo que los Ingleses hicieron en su día. Mandarlos a Australia con lo puesto. Un abrazo y continúa así porfa.....