La Conferencia Episcopal Española (CEE) ha divulgado un documento sobre el amor conyugal, la ideología de género y la legislación familiar (“La verdad del amor humano”) que su portavoz, monseñor Camino, presentó al mismo tiempo que el Tribunal Constitucional dirimía un recurso del PP contra las bodas gais en nuestro país. De este modo, y una vez más, los obispos relegan a un segundo plano situaciones como la crisis socio-económica (según Rouco: “¿Para qué queremos finanzas si no tenemos familia?”) y se dedican a imponer su modelo de familia y a divagar sobre la homosexualidad y el sexo mientras su propia casa (la casa de Dios) sigue sin barrer.
Una ley injusta, sin esposos y esposas
En lugar de callar como cuando encubren las vergüenzas que prefieren mantener ocultas, los obispos han dado su opinión al instar a que los ciudadanos (y sobre todo los políticos de un Gobierno con el que comulgan, en el mas amplio sentido de la palabra) "obren de acuerdo con su conciencia para cambiar una ley injusta [la que permite el matrimonio entre personas del mismo sexo] que supone un maltrato a la familia y priva a los españoles de su derecho a ser reconocidos como esposo y esposa".
Una “sociedad enferma” y una “cultura de muerte”
Según el inefable obispo Camino, el matrimonio homosexual y la ley del aborto son la prueba de que la nuestra es una "sociedad enferma" que avanza hacia la "deshumanización" y hacia una cultura "que no genera vida y tiende a convertirse en una cultura de muerte".
El portavoz de la CEE, como ocurre en ciertos trastornos paranoicos persecutorios, ha advertido de la existencia un plan para convertirnos en “una sociedad sin sexos y sin géneros en la que el nuevo ser humano, estará representado por una hibridación que acabará con la estructura dual hombre-mujer”.
Camino también ha prevenido del peligro de que acabemos siendo “una sociedad sin reproducción sexual, sin paternidad, sin maternidad y en la que todo estará controlado por la ciencia, la biomedicina, la biotecnología y la ingeniería política".
Monseñor Camino, un nuevo Matrix
Del mismo modo que sucedía en la película Matrix donde El Elegido Neo era un salvador predestinado para liberar a la humanidad, el obispo portavoz de la Conferencia Episcopal tal vez se crea un nuevo Neo con la misión (y la obligación) de impedir la fundación de una sociedad de humanos híbridos sin sexo y sin género como vaticina en sus agoreros y delirantes predicciones.
Recordemos que en Matrix había un mensaje tecnológico y metafísico (y hasta teológico si profundizamos en la figura del "salvador") según el cual los humanos acababan esclavizados por una simulación social que pretendía su destrucción. Algo que en cierto modo recuerda los temores de una invasión ideológica y deshumanización con la que el obispo Camino parece estar obsesionado.
Recordemos que en Matrix había un mensaje tecnológico y metafísico (y hasta teológico si profundizamos en la figura del "salvador") según el cual los humanos acababan esclavizados por una simulación social que pretendía su destrucción. Algo que en cierto modo recuerda los temores de una invasión ideológica y deshumanización con la que el obispo Camino parece estar obsesionado.
Los obispos y la física
No contento con su delirio de los "humanos híbridos”, monseñor Camino se ha atrevido a opinar sobre el “bosón de Higgs” (o “partícula de Dios”) haciendo una declaraciones que no tienen desperdicio: “Esto de la partícula de Dios no sé en qué consiste pero es bienvenido que se hable de Dios en la física y del origen del por qué existe algo, una pregunta a la que la física nunca podrá dar respuesta porque no tiene medios específicos para escuchar a Dios... aunque esto no significa que desprecie la física, porque la física es magnífica”.
Dos reflexiones
1- Mientras en España, la derecha pide que se derogue la ley que regula el matrimonio homosexual, en Francia, el presidente Holland (un hombre que sí que cumple sus promesas electorales) ha anunciado la aprobación, en 2013, del matrimonio y la adopción gay, desmarcándose de Alemania (que rechaza ambas medidas) y de la señora Merkel mas allá de su política económica.
2- Aunque parece improbable que los responsables de las conferencias episcopales de estos países (donde la separación Iglesia-Estado nada tiene que ver con lo que ocurre en España) hagan unas declaraciones como las del ciber-obispo Camino, es seguro que si las hicieran no tendrían la repercusión mediática que tiene aquí los obispos cada vez que abren la boca para predicar una verdad que creen poseer en exclusiva.
Un consejo a Peter Higgs
Ya por último, le recomendaría al científico británico Peter Higgs (descubridor de la teoría que explica el origen de la masa de las partículas elementales y la llamada partícula de Dios) que, en prevención de males mayores, actúe con prudencia al divulgar sus avances científicos, pues los hombres de ciencia con cerebros privilegiados siguen en grave peligro de acabar en una hoguera como les ocurrió a tantos a quienes debemos el progreso de la humanidad. Considere señor Higgs que, aunque pasados 359 años, 4 meses y 9 días (como ocurrió con Galileo) el Papa de turno acabara pidiéndole perdón, a usted o a sus cenizas, hay disculpas que no compensan, sobre todo si del destinatario solo quedan unas cenicientas partículas, eso en el caso de que alguien haya tenido el detalle de recogerlas y conservarlas .
Alberto Soler Montagud
NOTA. Por sorprendentes que parezcan algunas citas (“sociedad enferma”; “cultura de muerte”; “un nuevo ser humano representado por una hibridación sin sexo ni género”; “una sociedad sin reproducción sexual, sin paternidad y sin maternidad”; “la física no tiene medios para escuchar a Dios, pero no la desprecio porque la física es magnífica”…), los entrecomilladas reproducen textualmente declaraciones hechas por el obispo portavoz de la Conferencia Episcopal, Juan Antonio Martínez Camino.
Buen artículo, Alberto. Y el final, con las futuras disculpas del Papa y las partículas/ cenizas, me parece redondo.
ResponderEliminarEn este contexto, es reciente la publicación de la R.A.E. de ampliar el significado de la palabra "matrimonio" que incluye una acepción nueva, la de pareja homosexual.
Un beso.
Sol.
Gracias por tu comentario, Sol. También por leerme.
EliminarUn beso.
Genial, como siempre, Alberto. Un abrazo. Lourdes
ResponderEliminarEstimada Lourdes, me satisface encontrarte en mi blog, que es el tuyo, y me encanta coincidir contigo en tantos gustos y aficiones (música clásica, jazz, escritura, psicología, historia, pensamiento...l) que ambos convertimos en pasiones.
EliminarUn cariñoso saludo.
En las críticas frecuentes que se hacen a los principios de la religión católica y a las declaraciones de sus prebostes, hay implícito un reconocimiento de una cierta validez o coherencia de esos principios. Se insiste en su "falta de actualización" y se reclama insistentemente la misma.
ResponderEliminarNo se hace eso mismo sobre los fundamentos de la Cienciología, el Hare Krishna o el Vudú, por ejemplo. Cuando resulta que, igualmente, son supercherías y engañabobos, destinados a beatas y a gente educada en el oscurantismo y el miedo a mirar a la realidad de frente.
La Iglesia no debe de "ponerse al día". Debe de seguir manteniendo sus principios inmutables y hay que dejar que los que necesitan de muletas psicológicas para ir tirando, sigan tragándose que hubo un señor que andaba sobre el agua sin flotadores, convertía unos mendrugos y unas sardinas en un banquete para una multitud y resucitaba a Lázaro sin ni siquiera una aspirina. El que quiera que se lo crea y, el que no, que se cure de su ceguera intelectual y se desenchufe de Matrix. Porque, si los animamos a que se "agiornen", irán "modernizando" el montaje, y haciéndolo creíble y seguirán otros 2000 años llenando de mierda nuestros cerebros.
Si Camino dice que se difuminarán los "géneros y los sexos" (confundiendo ambos significados, lo mismo que lo hace la mitad del mundo del periodismo) no se lo discutamos: aplaudámosle y que siga. A ver si sus seguidores se hartan de tanta soplapollez y dejan de llevar a sus hijos a la catequesis y a la Primera Comunión.
Si la Cienciología, el Hare Krishna o el Vudú tuvieran una implantación tal en nuestro país que afectara a la independencia del Estado, o si los líderes de estas corrientes no hicieran más que opinar, como si fueran unos gurús expertos en socio-ética, y estuvieran en posesión de la verdad absoluta (como ocurre y se le permite hacer a la Conferencia Episcopal), habría que callarlos con la misma contundencia que al catolicismo.
EliminarYa escribo en mi artículo lo raro que resultaría que los obispos de Francia o Alemania dogmatizaran como aquí lo hacen al opinar gratuita y alegremente sobre entierros a los que nadie les ha invitado ni por tanto dado velas.
Y si lo hicieran, seguro que no se les brindaría en los medios tanta resonancia como se les otorga en este sacrosanto país.
Gracias por su contestación, con la que estoy parcialmente de acuerdo. Pero sólo parcialmente. Concuerdo en que las opiniones de los jerarcas de la Iglesia en asuntos que interfieren con las decisiones civiles y democráticas son reprobables, pero sólo lo son cuando pretenden que la "ley de dios" debe prevalecer sobre la de los parlamentos. Si no es así, mal que nos pese, abanderan la opinión de un importante sector social al que, lamentablemente, se le ha hecho creer que ética y moral son conceptos exclusivamente relacionados con la religión católica.
ResponderEliminarDe lo que yo me lamento no es de que opinen, sino de que a sus opiniones les demos una validez dialéctica que no poseen. Criticando dialécticamente las razones en las que basan su desacuerdo, que no son más que supersticiones, estamos dando una entidad a esas razones.
A los Testigos de Jehová, nadie les conmina a "modernizarse" o a poner al día su prohibición de las transfusiones de sangre. Simplemente, se conceptúa semejante proceder como una alienación que incapacita intelectualmente a sus seguidores, hasta el punto de costarle la vida a inocentes. O no se combate el curanderismo con discusiones técnicas sobre la eficacia de sus "operaciones quirúrgicas" efectuadas en un sótano.
Sin embargo, recriminamos a la Iglesia Católica que no acepte el sacerdocio de las mujeres, o la convivencia fuera del matrimonio, las relaciones homosexuales, o los condones.
Y ése es el error: algunos de los que somos ateos, recordamos que esas cosas las prohíben los mandamientos y, las que no, están sometidas a la interpretación del Papa, que es Dios en la Tierra.
Hasta que no perdamos el miedo a considerar las enseñanzas de la Iglesia Católica exactamente igual que lo hacemos con las de cualquier secta, estaremos dando validez a supersticiones. Parece que, si acaso se modernizaran, nos quedaríamos ya tan conformes, y seguiríamos aceptando (dialécticamente) la voz de sus jerarcas en los foros sociales. O sea, aceptaríamos lo que llevan haciendo 20 siglos, que no es otra cosa que adaptarse. ¿O ya no nos acordamos de cuando la misa se decía en latín, y había que comulgar en ayunas?
Que no se modernicen, a ver si nos despertamos.
Interesante y fundamentada opinión.
EliminarAdemás, sería estupendo que con solo ignorar los desafíos a la razón de algunos jerarcas de la Iglesia Católica se les consiguiera ubicar en el compartimento social que por lógica merecen y sin derecho a rebasar unos límites que desconocen por creerse ser más dioses que el Dios a quien dicen representar.
Tal vez lleve usted razón cuando dice "...que a sus opiniones les demos una validez dialéctica que no poseen. Criticando dialécticamente las razones en las que basan su desacuerdo, que no son más que supersticiones, estamos dando una entidad a esas razones."
Pero también es un hecho que la presencia de la Iglesia Católica en la sociedad española está tan consolidada que hacer oídos sordos a sus disparates podría malinterpretarse con dar carta blanca para que, por ejemplo, la actual ministra de Empleo, Fátima Báñez, se encomendara hace unas semanas a la Virgen del Rocío para “crear empleo, salir de la crisis y volver al crecimiento” porque "de la Virgen del Rocío, un capote siempre llega" (según declaró ella misma sin disimulo de sus creencias en un acto oficial).
Y antes estas cosas, señor Omega, ni se puede ni se debe guardar silencio.