domingo, 24 de julio de 2011

Un análisis psicopatológico de la dimisión de Francisco Camps y su discurso de despedida.


CRÓNICA DE UNA DIMISIÓN NO ANUNCIADA




No es necesario ser un experto en peritación psicológica para concluir que Francisco Camps estaba nervioso, muy nervioso, cuando anunció su dimisión como también lo estaban quienes le acompañaba y manifestaban un temor en sus rostros que contrastaba con los semblantes de satisfacción, complicidad y hasta orgullo de casta a que nos tienen acostumbrados en sus habituales comparecencias junto al ya ex- presidente.


Empieza la fiesta

El jueves 21 de julio de 2011, Víctor Campos y Rafael Betoret (dos de los cuatro encausados por cohecho impropio pasivo junto a Francisco Camps y Ricardo Costa) reconocieron su culpabilidad en sendos escritos presentados ante el presidente de la sala del jurado del Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad valenciana (TSJCV) a primera hora de la mañana. Poco después, en el TSJCV se recibía una llamada anunciando la inminente llegada del presidente Camps (eran las 14.05 horas) para firmar un documento donde también él se reconocería culpable. Ricardo Costa (a quien Cospedal convenció por teléfono para que “se sacrificara” por su presidente y se declarara también culpable, “a cambio de lo que quieras”), no fiándose ni un pelo, dijo que solo reconocería su culpa después de que Camps lo hubiera hecho primero.

Las puertas del juzgado permanecieron abiertas y custodiadas a la espera de la llegada del presunto honorable. Sin embargo, cuando sonaron las tres de la tarde, esa hora en la que los funcionarios desaparecen como por arte de magia y el silencio se adueña de los edificios oficiales, ni Camps ni Costa habían hecho acto de presencia.

Sin lugar a dudas, algo había sucedido. Mientras tanto la expectación mediática era máxima en las inmediaciones.


Rajoy le había pedido a Camps que eligiera entre “deshonra” y “dimisión”.

Fuentes del PP filtraron que, en las últimas cuarenta y ocho horas, el líder nacional de lospopulares habló varias veces con Camps a través del móvil y le dejó bien claro que solo tenía dos opciones: “ser un presidente autonómico sin honra o renunciar a su cargo”.

Al parecer, Rajoy le insistió a Camps que solo él podía tomar una decisión y que, aunque ambos coincidieran en que declararse culpable implicaba reconocer que había mentido, también sabían que era el único modo de que Camps continuara siendo presidente. Muchos miembros de la cúpula popular esperaban, deseaban, estaban convencidos de que era ya el momento en que Mariano Rajoy debía pedir la dimisión de Camps. Solo él podía hacerlo dentro del organigrama del partido pero, una vez mas, el presidente nacional –y solo él sabrá por qué- evitó adoptar una decisión que la razón de los cuerdos pedía a gritos desde hacía novecientos días.

Finalmente, todo apuntaba a que Camps iba a reconocer su culpa y a pagar la multa impuesta para evitar sentarse en el banquillo. Incomprensiblemente, era la opción preferida por Rajoy, muy por delante incluso de la dimisión del presidente valenciano.

Según las mismas fuentes populares antes aludidas, el presidente del PP “no presionó a Camps en ningún momento” ni le forzó para que tomara ninguna decisión, en cierto modo, algo lógico si tenemos en cuenta que a don Mariano le debe ser muy difícil exigirle nada a nadie, sobre todo si se trata de alguien a quien le tiene un verdadero e incomprensible miedo. En cualquier caso, el presidente nacional debería estar tranquilo al saber que Federico Trillo se mantendría pegado a Camps como una lapa y dispuesto a ejecutar “lo que hiciera falta” en beneficio del partido.


Tensa reunión en el domicilio de Camps.

Que Camps no acudiera al juzgado a firmar su declaración de culpabilidad fue una decisión que tomó en su propio domicilio tras una tensa reunión en la que estuvieron presentes su íntimo Juan Cotino, la incondicional Rita Barberá, Federico Trillo (en calidad de observador-interventor de Rajoy mas que como amigo), el conseller de Justicia de la Generalitat y el propio Camps y su esposa.

Cuando al parecer todo estaba dispuesto (y el documento en el juzgado a falta de firma) para que Francisco Camps se declarara culpable y cuando la comitiva presidencial estaba a punto de partir desde su casa a los juzgados, Camps se derrumbó: “Declararme culpable no va a servir de nada. Esto no va a acabar […] Mejor lo dejo, no puedo más". "No tiene sentido declararme culpable, va contra mi naturaleza".

Azorado por una lucha interior en la que pugnaban las opciones de “culpabilidad reconocida” o la “dimisión digna” (aunque con casi dos años y medio de retraso) de quien dice ser, y me consta que cree serlo, un hombre honrado, tal vez la vergüenza, el cansancio, la presión soportada durante mas de dos años, el hastío de tener que representar un papel de indiferencia ante la vejación y la infamia… y, en suma, el estar realmente convencido de que se es un mártir,hicieron que Camps optara por auto-inmolarse, él que siempre dijo que solo le quedaban “dos escaloncitos” para salir del infierno y acceder por fin a la gloria.

A partir de ese momento comenzó a forjarse la última y nueva personalidad de Francisco Camps. Acababa de nacer alguien que, en un futuro inmediato, nos deparará sorprendentes y jugosas declaraciones, mas esperpénticas si cabe que las que durante los últimos años ha proferido el hombre que el jueves día 21 de julio comenzó a transmutarse en su nuevo avatar.


A las cinco de la tarde

En la TV autonómica valenciana no había mas noticias que las habituales: insulsos titulares de agencia poco o nada conflictivos, anuncios del cambio de la melodía de un campanario centenario en algún pueblo del interior, la masiva afluencia de turistas a las playas y la euforia (falsa) del sector hostelero por lo bien que va todo gracias a Francisco Camps en contraste con la debacle económica que azota a España por la mala gestión del gobierno socialista.

Mientras tanto, los periodistas se mantenían a la espera de conocer alguna noticia acerca del desaparecido y aun no comparecido Francisco Camps. Y así fue hasta que, a la lorquiana y taurina hora de las cinco de la tarde, estalló una bomba informativa. Sin previo aviso y sin dar a nadie mas opción que la de seguir el evento en diferido y a posteriori, el presidente Camps anunció su dimisión en una rueda de prensa que solo se pudo seguir por teléfono ya que la Presidencia de la Generalitat impidió que TVE y RNE la retransmitieran en directo al prohibir que se conectaran ”los cables necesarios".

En la edición digital del periódico Las Provincias puede verse un video en el que alguien se pone delante de la cámara de Las Provincias-TV para evitar que se grabe hasta que, en un momento dado, la conexión se acaba perdiendo.


El lenguaje no-verbal delata a Camps

Tras un minucioso y atento visionado del discurso de despedida de Camps, llama la atención que su lenguaje no-verbal fuera el de mayor expresividad de toda su carrera política. Susmuecas-risas-sonrisas eran tan patéticas que producían vergüenza ajena sobre todo cuando se convertían en esperpénticas carcajadas. Camps se dedicó a parpadear compulsivamente mientras distraía la atención del auditorio con una sonrisa que pretendía eclipsar la falsedad de unas palabras en las que, sin duda, no creía.

Invito al lector a que compruebe como la sonrisa de Camps es grotescamente exagerada al afirmar que es “inocente, completamente inocente, de las barbaridades que durante estos años se han dicho de mí", y resulta idéntica a la mueca que hizo hace tiempo cuando afirmó: "claro que me pago mis trajes. Yo me pago mis trajes" durante su participación en un almuerzo del Foro ABC.

No es necesario ser un experto en peritación psicológica para concluir que Francisco Camps estaba nervioso, muy nervioso, cuando anunció su dimisión como también lo estaban quienes le acompañaba y manifestaban un temor en sus rostros que contrastaba con los semblantes de satisfacción, complicidad y hasta orgullo de casta a que nos tienen acostumbrados en sus habituales comparecencias junto al ya ex- presidente.

Todo en Camps era preocupación y ansiedad y su rostro era el de un hombre que transmitía un “mensaje impuesto” (¿por alguien? ¿por las circunstancias?) y que no actuaba por decisión propia. Había una falta de coherencia entre el lenguaje verbal (lo que Camps decía) y el lenguaje no-verbal (sus gestos) que se plasmaba en un continuo y ansioso frote de los dedos de la mano izquierda, un frecuente e intenso cierre de los puños así como el compulsivo parpadeo mencionado al inicio de este epígrafe.


El discurso de la dimisión.

Se reproducen a continuación algunas de las frases pronunciadas por Francisco Camps en su discurso de dimisión y se incluye como apéndice una descripción somera de tres trastornos de la personalidad que aparecen claramente tipificados en el DSM-IV (el manual diagnóstico y estadístico que enumera y clasifica los trastornos mentales).

(1)

"Voy a hablar […] con la dignidad y el orgullo de ser valenciano y representar a cinco millones de personas que han visto a lo largo de estos años de mi presidencia un aumento de prosperidad, de proyección y de fuerza como nunca habíamos vivido”.

“Tengo el altísimo honor, además de haber recibido en tres ocasiones la mayoría absoluta, del compromiso político de mis conciudadanos”.

“La Comunidad Valenciana es lo más grande que hay en el mundo, esto aprendí en mi casa de mis mayores y eso he transmitido también a mis hijos…”

“Los valencianos somos los mejores […] esta es la más grande comunidad de España y la mejor región de Europa y por eso han ocurrido las cosas que han ocurrido”.

(2)

“Hemos luchado contra un sistema, un sistema duro y brutal.”

“Lo han intentado por todas partes, por todos los medios [pero] ese sistema brutal está a punto de caer en las elecciones democráticas que próximamente se van a realizar en nuestro país”.

“Es un sistema que ha traído paro, desconcierto, tensión y crispación a todo nuestro país”.

“Dejo la Presidencia de la Generalitat […] completamente inocente de las barbaridades que durante estos años se han dicho de mí [y contra] las otras tres personas que están también en el mismo absurdo y brutal proceso que nadie entiende, que nadie comprende…”

“El día de mañana muchas personas tendrán que bajar la cabeza por la barbarie que durante estos años han ido cosiendo para tapar la […] libertad del pueblo al que represento.

(3)

“Voluntariamente ofrezco este sacrificio [la dimisión] personal, político y familiar.


Tres trastornos de la personalidad

Intencionadamente, las frases pronunciadas por Camps se han agrupado en tres apartados con el fin de encuadrar cada una de ellas en alguno de los trastornos de personalidad que se especifican mas adelante.

Denominamos trastornos de la personalidad a un grupo de alteraciones psiquiátricas en las que los comportamientos, las emociones y los pensamientos de quienes los sufren difieren de las expectativas que cabría esperar de ellos según el grupo cultural al que pertenecen lo que les convierte en individuos conflictivos y problemáticas sus relaciones interpersonales.

(1)

En el Trastorno narcisista de la personalidad destaca un grandioso sentido de autoimportancia, logros, capacidades y una espera ser reconocido como superior. Hay una preocupación constante por las fantasías de éxito ilimitado y de un poder imaginario. Quienes lo sufren creen ser "especiales" y “únicos”, y exige admiración por parte de los demás.

(2)

En el Trastorno paranoide de la personalidad se vive en la permanente sospecha de que “los demás” van a hacerles daño a quienes sufren este trastorno. Hay una seria preocupación acerca de la lealtad o la fidelidad y miedo de que ciertas informaciones vayan a ser utilizada en su contra. Se intuyen amenazas y contubernios por todos lados, no se olvidan los insultos, las injurias o los desprecios y se percibe un permanente ataques a la persona y/o a la reputación.

(3)

En el Trastorno esquizotípico de la personalidad suelen haber creencias raras o pensamiento mágico-religioso, lenguajes extraños, crípticos, vagos, metafóricos o mesiánicos acompañados de comportamientos que se apartan de la norma y que resultan excéntricos.


Alberto Soler Montagud

Médico y Escritor


En una segunda entrega se analizarán las reacciones de los líderes de los distintos partidos políticos ante la dimisión de Camps, la situación en que queda la Comunidad valenciana y el perfil de Alberto Fabra, el nuevo presidente autonómico.

2 comentarios:

  1. Realmente patético. Lo de su diagnóstico, digo.

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  2. Estoy totalmente de acuerdo con lo que se argumenta en este artículo. Verdaderamente patético es que este señor haya sido reelegido por los ciudadanos . Se ve que la inversión que hicieron en la campaña a cuenta de los bigotes,amiguitos del alma y compañía ha dado resultado.Ahora , con todo derecho aspira a ser ministro ,pues Rajoy le debe favores que pretende cobrar ¡ojo por ojo, diente por diente!

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