jueves, 21 de julio de 2011

¿ARDE VALENCIA? Aún no Don Mariano, esperemos a mañana para ver que pasa...



Esta mañana, tras las visita de Rafael Betoret y Víctor Campos a los juzgados de Valencia para declararse culpables de las acusaciones de cohecho que sobre ellos recaen, como también sobre Francisco Camps y Ricardo Costa, cuando todos creían que éstos dos últimos harían lo propio y la expectación era máxima, Richi Costa se ha hecho el remolón y ha pedido “pactar” ciertas prebendas-promesas mientras Camps dejaba plantada a una legión de periodistas que esperaban su llegada al juzgado para entonar el “yo pecador” que le librara de sentarse en el banquillo.

Eran momentos de tensión y de espera en los que Federico Trillo (para muchos, el único hombre a quien no se le puede dejar solo en una habitación porque sería capaz de asesinarse a si mismo) se había convertido en la sombra de quien dejaría de ser honorable de un momento a otro sin que nadie lo sospechara.

No se pensaba en la posibilidad de una dimisión, más deseada por el propio PP que por cualquier otro partido. Lo cierto es que, tras la comida del mediodía, la suerte de Francisco Camps estaba ya echada y su futuro político decidido, independientemente de quién y de donde hubiera partido la iniciativa.

El mutismo, en el PP nacional y en el autonómico, era la consigna de los acólitos de la gaviota que interpretaban su papel de lealtad al presidente autonómico y se mantenían, prietas la filas e impasible el ademán, en una angustiosa espera por miedo a un arrebato de enajenación de ese iluminado que ha mantenido, mantiene y mantendrá en jaque a la cúpula del un partido que, sin duda, le tiene pánico.

A primera hora de la tarde, Francisco Camps ha presentado la dimisión. Se ha auto-inmolado en un ejercicio de flagelación digno de pasar a los anales del martirologio y con una actitud incómoda y tensa que le hacía hablar sin creer en lo que decía. Sus muecas eran un rictus y la sensación de que Camps se encontraba “out” de la realidad era mas patente que en otras ocasiones. Los gestos de quienes le rodeaban evidenciaban una resignada estupefacción al contemplarlo como un santo a punto de ser llevado a la hoguera mientras se mantenía en la convicción de su inocencia.

Por fin ha dimitido el bronceado faraón que durante lustros ha regido los designios de un cada vez menos “feliz levante”. Un tristemente famoso político de falsa sonrisa y fácil mueca, mentiroso patológico y soñador delirante a quien gusta lucir con garbo la tonsura (por su generosa calva) y actitud de un mosén iluminado, de un predicador mentalmente "ido" y esclavo de unas tesis megalómanas, demagogas y populistas.

¿Qué sucederá a partir de mañana?

Eso es algo que analizaré una vez me recupere de la noticia y comience el artículo que desde hace mas de dos años deseo escribir.

Hasta entonces, os deseo buenas noches y buena suerte.

No hay comentarios:

Publicar un comentario