Cuando el miércoles de la semana pasada Zapatero anunció que subiría los impuestos “a los que realmente tienen”, sin llegar concretar cómo ni cuando lo haría, tal vez intentaba poner algo de orden en medio del desconcierto ocasionado por los contradictorios mensajes procedentes de su propio Ejecutivo.
Para muchos sectores, sobre todo de izquierdas, ha sido contradictorio que un Gobierno con vocación social y una voluntad de reparto equitativo de cargas y riquezas, no incluyera la subida de impuestos para los ricos en la misma intervención en el Congreso de los Diputados en la que Zapatero anunció las actuaciones previstas para recortar el déficit. Esta circunstancia resulta más llamativa cuando comprobamos como, en otros países, se han mezclado las “buenas” con las “malas” noticias, y se han ofrecido al unísono y en un mismo paquete.
Llama también la atención la rapidez con que el tijeretazo afectará a las rentas medias y bajas (en junio repercutirá en las nóminas de los funcionarios) en contraposición con la ambigua espera que deberemos soportar “hasta que llegue el momento oportuno” de las medidas anunciadas para los millonarios.
Cabría pensar que, tal vez, el Gobierno esté excesivamente a merced del gran capital , aunque también podría darse el caso de una hábil maniobra por la que el Ejecutivo optara por guardar un as en la manga para mostrarlo cuando llegue el momento de negociar con la izquierda parlamentaria la aprobación de los presupuestos del año próximo.
Sea como fuere, la opinión generalizada, y sobre todo alentada por la derecha, es que con el recorte salarial a los funcionarios, la congelación de las pensiones y otras medidas restrictivas como la supresión del “cheque bebé”, el PSOE ha dado un giro copernicano a su política social, algo que el propio Zapatero se encargó de desmentir rotundamente en un mitin celebrado en Elche (Alicante) donde intentó clarificar las duras medidas que el Gobierno se ha visto forzado a aplicar.
“Con el esfuerzo que ahora pedimos a los ciudadanos, garantizaremos la prosperidad del mañana”
"No acepto ninguna crítica a las medidas del Gobierno por parte de aquellos que nunca se han acordado de las políticas sociales [en clara alusión al Partido Popular]"
"El esfuerzo que les pido ahora [refiriéndose a los funcionarios] es duro, pero no es en vano; es útil. Quiero que sepan que contribuye al porvenir de este país y a que gente mantenga su empleo y a que podamos seguir protegiendo al 80% de los desempleados".
En cualquier caso, da la impresión de que las clases medias y bajas hayan empezado a recuperarse en un tiempo récord de la inicial “sorpresa-indignación” que muchos han sentido al conocer las medidas de recortes para dar paso a una segunda fase “de protestas y lamentos” a la que, sin duda, seguirá otra “de resignado conformismo”. Si a esto añadimos que estamos en puertas de las retransmisiones televisivas de los mundiales de fútbol, es previsible que, para entonces, las protestas se vayan atenuando hasta dar paso a un “nuevo orden de normalidad” en el que los jubilados se habrán resignado a la congelación de sus pensiones, los funcionarios tendrán bien asimilada la consigna de “tu-que-tienes-puesto-fijo-no-te-quejes-por-si-acaso”, y los sindicatos posiblemente volverán a hibernar (aunque tal vez más en guardia que hasta ahora) a la espera de nuevos acontecimientos.
A su vez, el Gobierno recobrará poco a poco la tranquilidad perdida mientras hace lo imposible para que las medidas “alternativas” que afectarían a los ricos (y que se han visto forzados a anunciar presionados por la oposición, los sindicatos, la opinión pública y hasta su propio partido) caigan en el olvido para resucitar de nuevo, esta vez a instancias del propio Gobierno, en vísperas de las próximos elecciones.
Vivimos sin duda tiempos de crisis y la incertidumbre pende sobre nosotros y más aun sobre un Gobierno a quien le ha tocado bailar con la más fea. Si nos encontramos en medio de un túnel largo y oscuro, asumámoslo y encendamos una luz que nos ayude a avanzar como podamos, ofrezcámonos esa luz los unos a otros, pero hagámoslo todos, absolutamente todos. Que nadie intente salvarse de la quema. Cuando todo eran beneficios, los más poderosos nunca regalaron ni un céntimo a los más desprotegidos, y sin embargo, les faltó tiempo (concretamente a la banca) para pedir la ayuda de “papá estado” cuando las cosas se les torcierons por culpa de una mala gestión que muchos interpretamos como un claro fracaso del sistema.
En situaciones como la que vivimos, lo prioritario es salir del bache a base de aunar esfuerzos.
Los partidos políticos deberían ofrecernos una ejemplar lección al ser capaces de aparcar sus diferencias y, sobre todo, renunciar a sacar tajada (electoral) de un mal que nos afecta a todos. Que luego, ya vendrán las vacas gordas y tiempo habrá, y urnas que lo verán, para todo lo demás.
No hay comentarios:
Publicar un comentario