lunes, 31 de mayo de 2010

LA AMARGA VICTORIA DE ZAPATERO





Al igual que en el último post elogiaba la profesionalidad del diputado y portavoz de CiU Josep Antoni Duran i Lleida (sin que esto implique compartir sus planteamientos), analizaré en este el porqué del decisivo voto de su formación sin el cual nunca se habría aprobado el decreto de medidas de ajuste propuestas por el Gobierno.

En una entrevista televisiva concedida a "Antena 3", el diputado catalán calificó de “responsable” su voto y afirmó que su partido estaba “en contra de algunas de las medidas” finalmente aprobadas e “impuestas por la UE”. Duran i Lleida puntualizó que su apoyo al Gobierno, a pesar su desacuerdo, no fue mas que “para evitar un mal mayor y no ser intervenidos como Grecia”. Se manifestó “partidario de adelantar las elecciones”, aunque matizó que esa iniciativa debería partir de Zapatero ya que “debe ser él [el presidente de Gobierno] quien deshaga todo lo que ha hecho mal”. “Además, en esta situación de crisis, España no debe estar cuatro cinco meses sin Gobierno”.

En los corrillos de los pasillos Congreso de los Diputados fue recurrente el comentario de que Duran i Lleida habría obtenido algún beneficio a cambio de su abstención “¿Habrá negociado 'algo' para amortiguar los efectos de este real decreto siendo que en Cataluña están asentadas las mayores industrias farmacéuticas que tan perjudicadas van a quedar con el 'tijeretazo'?”, se preguntaba Paloma Cervilla en ABC.

Sean cuales fueren los motivos de Convergència i Unió, su “ayuda” no deja al Gobierno en una situación especialmente cómoda durante los meses de gestión que aun faltan hasta la votación de los presupuestos del año próximo, unos presupuestos que Duran i Lleida, ya ha adelantado que no contarán con su apoyo.

Así planteado, y aunque de momento nos hayamos salvado por los pelos de la “tragedia griega” que supondría una intervención de la Unión Europea, el panorama que se le presenta al Ejecutivo socialista no es nada halagüeño; con una crisis que repercute cada vez más en las economías domésticas y fomenta el desencanto de una ciudadanía que podría reaccionar en cualquier momento ahora que han despertado los sindicatos de su incomprensible letargo.

El Gobierno está condenado a atravesar en solitario lo que sin duda será una dura travesía por el desierto de una crisis que promete ser tan larga como amarga, ya que, si bien ha conseguido salvar el recorte que se le exigía, ha tenido que pagar el alto precio de perder todos sus apoyos, ya que ni un solo “sí” le avaló (además de los propios) en una dura sesión que anticipaba lo que le espera durante los próximos meses.

De momento, y sobre el papel, “hemos quedado bien” ante la Unión Europea; “tenemos” medidas anticrisis y “vamos” a ponerlas en práctica, pero, no nos engañemos, todo ha sido fruto de un par de sumas en las que los “síes” y los “noes” no han compartido dígitos por pura aritmética parlamentaria en algo que muchos detractores de la política gubernamental consideran como una “victoria pírrica” o un “amargo triunfo”.

Ante este desalentador panorama , solo el futuro conoce lo que en realidad vaya a suceder, independientemente de las predicciones basadas en el agorero pesimismo de los populares y el cada vez menos “irreal” optimismo onírico del presidente Zapatero.

Es justo ahora cuando, por lógica especulativa y quien sabe si también por curiosidad, surge hacerse una pregunta para la que el futuro no tiene esta vez respuesta.

¿Y si hubiera ganado el “no”?

Me abstendré de analizar esta eventualidad (que la abstención de CiU ha hecho imposible), entre otras cosas porque Rafael Simancas ya lo ha hecho magistralmente en su columna de “El Plural”.

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