No se si será mi por presbicia pero lo cierto es que cada vez percibo mas minúsculas las letras de los anuncios por palabras.
Menos mal que la sección de contactos suele incluir alguna que otra foto y eso ayuda a los que, como yo, solemos olvidar casi siempre las gafas de leer.
Hace unos días, mientras desayunaba en un bar que hay cerca de mi casa, leí el siguiente anuncio:
"Yolanda, casada, madura insatisfecha. Escote generoso. Completa. Por motivos económicos. Foto real".
Luego seguía el número de un teléfono móvil.
Tras comprobar que nadie se fijaba en mí, miré con detenimiento la foto que acompañaba al anuncio y confirmé que, efectivamente, el escote era generoso así como que estaba adornado con dos púdicas estrellas que ocultaban las areolas y los pezones de los pechos de Yolanda. También llamó mi atención una tira negra que le tapaba los ojos y volví a pensar en el ojo de cristal. Sin embargo, el hecho de que la foto no mostrara las piernas de la chica me puso en alerta. ¿No ocultaría algún defecto físico al asegurar (con mayúsculas) que era completa?Asaltado por una repentina y morbosa curiosidad, memoricé el teléfono antes de cerrar el periódico y salir del bar.
Bien avanzada la tarde decidí marcar el número que aun recordaba. Mi curiosidad se había hecho mayor a lo largo del día y ya no aguantaba la incertidumbre.
- Hola, llamo por lo del anuncio… – dije con prudente cautela.
- Vale cariño, te cuento...
Y vaya si me contó. Yolanda me dio una descripción tan pormenorizada de sus servicios que el precio de su tarifa me pareció ridículo al mismo tiempo que mis hormonas se disparaban como las de un adolescente en su primera cita.
- ¡Ay no cooorazón! Por las mañanas no puedo. Tengo que ir a rehabilitación, de lunes a viernes. Y los fines de semana no trabajo.
Me bastó escuchar la palabra "rehabilitación" para que mi libido se fuera al traste al tiempo que me sentía como si alguien acabara de golpearme con una prótesis ortopédica.
Ya no supe que decir.
Sin más, colgué el teléfono siendo consciente de que entre Yolanda y yo solo podía existir un amor platónico.
Otra vez será.
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