viernes, 3 de mayo de 2013

UNA PIEDRA MÁS POR LA LIBERTAD (Another brick in the wall)







El concepto de la libertad puede ser tan abstracto que me resulta más fácil asimilar su esencia desde la negación de la misma y el dolor surgido cuando ésta se nos arrebata, que del hipotético placer –pasa tantas veces desapercibida– que sentimos al disfrutar de ella como algo natural e inherente a la propia vida; craso error mientras para muchos, la libertad sea una inalcanzable quimera.

Recuerdo que siendo niño, mi abuela materna, una mujer sabia, me decía con frecuencia que “la libertad y la salud, son prendas de gran valía que sólo se reconocen cuando se ven perdidas”. Yo asentía con gesto circunspecto haciendo ver que entendía lo que tardaría muchos años en interiorizar como una experiencia personal.

Viene esto a colación de un objeto que aparece en la fotografía que ilustra estas reflexiones, concretamente un fragmento de piedra de color rojizo que conservo desde un viaje que hice a Berlín, recién estrenado el siglo XXI. Una tarde calurosa estival, acudí a una zona bastante alejada del centro de la ciudad. Me habían informado que allí encontraría varios metros de muro con su aspecto original y previo a la demolición de 1989. Hallé sin dificultad el lugar, y mientras paseaba por una desvencijada calle, no pude resistir la tentación de arrancar un trozo del muro que antaño dividía la ciudad, con mis propias manos y gran riesgo de quedarme sin uñas. 

Lo que aun quedaba del muro de Berlín en aquél barrio, pese a la libertad que se respiraba en la ciudad tras su derribo, invitaba a rememorar las miles de historias vividas por familias separadas, amigos forzosamente distanciados, amores imposibles y muertes en desesperados intentos de fuga, todo ello vinculado a la carencia de unas libertades que desaparecían conforme el muro se iba construyendo, sin que la razón ni la verdad absoluta (cual quimérica ficción)  habitara en uno u otro lado de aquella barrera que muchos llamaron “de la vergüenza”.

Como recuerdo, conservo en un lugar bien visible de mi hogar, muy cerca de mi zona de trabajo y dentro de una cajita de metacrilato, el fragmento que arranqué de aquél quilométrico paredón.

Todo los días me tropiezo visualmente con él, no porque lo busque explícitamente, sino porque está allí y necesariamente su presencia y la mía confluyen. Y son muchas las veces que, con una sonrisa apenas perceptible, doy muestras de la satisfacción que me produce sentirme un hombre libre, que puede hace lo que desea y que se expresa y actúa de acuerdo a sus principios, al menos en la medida de sus posibilidades y siempre que las circunstancias se lo permitan.





Another brick in the wall (Pink Floyd)





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