La cuarta sinfonía de Gustav Mahler cuenta con la anecdótica singularidad de que su cuarto (y último) movimiento fue cronológicamente el primero en componerse (1892), mientras que los tres restantes (primero, segundo y tercero respectivamente) tuvieron que esperar hasta el periodo 1899 - 1901 para ser llevados al pentagrama.
El día del estreno de esta obra, el 25 de noviembre de 1901 en la ciudad de Munich, fue el propio Mahler el encargado de dirigir a la Orquesta Kaim en un acontecimiento que devino en un estrepitoso fracaso.
Pero volvamos de nuevo al cuarto movimiento ya que tiempo habrá más adelante para hablar de este decepcionante revés sufrido por el compositor.
Resulta ilustrativo señalar que antes de que Mahler concibiera su cuarta sinfonía, el cuarto movimiento de la misma ya existía en forma de un lied (canción) compuesto en 1892 y concebido como una obra independiente a la que Mahler puso por título La Vida Celestial y cuya letra recoge una canción popular bávara en la que se describen de forma ingenua los placeres de la vida celestial: Wir geniessen die himmlischen Freuden (gozamos de las alegrías celestiales). La canción está incluída en el ciclo de lieder agrupados bajo el título de Des Knaben Wunderhorn (El cuerno maravilloso del niño)
Resulta evidente que esta breve canción debió tener un gran valor para el compositor ya que inicialmente la incluyó en su tercera sinfonía como séptimo y último movimiento aunque finalmente Mahler la eliminara por considerarla demasiado inocente para erigirse como el final de una obra de tan gran magnitud como la que había alcanzado su tercera sinfonía.
Así, tras descartarla como final de la tercera, Gustav Mahler aparcó la partitura para recurrir de nuevo a ella pasados unos años utilizándola como punto de arranque (en realidad se trataba de el final) de lo que sería su cuarta sinfonía. Con ello, el compositor afrontaba el reto de sentirse obligado a componer los tres primeros movimientos en consonancia con una conclusión preexistente. El resultado de todo ello fue lo que hoy conocemos como la sinfonía mas modesta, y en cierto modo mas simple, compuesta por el autor sobre todo si la comparamos con las rotundas y consistentes segunda y tercera que la precedieron y mas todavía con las que compondría con el paso del tiempo.
La idea genérica de la cuarta sinfonía surgió como una visión de la infancia descrita por Mahler desde una óptica tan ingenua como perspicaz para, más adelante y conforme progresa la obra, dar paso a la exposición de una entrada en el Paraíso que inicialmente se insinua en los primeros tres movimientos y finalmente es mostrada plenamente (en el cuarto y último) en forma concreta y terrenal en su inicio para mas adelante quedar envuelta e investida de un halo ciertamente beatífico.
El día del estreno de esta obra, el 25 de noviembre de 1901 en la ciudad de Munich, fue el propio Mahler el encargado de dirigir a la Orquesta Kaim en un acontecimiento que devino en un estrepitoso fracaso.
Pero volvamos de nuevo al cuarto movimiento ya que tiempo habrá más adelante para hablar de este decepcionante revés sufrido por el compositor.
Resulta ilustrativo señalar que antes de que Mahler concibiera su cuarta sinfonía, el cuarto movimiento de la misma ya existía en forma de un lied (canción) compuesto en 1892 y concebido como una obra independiente a la que Mahler puso por título La Vida Celestial y cuya letra recoge una canción popular bávara en la que se describen de forma ingenua los placeres de la vida celestial: Wir geniessen die himmlischen Freuden (gozamos de las alegrías celestiales). La canción está incluída en el ciclo de lieder agrupados bajo el título de Des Knaben Wunderhorn (El cuerno maravilloso del niño)
Resulta evidente que esta breve canción debió tener un gran valor para el compositor ya que inicialmente la incluyó en su tercera sinfonía como séptimo y último movimiento aunque finalmente Mahler la eliminara por considerarla demasiado inocente para erigirse como el final de una obra de tan gran magnitud como la que había alcanzado su tercera sinfonía.
Así, tras descartarla como final de la tercera, Gustav Mahler aparcó la partitura para recurrir de nuevo a ella pasados unos años utilizándola como punto de arranque (en realidad se trataba de el final) de lo que sería su cuarta sinfonía. Con ello, el compositor afrontaba el reto de sentirse obligado a componer los tres primeros movimientos en consonancia con una conclusión preexistente. El resultado de todo ello fue lo que hoy conocemos como la sinfonía mas modesta, y en cierto modo mas simple, compuesta por el autor sobre todo si la comparamos con las rotundas y consistentes segunda y tercera que la precedieron y mas todavía con las que compondría con el paso del tiempo.
La idea genérica de la cuarta sinfonía surgió como una visión de la infancia descrita por Mahler desde una óptica tan ingenua como perspicaz para, más adelante y conforme progresa la obra, dar paso a la exposición de una entrada en el Paraíso que inicialmente se insinua en los primeros tres movimientos y finalmente es mostrada plenamente (en el cuarto y último) en forma concreta y terrenal en su inicio para mas adelante quedar envuelta e investida de un halo ciertamente beatífico.
PRIMER MOVIMIENTO
El primer movimiento es un gran Allegro que tras un comienzo en si menor da paso a cuatro flautas que al unísono anuncian, en la mayor, el Paraíso. Es de destacar la presencia, en el último tercio de este movimiento, de una estridente llamada de las trompas anticipando lo que más tarde serán las primeras notas de la fanfarria con la que da comienzo la quinta sinfonía, notas que de modo reiterativo fueron utilizadas por Mahler como llamada de atención en varios momentos de sus sinfonías tales como en el inicio de la sexta o en el burleske de la novena entre otros.
El tema principal de este movimiento (interpretado por los violines tras una breve introducción a cargo de flautas, clarinetes y cascabeles) rezuma una estudiada simplicidad y una sutileza que en cierto modo marca la tónica de lo que será el resto de la sinfonía al permitir que la simplicidad consiga penetrar de tal modo que la inocencia y una genial simpleza impregnen la música en toda su extensión.
SEGUNDO MOVIMIENTO
El segundo movimiento es un scherzo grotesco que transmite un clima frontalmente opuesto a la sutileza del movimiento anterior y en el que un violín solo, afinado casi medio tono por encima de lo que sería normal, crea un ambiente de danza diabólica que, sin embargo, resulta más bonachona que luciferina.
Según explicó el propio Mahler, con este scherzo pretendía "evocar el sonido de un violín callejero interpretando una horrorosa danza de la muerte".
TERCER MOVIMIENTO
El tercer movimiento es un pacífico, y sin embargo punzante, adagio en el que confluyen una serie de variaciones alternas (una en sol mayor y las otras en sol menor) sobre dos temas que crean un inevitable conflicto que estalla cuando el movimiento parece apagarse y sin embargo surge una grandiosa visión del Paraíso cantada en mi mayor por el tutti orquestal durante los dos últimos minutos. Se trata de un cambio decisivo que se erige como el viraje psicológico de toda la sinfonía y posibilita que el tercer movimiento finalice sobre una dominante de sol que da paso al lied del movimiento siguiente.
CUARTO MOVIMIENTO
Construído como ya se ha dicho a partir del lied "La Vida Celestial", este movimiento mantiene la tonalidad de sol mayor con la que finaliza el adagio. Una voz de soprano canta las alegría del Paraíso (ya descritas en Das Knaben Wunderhorn) desde una perspectiva mas bien terrenal: se canta, se danza bajo la indulgente mirada de San Pedro, el vino corre a raudales, los ángeles amasan el pan y los platos mas exquisitos son preparados por santa Marta en un discurso que acaba instalándose en mi mayor desde el momento en que la soprano canta la música del cielo y hasta que la obra llega a su final (suavemente, desde las profundidades de la orquesta donde las cuerdas bajas y el arpa se expresan hasta que esta música de inocencia llega a extinguirse como si muriera) con la incertidumbre y la serenidad que Mahler siempre asoció a esta tonalidad.
COMENTARIOS AL ESTRENO DE LA OBRA
Cuando la cuarta sinfonía se estrenó en Munich, en noviembre de 1901, Mahler se sintió mas ansioso e impaciente que nunca, pues hacía seis años que no se escuchaba una nueva sinfonía suya.
La obra fue muy mal acogida, sobre todo por los críticos musicales que llegaron a calificarla como "una mezcla de cosas grotescas con cómicas disonancias y bromas instrumentales".
Varios años después, en su estreno parisino en 1914, Vicent d´Indy hizo el siguiente comentario: "esta sinfonía contiene una música mas propia del Moulin Rouge que de una sala de conciertos".
Ante estas demoledoras críticas, Mahler respondió muy a su estilo afirmando que "... están tan corrompidos [los críticos] por la música programática que son incapaces de apreciar una obra, cualquiera que sea, desde un punto de vista simple y estrictamente musical".
DISCOGRAFIA RECOMENDADA
Recomendaré en esta ocasión dos grabaciones discográficas, ambas consideradas históricas y una de ellas (la de Szell) referenciada como la mejor versión de la cuarta sinfonía de Mahler según la crítica especialida.
GEORGE SZELL
THE CLEVELAND ORCHESTRA
FREDERICA VON STADE (mezzosoprano)
1965
SONY CLASSICS
THE CLEVELAND ORCHESTRA
FREDERICA VON STADE (mezzosoprano)
1965
SONY CLASSICS
BRUNO WALTER
FILARMONICA DE VIENA
HILDE GÜDEN (soprano)
Grabación en vivo de 1955
Deutsche Grammophon
FILARMONICA DE VIENA
HILDE GÜDEN (soprano)
Grabación en vivo de 1955
Deutsche Grammophon
VIDEOS
Incorporo a continuación dos videos altamente ilustrativos como aproximación a esta obra. El primero contiene el principio de la sinfonía y el segundo el lied del cuarto movimiento, ambos interpretados por la Filarmónica de Viena bajo la dirección de Leonard Bernstein.
Muy bien.
ResponderEliminarDice mi "1ª mujer" que deberias ver e incluir entre tus peliculas perferidas "Muerte en Venecia", que de Mahler...
Saludos ....de ambos.
Jumanji, de nuevo te agradezco tu comentario a mi blog.
ResponderEliminarDile a Julia que "Muerte en Veneceia" la he visto ya varias veces, sin embargo no llega a ser mi película favorita (a pesar de que esté impregnada del espiritu de Mahler por los cuatro costados) aunque si que la considero una de ellas.
Por cierto, cuando me ponga en la tarea de escribir sobre la Quinta Sinfonía no dudes que hablaré del film en cuestión (ya sabes, por aquello del Adagietto).
Tambien (probablemente) habrá un post (mucho más adelante) con un análisis de las películas relacionadas, de un modo u otro, con Gustav Mahler. ¡Lo que os queda por aguantar!
Hola, Albert!
ResponderEliminarMuchas gracias por traernos la 4a. No me había parado nunca a escucharla y gracias a tu blog lo estoy haciendo ahora mismo. Está muy bien salirse de la 1a, 2a y 5a de vez en cuando... ;-)
Un abrazo
David
Hola David
ResponderEliminarMe encanta que la cuarta haya entrado por fin en tu vida.
Como bien dices, Titán, Resurección y la Quinta han casi-monopolizado la atención de los directores y esto repercute en las audiciones domésticas.
Sigo en mi empeño y continuaré colgando más posts hasta completar el ciclo sinfónico de mahler.
¡El que avisa no es traidor!