viernes, 6 de marzo de 2009

ANALISIS DE UN ACTO FALLIDO




EL LAPSUS LINGUAE COMO ACTO FALLIDO


Según la teoría psicoanalítica, un acto fallido es cualquier forma de expresión verbal, escrita o gestual en la que el individuo manifiesta algo distinto e incluso contrario a su intención original.

El término acto fallido fue introducido por Sigmund Freud y distingue varias modalidades según las cuales puede llegar a manifestarse.
A saber: lapsus verbales (lapsus linguae); errores en el curso de una lectura; equívocos involuntarios en la escritura (lapsus calami); determinadas gesticulaciones que contradicen la intencionalidad de lo que se está expresando verbalmente; algunas lagunas mentales (olvido de nombres), pérdida de objetos u olvido de propósitos (ej. olvidar una cita concertada)...

En su Psicología de la vida cotidiana, Freud interpretó estos actos como el modo en que se manifiesta y aflora algo que hasta entonces permanecía oculto y reprimido en el inconsciente y que acaece sobre todo en determinadas situaciones de estrés o ansiedad en las que la instancia del superyó se relaja como consecuencia de la fatiga y deja de ejercer (momentáneamente) como un severo y censor código moral aprendido de los padres.

En cierto modo, y generalizando intencionadamente, podríamos aseverar que es a través de un acto fallido como se manifiesta y se hace consciente un deseo hasta entonces reprimido.









CASO PRÁCTICO DE LAPSUS LINGUAE



El pasado tres de marzo del año en curso, el presidente del gobierno español José Luis Rodríguez Zapatero fue víctima de una mala jugada de su subconsciente justo cuando - probablemente - atravesaba un mal momento que - tal vez - le generaba una gran carga de estrés y ansiedad.

Fue algo que ocurrió durante un acto público de repercusión internacional en el que Rodríguez Zapatero disertaba acerca de las excelentes relaciones entre entre Rusia y España en presencia de su homólogo ruso el presidente Dimitri Medvédev.

Zapatero, como siempre artificiosamente envarado y rígido debido a su permanente esfuerzo por mantener en sintonía la seriedad institucional que se le presupone y la frescura idealista ("no nos falles Zapatero") que le retiene secuestrado en un limbo cada vez más alejado del mundo real, afirmó con pomposa contundencia que, habida cuenta del casi medio millón de españoles que habían viajado a Rusia durante el último año, el tratado que ambos mandatarios acababan de firmar serviría "... para estimular, para favorecer y para follar...", algo que de inmediato corrigió por "... para apoyar..."

No me cabe la menor duda de que José Luis Rodríguez Zapatero fue víctima de un acto fallido que, analizado desde la disciplina psicoanalítica, se manifiesta como consecuencia de una tensión interna o tal vez de una falta de atención al acto en el que participaba y que hizo que emergiera un deseo que el superyó del presidente español mantenía reprimido.

Casi de inmediato, tras conocer la noticia, que fue ampliamente difundida por todos los medios de comunicación, no pude menos que plantearme una serie de cuestiones.

¿Es posible que Zapatero, como consecuencia de la cálida temperatura ambiental del Palacio de la Moncloa, pudiera evocar de pronto el contrastante recuerdo de los fríos inviernos de su niñez y juventud en tierras leonesas?

¿Se desencadenó, tal vez, en su mente una asociación de ideas que le trasladaron mentalmente desde su añorado y frío León natal hasta las heladas calles de Moscú?

¿Rememoró quizás el presidente la imágen de una joven y hermosa mujer eslava de rubio cabello y tez sonrosada que con un ajustado atuendo deportivo exhibía sus habilidades gimnásticas en una demostración deportiva olímpica?

¿Emergió, de modo súbito y hasta alcanzar el plano de lo consciente, algún olvidado y lúdico icono gestado en sus fantasías de adolescencia?

¿Estaba manifestando Zapatero, sin cortapisas y casi a gritos, una acuciante y reprimida necesidad?


Resulta interesante reparar en un detalle harto significativo.

La palabra apoyar (la misma que indujo al Zapatero a su acto fallido) es un infinitivo que encierra en su interior un fonema de claras connotaciones sexuales tan fácil de identificar como fácil resulta sustraerle la primera vocal y la última consonante.







ALGUNAS REFLEXIONES A MODO DE CONCLUSION



Presidente Zapatero:

Como profesional de la salud en general y de la salud mental en particular, quisiera hacerle llegar mi ofrecimiento de poder mantener con usted una larga conversación que sin duda le resultaría altamente provechosa y fructífera.

Pongo a su disposición el diván de mi consulta y dejo abierta y a su disposición mi agenda de citas que queda supeditada a la suya, sin duda mucho más abultada y llena de ineludibles compromisos que la mía.

Hasta que llegue el momento de nuestro encuentro no puedo más que recomendarle encarecidamente que conceda unas prolongadas vacaciones a su estricto y disciplinado superyó.

Relájese señor Zapatero y permita que las pulsiones que emanan de su ello afloren libremente desde el subconsciente. Concédales la oportunidad de que puedan convertirse en actos no fallidos a los que, sin duda, tiene usted tanto derecho como cualquiera de los mortales.

Voy a ofrecerle un buen consejo (profesional, por supuesto) que con toda seguridad le ayudará a aliviar las tensiones y la incuestionable ansiedad que sin duda le atenaza por las presiones inherentes a la responsabilidad de su cargo:

folle tanto como pueda
y hágalo tantas veces como le apetezca
pues tal vez el beneficio que le reporte
pueda hacerse extensivo a todos los ciudadanos para los que gobierna.

Suyo afectísimo.

ASM.



2 comentarios:

  1. Muy interesante, la verdad es que le has sacado bastante punta a ese 'acto fallido'... Ha quedado muy divertido, aunque yo me decanto más por la opción de los efectos del Jet-Lag sobre ZP... :P

    Un saludo!

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  2. ¡Qué bueno, Alberto! Sin duda muy divertido. Vamos a aprender mucho todos con tu blog. Un saludo y ¡Buena singladura!

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