Estoy de acuerdo con que se condenen ciertas actuaciones como la
venta de armas por parte de Occidente a los países implicados en conflictos que
propician el terrorismo islámico, pero no comparto que ésta ni otras circunstancias
se utilicen para justificar los atentados yihadistas por quienes, queriendo
parecer políticamente correctos, los contemplan únicamente como la consecuencia
de intervenciones desacertadas por parte del mundo occidental y no como lo que
es: una manifestación de la maldad basada en el terror y dirigida destruir a ciertos gobiernos y a un modelo
de sociedad.
Exculpar el terrorismo enfatizando en sus causas sociopolíticas
más que en la violencia en si es enmascarar la realidad. Con frecuencia, muchos
hipócritas obsesionados por parecer políticamente correctos, silencian lo que
en verdad piensan y ocultan su dicotomía moral respecto a temas tan delicados
como la inmigración o el terrorismo. Quienes así actúan, se pierden en ambiguas
argumentaciones y evitan afrontar una realidad incómoda por miedo a ser
tildados de islamófobos.
Si bien es cierto que el comportamiento de Occidente es nefasto
al propiciar el terrorismo a través del negocio de las armas, también lo es que
la sociedad occidental sufre una epidemia de barbarie que hace más probable
morir en una masacre o un asesinato como los que cada día se producen en Estados
Unidos o Brasil, que no en un atentado yihadista como el reciente de Bruselas. También es un
hecho que
nuestro democrático sistema ha creado unos horribles monstruos a los que ha
alimentado invirtiendo millones de dólares en armarlos y entrenarlos para luego
dejarlos sueltos y sufrir las consecuencias de su barbarie. Sin
embargo, nada de esto debe servir para justificar el terrorismo, al menos no con la ligereza que lo hacen algunos neoprogres que, en su afán
por defender los derechos del mundo musulmán, responsabilizan a los estados
occidentales de los atentados islamistas casi más que a los terroristas que los
perpetran.
Se da también contradicción de que algunos farsantes con moral
de doble rasero, apoyan la integración de los musulmanes en nuestra sociedad
pasando de puntillas sobre la lucha antiterrorista mientras, en su fuero
interno, nada les incomodaría más que una colonia musulmana –con todas las
consecuencias sociales, culturales y religiosas que esto implica– se instalara
en su barrio.
En lo
referente al terrorismo, hay sectores de la derecha que propician la xenofobia
aprovechando la sensibilidad ciudadana que se produce tras un atentado. Por
otro lado, a algunos radicales de izquierdas les cuesta condenar las
actuaciones terroristas por no parecer xenófobos. Hay mucha confusión tanto en
lo referente al terrorismo como la actitud a adoptar ante la inmigración, temas
muy delicados que deberían ser afrontados con naturalidad, valentía,
raciocinio, un inmenso respeto exigible a ambas partes (tolerancia a unos y
voluntad de adaptación al país que los acoge a los otros) y siempre preservando
los derechos humanos para conseguir que la inevitable barrera de la diferencia
cultural no impida una convivencia pacífica.
Alberto
Soler Montagud
Médico y escritor
Médico y escritor
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