martes, 26 de marzo de 2013

EL CATOLICISMO: UNA FRANQUICIA QUE NO FUNDÓ JESUCRISTO









Muchas veces he censurado que la Iglesia católica utilice su estatus para imponer a la sociedad española sus modelos –de familia, de educación y tantos otros– en un ansia de convertirse en paladín custodio de la moral de los ciudadanos. Sin embargo, en mi artículo de esta semana –santa por cierto– voy a ser yo quien, por una vez, se inmiscuya en la teología y quien opine sobre del cristianismo, tal y como los obispos hacen, un día sí y otro también, al entremeterse en los asuntos del César cuando deberían limitarse a darle a Dios lo que es de Dios. ¿O es que acaso no tengo derecho a hablar de religión en un foro político tal cual ellos hacen cuando interfieren en la vida política desde púlpitos y medios de comunicación?



No hubo cristianismo antes de Pablo

Siempre he considerado al cristianismo –y en especial al catolicismo– como una especie de franquicia; una multinacional implantada en los cinco continentes que probablemente no fue fundada por Jesucristo, sino por un tal Saulo de Tarso, hijo de padres judíos quien cambió su nombre por el romano de Pablo cuando, después de haber sido sumo sacerdote judío y perseguir encarnizadamente a los seguidores de Jesús por herejes, se convirtió (y hasta inventó) a una nueva religión que aún nadie había fundado.
Consideremos que en el judaísmo del siglo I, convivían muchas tendencias entre las cuales, además de las corrientes ortodoxas, había otras heterodoxas entre las que estaban los primitivos cristianos, un grupo que aun carecía de una doctrina unificada hasta que, tres siglos después, el emperador Constantino la impusiera.


El cristianismo es una franquicia

Analizado en frío, a la luz del Nuevo Testamento y con la mayor objetividad posible, descubrimos que Pablo fue un hábil estratega, un genio de la logística que pasó a convertirse de perseguidor en converso tras 'captar' algunas ideas de Jesús de Nazaret (a quien nunca conoció, aunque sostuviera haber sido elegido 'directamente' por él) y propagarlas en demarcaciones geográficas cada vez más lejanas, creando congregaciones que, a modo de franquicias (Filipo, Tesalónica, Corinto...), formaron una red de comunidades en la cuenca mediterránea, que Pablo controlaba a través de cartas (o epístolas) que aun hoy son leídas en las iglesias cristianas.

La conquista de Roma

Pablo llevó a cabo una operación de marketing impecable que culminó con la 'invasión' ideológica de Roma, una ciudad a la que acudieron tanto Pedro (este sí que conoció a Jesús y fue su discípulo además de apóstol) como él, para  transformar el paganismo allí imperante en el cristianismo que Constantino oficializó y legalizó en el año 313.





Como consecuencia de esta colonización cristianizadora (por llamarla de algún modo, pues aun no había evangelios ni el cristianismo existía como tal), fueron cristianizándose fiestas hasta entonces paganas (como puede comprobarse comparando un calendario actual con las festividades de la Roma precristiana así como como las de otras religiones paganas) y se impuso una nueva religión (que hoy conocemos como cristianismo) inventada por un perseguidor de seguidores de las enseñanzas de Jesús de Nazaret que un día, de camino a Damasco cayó de su caballo cuando vio la luz.


Hoy, Jesús repudiaría el catolicismo oficialista

Hay cuestiones que es casi imposible no plantearse:

¿Si en algún momento Jesús pensó en fundar una religión diferente a la que conoció de pequeño y  aprendió de sus padres –lo que parece improbable, pues nunca dijo nada de abandonar el judaísmo y solo propuso reformas– no habría dado instrucciones precisas al respecto? ¿Y si las hubiera dado, habría pensado en una Iglesia organizada tal y como lo está el catolicismo actual?

¿Fue Jesús o fue Pablo el responsable de que cristianismo primitivo se separara de sus raíces judías primigenias? ¿Realmente hay pruebas de que Jesús fundara una religión y una Iglesia?

La respuesta a la última pregunta apunta a un no rotundo, sin embargo, los teólogos cristianos fundamentan que Jesús fundó el cristianismo basándose (los católicos papistas) en que le dijo a Pedro: “…sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

No obstante, la opinión de muchos teólogos y la simple y atenta lectura de los evangelios, informa de que aquello que Jesús entendía por cómo y donde adorar a Dios difería en la forma y en la esencia de lo que hoy se practica en el cristianismo.

Para Jesús, los seguidores de la nueva ‘religión’ no tenían necesidad de rendir culto a Dios en iglesias, templos y catedrales faraónicas, sino dentro de sí mismos, al Dios que habita en el corazón de las personas y no en la oscuridad, hipócrita e incoherente de la magnificencia de los templos.


Colofón

Planteémonos nuevas preguntas a modo de colofón:

¿Qué pretendía Jesús al rodearse de un puñado de hombres y mujeres, gente sencilla, muchas veces pobres de solemnidad, marginados por el sistema, ante los que predicó y criticó muchos aspectos de la religión judaica de su tiempo?

¿Tal vez los que predicaba Jesús era lo mismo que hoy reclaman los teólogos progresistas del catolicismo que el Vaticano abomina furibundamente?

Como ven ustedes, señores obispos, también quienes solemos hablar y escribir de política, podemos adentrarnos en los recovecos de la teología, e incluso dar nuestra opinión. Es lo que hoy he hecho, aunque al final me llegue a plantear una duda: ¿Habré hablado de política, pese a todo, al expresarme como lo he hecho en este artículo que ahora concluyo?


Alberto Soler Montagud

miércoles, 20 de marzo de 2013

¿SON SINCEROS LOS GESTOS DEL PAPA FRANCISCO O ES PURO TEATRO POPULISTA?








Me cuesta ser ecuánime al pronunciarme sobre el nuevo Papa sin sentirme manipulado por los sectores ideológicos que dirigen la opinión tanto a favor como en contra del nuevo Pontífice. A título personal, el nombramiento del Papa Jorge Mario Bergoglio me ha planteado un serio dilema siendo que, por mi laicismo, me siento impelido a no seguirle el juego a una noticia a la que se ha conferido –sobre todo en nuestro país– una importancia exagerada, habida cuenta de que el Papa es un líder religioso como tantos otros y, en todo caso, un jefe de Estado (del país más pequeño del mundo) a quien no debería dársele mas cobertura informativa que la que reciben los mandatarios de Liechtenstein, Andorra, San Marino o Malta por poner ejemplos de países de reducidas dimensiones. 

Sin embargo –y este es mi dilema– algo dentro de mi querría que este nuevo Papa fuera como Kiril I, el protagonista de la novela de Morris West  “Las sandalias del Pescador” y consiguiera dar un giro al catolicismo. Fuera capaz de rebelarse contra lo que detesto de la política vaticana. Se posicionara con hechos al lado de los pobres y –como hizo aquél Papa de ficción–, se quitara la tiara en un gesto de humildad y anunciara la enajenación de los bienes materiales de la Iglesia para paliar la hambruna del mundo.


La cara del nuevo Papa

Reconozco que cuando el nuevo Papa salió al balcón de la basílica de San Pedro llevando una cruz pectoral de hierro colgada al cuello (la que siempre utiliza y no una de oro) y sin la abigarrada estola con la que hicieron su primera aparición sus predecesores, casi creí que lña predisposición de este hombre a hacer cambios y luchar contra la pobreza pudieran ser sinceras.

Me gustó que pidiera a sus colaboradores que le enviaran desde Buenos Aires su vieja agenda en la que guarda sus notas y citas, los teléfonos y las fechas de cumpleaños de sus familiares y amigos (al parecer, nunca ha tenido secretario), y también que reclamara algo tan mundano como sus zapatos, unos zapatos normales y usados que hoy resuenan por los pasillos del vaticano contrastando con los exclusivos modelos de Prada color rojo que calzaba el Papa anterior.




He simpatizado con anécdotas –que los medios afines al catolicismo han propagado a los cuatro vientos– como que Bergoglio vivera en una modesta habitación en Buenos Aires y no en el palacio arzobispal. Que viajara en metro y que, siendo ya Papa, acudiera a su hotel en Roma para recoger sus cosas y pagar la cuenta como haría un mortal normal como en realidad es. Se trata de una serie de actuaciones normales que me cuesta imaginar, por ejemplo, extrapoladas a un prelado como Rouco Varela.


La cruz de la moneda

Sin embargo, y simultáneamente a estas noticias, que he recibido con la debida cautela, han surgido otras que me han puesto en guardia incitándome a escudriñar en las hemerotecas para formarme una opinión veraz  acerca de quien es Jorge Mario Bergoglio

El primer punto oscuro en sus antecedentes me llegó a través de un periodista argentino (Horacio Verbistky, antiguo guerrillero montonero) y su denuncia de una presunta complicidad del Papa Francisco con la dictadura argentina. Según Verbistky, hace treinta y siete años, siendo Bergoglio el sacerdote superior de los jesuitas argentinos, habría estado implicado en el secuestro de dos curas de su orden y habría seguido un doble juego al decir que los ayudó cuando en realidad los había denunciado.

También, a través de varios medios, he hallado críticas al papa Francisco porque, siendo arzobispo de Buenos Aires, se enfrentara al gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando se aprobaron las leyes de matrimonio homosexual y de identidad de género.

Del mismo modo han llegado a mi conocimiento las reprobaciones que al Pontífice se le hacen desde distintos medios y sectores por sus posturas contrarias al aborto, al uso de preservativos o por su posicionamiento crítico frente al comunismo.


¿Un nuevo populismo vaticanista al estilo peronista?

No descarto que estemos ante un show de gestos y buenas intenciones diseñado por expertos en comunicación destinado a vender la imagen de un Papa que ama a los pobres cuando lo cierto es que encabeza una institución con mil doscientos millones de seguidores entre los que, ademas de pobres y gente normal, hay también millonarios, presidentes de naciones, reyes y también conocidos delincuentes que poca caridad muestran en sus dádivas. Una organización anclada en el pasado cuya estructura funciona como una empresa o máquina de generar riquezas para que el Papa y casi todos los cardenales, obispos o monseñores, vivan en la opulencia y en el disfrute de unos privilegios sociales y hasta tributarios como los que el catolicismo detenta en España.

No descarto que la imagen de proximidad y de normalidad que se quiere ofrecer de este Papa no sea mas que una maniobra demagógica (incluso ajena a su conocimiento) equiparable a un peronismo vaticanista dirigido a captar a los descamisados del cristianismo que simpatizan con las comunidades de base que, basadas en la teología de la liberación, luchan al lado de los pobres en barrios y pueblos de países no necesariamente tercermundistas.


Reflexiones finales

Desde mi escepticismo crítico, soy consciente de que no debería influirme que el Papa Bergoglio sea jesuita, la orden que –junto a los franciscanos– más influyó durante la Contrarreforma en la transformación ‘desde dentro’ de la Iglesia.

Tampoco tendría que inclinar mi balanza a favor de del nuevo Papa la circunstancia de que en el Opus Dei estén contrariados por su elección y, quien sabe, si metiendo a toda prisa documentos en las trituradoras de papel para no dejar rastro de ciertas opacidades en la gestiones vaticanas.

No quisiera que el anticomunismo manifiesto de Bergoglio o su postura contraria a la teología de la liberación, fueran perdonadas por sus críticas al populismo del gobierno Kirchner (que según el nuevo Papa consiste en “una política seductora a los oídos pero ineficiente por condenar a la sociedad a la pobreza”) o su rechazo a las ideas neoliberales a las que responsabiliza de la actual crisis socio-económica, dos opiniones que comparto.


Colofón

Bergoglio dice luchar contra la pobreza pero aun no ha aportado una sola idea más allá de sus buenas intenciones y tal vez nunca lo haga, entre otras cosas porque no le dejen hacerlo. 

Es base a lo expuesto, vuelvo al principio y me reafirmo en la idea de que me cuesta ser ecuánime al pronunciarme sobre este Papa y también, que no acabo de entender el porque me agradan sus gestos y maneras cuando estas apuntan en contra de los aspectos que tanto censuro a la jerarquía católica.

Solo el tiempo y la forma de ejercer el papado por parte de este presunto heredero de San Pedro nos aproximarán a la verdad que nos sea permitido conocer. Sí, ya lo sé, he empleado el término 'presunto' y lo he hecho conscientemente, pero detenerme a razonar el por qué me apartaría de mi intención al escribir este artículo que, por ahora, prefiero dar por concluido con este párrafo. 


Alberto Soler Montagud

lunes, 11 de marzo de 2013

DIGÁMOSLO CLARO: ESTO HA LLEGADO AL LÍMITE









El affaire de Ponferrada con la moción de censura pactada entre ediles del PSOE y el exalcalde popular Ismael Álvarez, condenado en 2002 por acoso sexual, es una gota más que colma en el vaso de la paciencia de quienes están hartos de las aberraciones en el ámbito político de este denostado país, la mala praxis de políticos movidos por dudosos intereses y las actitudes prepotentes o incalificables como el pulso que mantiene el PP con Luís Bárcenas sin que nadie en el partido (y aun menos en el Gobierno) se atreva a llamar a las cosas por su nombre y reconocer que su exsecretario les está chuleando y chantajeando mientras ellos actúan con la cautela propia de quien siente miedo.
Y es que, la cadena de acontecimientos iniciada en 2009 con la trama Gürtel sigue sorprendiéndonos cada día –a quien esto escribe ya le cansa– con unas noticias más y más kafkianas que nos hacen sentir en las manos de delincuentes de cuello blanco y Rolex de oro en la muñeca contra los que nada se puede –nada se sabe, nada se quiere– hacer para restituir la dignidad que el país y la sociedad en general ha perdido como consecuencia de la corrupción.


España convertida en un hazmerreír internacional

España se ha convertido en un esperpento de cara a la opinión pública internacional. Quienes están en la cúpula del tinglado que es el poder político, no dicen mas que tonterías y ambigüedades sin explicar razonadamente cuestiones tan simples como por qué un individuo como Luis Bárcenas ha podido enriquecerse tanto y en tan poco tiempo.

La situación rebasa los límites del surrealismo y deja desnudo y al descubierto a un pobre Mariano Rajoy, devaluado y presto a obedecer ordenes de Alemania mientras lleva como puede el miedo que siente ante quien fuera el presunto testaferro de su partido.

Es evidente un progresivo deterioro de las instituciones públicas. Hasta en la monarquía nos encontramos con un Rey díscolo –aunque arrepentido– enfrentado a un yerno desmandado y ambicioso que tiene en jaque a un monarca que, no lo olvidemos, es un hombre de carne y hueso al que, inconcebiblemente,  la Constitución le confiere una anacrónica y medieval inmunidad que al parecer ha hecho extensiva a una de sus hijas, la no imputada Cristina.


Es necesaria una sociedad civil comprometida
La situación global (las peores cifras de paro jamás imaginadas, recortes drásticos en el estado de bienestar, desaparición progresiva de las clases medias, desahucios, suicidos…) ha llegado a unas cotas de alarma social tal altas que se impone la necesidad de una sociedad civil comprometida que deposite su confianza en una clase política que sea capaz de acabar con la corrupción y adoptar medidas valientes que –por poner un ejemplo– beneficien a quienes son desahuciados de sus casas por culpa de la crisis en lugar de inyectar capital a quienes crearon la debacle y encima los desahucian.




Ni los partidos actuales ni los políticos que forman parte de ellos parece que sean los más adecuados para sacar a los españoles del agujero negro en que ha caído el país. Al menos no si perseveran en su actual modo de actuar. Hay quien aboga porque surjan nuevos partidos, aunque tal vez sería más simple que se reconstituyeran los ya existente y se diera paso a una nueva generación de políticos profesionales, honestos y sensibilizados con lo que ocurre en el mundo real.

Son necesarios nuevos políticos y nuevas formas de hacer política
Son necesarios políticos de nueva casta, políticos de vocación que no consideren su beneficio personal como un objetivo prioritario. Unos políticos valientes que se atrevan a luchar contra la corrupción y las injusticias sociales. Que, por supuesto, estén bien pagados pero no de un modo desproporcionado. Se deberían establecer para ello unos topes tanto en el ‘suelo’ como en el ‘techo’ de sus salarios a fin de que nadie entrara en la política para enriquecerse ni tampoco la gestión pública se perdiera a un buen profesional por no poder pagarle de acuerdo a su valía. El beneficio de pagar bien a un político redunda en un provecho para la sociedad, mientras que pagarle desorbitadamente o permitir que se enriquezca delinquiendo, desestabiliza y denigra el sistema.

Incompatibilidad absoluta entre lo público y lo privado en los políticos
Sería necesaria una incompatibilidad absoluta –y hasta vitalicia como en algunos países– entre lo público y lo privado de tal modo que, al dejar la política, se impidiera a quien la ejerció que se relacione con el ámbito privado (y no como ahora que a los salientes se les regalan cargos en empresas tipo Endesa, Telefónica o también en entidades financieras). Podrían incluso pactarse retribuciones complementarias vitalicias para quienes dejen la política a cambio de que no se vinculen en su futuro profesional con empresas que guarden relación con sus antiguas competencias en la gestión pública. Estos planeamientos, que escandalizarán a muchos, son a larga ética y económicamente rentables. Mas bien, muy rentables.

Políticos que asuman sus responsabilidades
Debería exigirse a los políticos que asumieran las responsabilidades inherente a sus actuaciones (tanto éticas como civiles y penales) de tal modo que si incumplen sus promesas electorales (a las que debería conferirse un valor contractual), prevarican o quebrantan cualquier ley, la justicia les investigue ipso facto –sin aforamientos ni prebendas inherentes a su condición– y los aparte de su cargo hasta que se demuestre su culpabilidad o inocencia tal cual sucede cuando se sospecha que un policía pueda ser corrupto y se le aparta del servicio mientras es investigado.

Urge una respuesta colectiva de la ciudadanía
Siendo que no parece haber un sistema mejor que la democracia, deberíamos impedir que este sistema se deteriore, se desarticule y hasta se descomponga como ocurre con la corrupción que afecta a nuestro país, un país que no es corrupto en su esencia sino solo víctima de la corrupción de algunos de sus políticos, empresarios, financieros y hasta ciudadanos de poca monta.
Además de quejarse y rasgarse las vestiduras en tertulias de barra de bar y acudir a manifestaciones para  gritar contra la corrupción y los recortes, los ciudadanos, en vez de volver a sus casas y esperar a que otros resuelvan sus problemas, deberían unirse en una respuesta colectiva en forma de participación activa en organizaciones representativas donde sea posible dar cauce a sus reivindicaciones. 

Si esto fuera así, las cúpulas de los partidos, el comportamiento de los políticos, la utilidad de los sindicatos, la relación del mundo empresarial con los trabajadores y hasta la banca cambiarían radicalmente en su forma de actuar. Y los beneficiados serían quienes ahora más sufren las consecuencias de la crisis.
Que nadie lo dude.

Alberto Soler Montagud

lunes, 4 de marzo de 2013

ONANISMO Y RES PÚBLICA, UNA CURIOSA MIXTURA








El pasado verano, Olvido Hormigos, concejala de un pequeño pueblo toledano, salió del anonimato tras difundirse un video en el que aparecía masturbándose y que justificó como un regalo para su esposo aunque luego reconociera haberlo grabado para su amante, el portero de un equipo de fútbol de Primera Autonómica Preferente

Tras denunciar la concejala Hormigos al alcalde de Los Yébenes por haber difundido el video en connivencia con el futbolista, se produjo un Fuenteovejuna en defensa de la edil y adaptado a los tiempos Internet, con hashtags del tipo #yotambienmemasturbo  y #olvidonodimitas escritos por Esperanza Aguirre, Elena Valenciano y decenas de miles de personajes públicos y desconocidos.


                                                     



La metamorfosis de Olvido

Conforme se enfrió la noticia, la concejala siguió en Los Yébenes, dio la cara, salió a la calle y acudió a los plenos municipales aunque manteniéndose en un segundo plano e intentando recuperar la normalidad de una estabilidad familiar que a punto estuvo de desmoronarse. Sin embargo, su empeño de llevar una  “vida normal” junto a su esposo e hijos se fue al traste al iniciar una turné televisiva por magazines matinales (es de suponer que cobrando) para contar su experiencia. Olvido habló por los codos y dejó entrever que no fue su esposo el destinatario del video erótico (“mi marido lo ha pasado fatal, pero ha estado conmigo desde el primer minuto y valoro muchísimo lo que está haciendo”)  sino una persona en quien “confié –fue un error, un desliz”– y que me dio su palabra de que no lo iba a difundir”.





                                                



“Mira quien salta”

Las ansias de satisfacer un ego voraz y de hacer caja fácil, han acabado por mostrar a Olvido Hormigos tal cual es y la han hecho acabar en un reality-show televisivo (“Mira quien salta”) donde se deja ver en bañador junto a personajes de la talla de Lidia Lozano, Víctor Janeiro, Beatriz Trapote y Raquel Mosquera, poniendo de manifiesto que los caminos de la política son inescrutables.

La edil de Los Yébenes asegura ser capaz de compaginar la política municipal con su aventura televisiva (“por mi, hubiera seguido en el ayuntamiento”) sin embargo, ha optado por ha dimitir “porque me han dicho que al venir al concurso perjudicaba al partido y en el PSOE no ve bien que esté en el programa”.






                                                  


Epidemia de descomposición social en políticos y politiquillos

Con esta nueva muestra de la ética y  principios que rigen en la clase política española, comprobamos las variopintos manifestaciones de la epidemia que afecta a políticos y politiquillos y repercute en una descomposición de la sociedad al crear un estado de envilecimiento que puede ser irreversible si no se reacciona pronto y bien. 

En este contexto la señora Hormigos, tras vender una imágen de víctima inocente de una conspiración, de una mujer íntegra y valiente que no quiso dimitir pese a las vejaciones que sufría, ha mostrado su proclividad a la fama fácil y fútil así como su desprecio al compromiso que adquirió con quienes la votaron, la hicieron concejala y la apoyaron al creerla víctima de una conspiración.


La política española se retrata, de nuevo

Sin embargo, a Olvido Hormigos se le ha visto fácilmente el plumero. 

Además, en su caso, a su partido no le ha sido difícil pedirle la dimisión por su participación en un show televisivo. 

¿Por qué entonces este y otros partidos no actúan de igual modo con presuntos implicados en asuntos más graves, por muy presidentes autonómicos que sean o por muy ministros que hayan sido?  
¿Tanto cuesta pedirle a un político que se aparte de su cargo, de modo cautelar, mientras se dirime su culpabilidad o inocencia? 

Ni mucho menos se trata de cuestionar la presunción de inocencia sino solo un ejercicio de lógica racional, tal cual se hace –por ejemplo–con los policías a quienes se les separa de su puesto cuando son investigados por recaer sobre ellos una sospecha o una acusación.


Prefiero a Olvido Hormigos que a un secretario corrupto o un chorizo de sangre azul

Puestos a elegir entre lo malo y lo peor, me quedo con la exconcejala de Los Yébenes porque –al menos que se sepa– esta señora no ha cometido fraude económico alguno ni tiene que devolver millones procedentes de las arcas públicas o de prevaricaciones inherentes a su cargo político.
La prefiero a ella antes que a los barcenas, urdangarines, matas y matos de cualquier pelaje, partido y condición social ya que,  el hecho de que a la guapa señora le encante lucir palmito y le guste el dinero que pagan en la televisión más que a un tonto un palote (o más que un sueldo de concejala de pueblo), no le hacen daño a nadie ni quebrantan nada más que su prestigio aunque, eso sí, también el prestigio de quienes se dedican a la res publica, y hay mucha gente honrada y con un elevado sentido de la ética dedicada a estos menesteres.

Por cierto: ¿dónde están los buenos políticos que de verdad necesitamos?


Reflexión de despedida

Se impone una reforma drástica y profunda de las instituciones públicas y una limpieza de quienes desempeñan actividades políticas en este santo país.

Es necesaria una regeneración, a todos los niveles, que elimine cualquier sombra duda sobre la honradez y la ética de los servidores públicos, desde el más humilde concejal hasta el Jefe del Estado.

Pero:

¿Son los políticos actuales los más adecuados para llevar a cabo una regeneración de tal magnitud, siendo que son parte de las estructuras que hay que reconstituir hasta conseguir que las instituciones brillen de un modo tan intenso y profundo como lo fueron los suspiros de placer del polémico vídeo mencionado en este artículo?


Alberto Soler Montagud




Res publica es una expresión del latín que significa literalmente 
“cosa pública” y su uso se vincula generalmente con los 
conceptos actuales de sector público y Estado y 
los tradicionales de bien común y procomún.