No
considero que las respuestas actuales del PSOE y del PP a las acuciantes demandas
de la población les conviertan en unas opciones válidas de cara a un futuro
inmediato. De entrada, no confío en ellos por las cualidades que adolecen
muchos de sus políticos. Y no me refiero sólo a la honradez, a la ética o a que
concedan mas importancia a su interés privado que al público (no todos,
afortunadamente) sino por su aparente desconexión con la realidad y la apremiante
necesidad de que actúen con la ilusión de un idealista y no conviertan las
tareas políticas en una profesión que les desmotive por tener asegurados sus buenos
sueldos y sus puestos de diputados o senadores, ganen o pierdan las elecciones.
Estamos a años luz de las democracias consolidadas
Siento
envidia al contemplar algunas democracias consolidadas como la norteamericana
(con todos sus defectos) donde un presidente demócrata puede designar a un
secretario de estado de economía (cargo equivalente a nuestro ministro) del
partido republicano, sólo por considerarlo la persona adecuada y sin que nadie
se escandalice. Y mientras tanto, en España, en medio una crisis galopante por
la que nos han recortado hasta la ilusión (uno de los peores recortes que
podían hacer a los contribuyentes), el PSOE y el PP se muestran tan cerriles que
no ceden un ápice de razón (razón de raciocinio) que les permita ponerse a trabajar
conjuntamente.
Terror a perder el chollo del bipartidismo
Ambos
partidos, tras engañarnos los unos ensalzando su centrismo cuando son derecha pura
(ahora sí que lo dicen) y los otros proclamándose como la única y verdadera
izquierda, parecen sólo coincidir si ven peligrar el chollo del bipartidismo por
la amenaza de unos tripartitos que incluyan a nuevas minorías presumiblemente más
difíciles de convencer que aquellos nacionalismos de antaño con quienes
hablaban catalán o vasco en la intimidad de sus interesadas desvergüenzas.
O grandes cambios o gran catástrofe
Si no
se operan cambios grandes en estos partidos grandes (con ínfulas de grandes partidos y defectos de pequeños
grupúsculos) y no se modifica la ley electoral o no se afrontan las reformas de
una Constitución que debería ser contemplada como una plastilina multicolor, moldeable en
función de las necesidades del siglo XXI y no aferrada a las de aquella
democracia que estaba en pañales cuando fue redactada; si todo esto no sucede
bien y pronto, esta España que a tantos nos duele, podría retroceder décadas y
décadas en el túnel del tiempo para regocijo de las minorías vinculadas al
conservadurismo que históricamente se enriquecen cuando los pobres atraviesan
sus crisis.
Si mañana hubieran elecciones no votaría al PP
Si
mañana hubieran elecciones, puedo prometer y prometo que no sería al PP a quien
encomendara la restauración del estado de bienestar perdido. Por razones obvias
y porque son ellos quienes se lo están cargando. No obstante, si por un arrebato
inopinado sintiera de pronto la tentación de votar a la derecha, sólo lo haría
si se dieran una serie de supuestos como que los conservadores dejara de pronto
de beneficiar a los poderes fácticos –sobre todo económicos– en perjuicio de la
necesidades de los grupos sociales más desvalidos. Sólo votaría a la derecha
cuando dejara de engañar a las clases desprotegidas con promesas populistas
hechas desde la opulencia de unos políticos que al grito del “somos el partido
del pueblo” se muestran tan alienados que podrían privatizar incluso por la
leche de las madres lactante. Votaría a la derecha con la condición de que ésta
dejara de hacer proselitismo del catolicismo desde escuelas y organismos
oficiales y cuando de una vez por todas renunciara a imponer los modelos
sociales, culturales y familiares que esta religión les exige.
Si mañana hubieran elecciones no votaría al PSOE
Pero
que nadie en el PSOE diga albricias ni piense que tiene asegurado mi voto. Pues
tampoco les votaría mañana hasta que se produjera una renovación y un saneamiento
de su cúpula. Hasta que atisbara un gesto de progresismo y las viejas glorias
socialistas accedieran a las primarias que las juventudes y militantes desencantados
les exigen. Hasta que la oposición que ahora ejercen dejara de ser tan pasiva,
inoperante y apenas perceptible. Hasta que su actitud ante los ERE no fuera un
calco argumentario a la del PP cuando se pronunciaba sobre la trama Gürtel o
los inicios del caso Bárcenas. Hasta que se permitiera acceder a primera línea
a políticos (hoy arrinconados en cargos irrelevantes) que aporten una savia fresca
y nutriente que restaure la ilusión perdida y aporte algo parecido a la
esperanza que millones de españoles sintieron en 1982, los mismos que hoy son
presa del desencanto.
Sin
embargo, y con total seguridad, tengan todos por cierto que no votaría a un
partido con atisbos de populismo encubierto ni caería en el error de ejercer la
rabieta/ castigo de abstenerme o bien emitir un voto en blanco o nulo.
¿Qué
es lo que haría entonces si mañana hubieran elecciones?
Creo
que no necesito ser más explicito. Decir a quien votaría sería hacer
proselitismo de un partido al que no pertenezco (no pertenezco ni perteneceré
nunca a ninguno por una extraña alergia a los carnets) y no es esta mi
intención, sino sólo compartir mis reflexiones con quien me concede el honor de
leer lo que escribo. Y estoy seguro de que quien haya tenido la paciencia de llegar
a este último párrafo, sabrá ya, incluso mejor que yo, cual sería mi intención
de voto si mañana, hipotéticamente, se celebraran elecciones generales en
España.
Alberto Soler Montagud
Médico
y escritor
Muchas gracias por este artículo esclarecedor, (a mi entender) Un abrazo.
ResponderEliminarMuy de acuerdo con lo que dices. Recomiendo esta lectura "completa".
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